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Emotivo filme español
sobre la eutanasia
- por Roberto Palmitesta
jueves, 24 febrero 2005

 

Con Mar Adentro el cine hispano se anota un rotundo éxito de crítica y público, al relatar con gran sensibilidad y realismo la tormentosa vida de un tetrapléjico gallego que buscó la eutanasia para morir dignamente antes que ser una carga para los suyos. Además de consagrarse con ese filme el talento del joven director Alejandro Amenábar, la cinta impacta mayormente por la prodigiosa interpretación del actor Javier Bardem, quien a juicio del mismo Amenábar, “es el mejor actor de España y del mundo”, al lograr un personaje con una inusitada credibilidad y dimensión humana, aún con las limitaciones de una trama ambientada casi totalmente en un cuarto frente a la playa.

 

El derecho a una muerte digna

El héroe de Mar adentro es Ramón Sampedro un marinero  que murió en 1998 a los 55 años, después de estar casi tres décadas paralizado del cuello para abajo, viviendo en una habitación cerca del mar de su nativa Galicia. Su relación con el mar es total,  pues según lo confesara él mismo: “el mar me dio la vida y luego me la quitó”, refiriéndose al accidente que lo dejó incapacitado de por vida, al zambullirse desde un muelle en aguas poco profundas. Después de pasar varios años como pescador y marinero, este desafortunado evento lo hace resignar a una vida casi vegetativa, dependiendo de otros para todo, incluso para la muerte, ya que no podría intentar el suicidio sin ayuda de otros, al estar paralizado de brazos y piernas.

Con la asesoría de una abogada, intenta un recurso legal para ser objeto de la eutanasia médica, pero tanto la legislación como los prejuicios religiosos y sociales se oponen a sus deseos. Mientras tanto, Sampedro logra ejercer su creatividad, pintando cuadros conla boca o relatando sus vicisitudes en una autobiografía epistolar, Cartas desde el infierno y escribiendo luego un libro de poemas, titulado Cuando yo caiga. De la primera estrofa de un poema de este último, proviene el título del filme: “Mar adentro, mar adentro/ Y en la ingravidez del fondo/ Donde se cumplen los sueños/ Se juntan dos voluntades para cumplir un deseo.”

 

Inspirando amor y el deseo de vivir

         Lo que puede parecer un poema de amor pasional, es realmente una oda a la vida y la muerte, sus dos temas constantes, pues Sampedro inspiraba el deseo de vivir en otros, mientras él ansiaba una muerte liberadora que terminara con su estado de  humillante postración. “El derecho de quitarse la vida lo tenemos todos los seres humanos en razón de la libertad intrínseca que adquirimos al nacer”, afirmó una vez el mismo Sampedro, quien considera la muerte como el fenómeno más democrático de todos, y el acto que realmente le da sentido a la vida. Algunos lo tildaron de cobarde por querer suicidarse, pero él insistió siempre en que “se requiere mucho coraje tanto para vivir como para morir”.

Aún con su vida sencilla y rutinaria, Sampedro inspiró a todos los que se le acercaron, mereciendo incluso el amor platónico de dos mujeres, que lo acompañan hasta el final y que facilitan su deseo con un plan que ideó para no implicarlas con la justicia, demostrando así su consideración por la gente que lo quería y admiraba. Para su frustración, no logró su objetivo vital, el de que fuera incorporada la eutanasia como un instrumento humanista en la legislación española, para ofrecer la alternativa de una muerte digna a los que sufren mucho por enfermedad o accidente. Pero al menos hizo que el tema fuera discutido por la opinión pública durante muchos años. Incluso, el sonado caso influyó en que fuera adoptada una eutanasia condicionada en países más liberales como Holanda e Inglaterra. Al final vemos que Sampedro, logró su propósito personal antes que la prolongada inmovilidad añadiera más dolencias a su ya dolorosa existencia, temiendo las úlceras en la piel que eventualmente le amargan la vida o matan a casi todos los paralíticos.

 

Amenábar y su polémica filmografia  

Un tema tan impactante ya había sido llevado al cine por el director inglés John Badham en 1981, en la cinta En fin, a quién le pertenece mi vida? (Whose life is it, anyway?), que interpretó  Richard Dreyfuss, donde finalmente el tetrapléjico, víctima de un accidente de tránsito, cumple su propósito de morir por su cuenta en un cuarto de hotel, sin la asistencia hospitalaria a que se veía obligado. Pero ese fue un trabajo sobre un personaje de ficción, sólo para traer a colación el tema de la eutanasia, mientras que Mar adentro cobra más fuerza por reflejar un caso de la vida real. El director Amenábar, un chileno-español, reconoció rápidamente la importancia del tema al leer los dos libros de Sampedro, y planificó así su cuarta película, poco después de que su filme Abre los ojos (con Penélope Cruz)  mereciera elogios de la crítica, e incluso su argumento –con un tema que recuerda el de Mar adentro-  fue copiado por Cameron Crowe en la cinta americana con Tom Cruise, Vanilla Sky. Amenábar también fue responsable por aquel éxito de taquilla del 2000, Los otros, una cinta de suspenso filmada en España que logró atraer la atención mundial hacia Nicole Kidman.

Al tener el guión de Mar adentro, Amenábar se aseguró la participación de Javier Bardem, un actor excepcional con un apellido ilustre (es el sobrino de J.A. Bardem, prestigioso director de la era franquista), y a quien había dirigido en Los lunes al sol en 2003, además de haberlo admirado en Antes que anochezca, un relato de las desventuras de un escritor cubano homosexual, Reynaldo Arenas, papel por el cual Bardem fue postulado al Oscar. Con el talentoso dúo Amenábar-Bardem, a nadie sorprendió que Mar Adentro cosechara varios premios internacionales y arrasara con doce estatuillas Goya, poco después de ganar el Globo de Oro a la mejor película extranjera y ser nominada a un premio similar por la Academia de Hollywood, galardón que bien pudiera ganar el 27 de febrero, convirtiéndose así en la tercera cinta española en obtener el codiciado Oscar.   

 

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