Con
Mar Adentro el cine hispano se anota un rotundo éxito de
crítica y público, al relatar con gran sensibilidad y realismo
la tormentosa vida de un tetrapléjico gallego que buscó la
eutanasia para morir dignamente antes que ser una carga para los
suyos. Además de consagrarse con ese filme el talento del joven
director Alejandro Amenábar, la cinta impacta mayormente
por la prodigiosa interpretación del actor Javier Bardem,
quien a juicio del mismo Amenábar, “es el mejor actor de España
y del mundo”, al lograr un personaje con una inusitada
credibilidad y dimensión humana, aún con las limitaciones de una
trama ambientada casi totalmente en un cuarto frente a la playa.
El derecho a una muerte digna
El
héroe de Mar adentro es Ramón Sampedro un marinero
que murió en 1998 a los 55 años, después de estar casi tres
décadas paralizado del cuello para abajo, viviendo en una
habitación cerca del mar de su nativa Galicia. Su relación con
el mar es total, pues según lo confesara él mismo: “el mar
me dio la vida y luego me la quitó”, refiriéndose al
accidente que lo dejó incapacitado de por vida, al zambullirse
desde un muelle en aguas poco profundas. Después de pasar varios
años como pescador y marinero, este desafortunado evento lo hace
resignar a una vida casi vegetativa, dependiendo de otros para
todo, incluso para la muerte, ya que no podría intentar el
suicidio sin ayuda de otros, al estar paralizado de brazos y
piernas.
Con la asesoría de una abogada, intenta un recurso legal para
ser objeto de la eutanasia médica, pero tanto la legislación
como los prejuicios religiosos y sociales se oponen a sus
deseos. Mientras tanto, Sampedro logra ejercer su creatividad,
pintando cuadros conla boca o relatando sus vicisitudes en una
autobiografía epistolar, Cartas desde el infierno y
escribiendo luego un libro de poemas, titulado Cuando yo
caiga. De la primera estrofa de un poema de este último,
proviene el título del filme: “Mar adentro, mar adentro/ Y en
la ingravidez del fondo/ Donde se cumplen los sueños/ Se juntan
dos voluntades para cumplir un deseo.”
Inspirando amor y el deseo de vivir
Lo que
puede parecer un poema de amor pasional, es realmente una oda a
la vida y la muerte, sus dos temas constantes, pues Sampedro
inspiraba el deseo de vivir en otros, mientras él ansiaba una
muerte liberadora que terminara con su estado de humillante
postración. “El derecho de quitarse la vida lo tenemos todos
los seres humanos en razón de la libertad intrínseca que
adquirimos al nacer”, afirmó una vez el mismo Sampedro,
quien considera la muerte como el fenómeno más democrático de
todos, y el acto que realmente le da sentido a la vida. Algunos
lo tildaron de cobarde por querer suicidarse, pero él insistió
siempre en que “se requiere mucho coraje tanto para vivir
como para morir”.
Aún con su vida sencilla y rutinaria, Sampedro inspiró a todos
los que se le acercaron, mereciendo incluso el amor platónico de
dos mujeres, que lo acompañan hasta el final y que facilitan su
deseo con un plan que ideó para no implicarlas con la justicia,
demostrando así su consideración por la gente que lo quería y
admiraba. Para su frustración, no logró su objetivo vital, el de
que fuera incorporada la eutanasia como un instrumento humanista
en la legislación española, para ofrecer la alternativa de una
muerte digna a los que sufren mucho por enfermedad o accidente.
Pero al menos hizo que el tema fuera discutido por la opinión
pública durante muchos años. Incluso, el sonado caso influyó en
que fuera adoptada una eutanasia condicionada en países más
liberales como Holanda e Inglaterra. Al final vemos que Sampedro,
logró su propósito personal antes que la prolongada inmovilidad
añadiera más dolencias a su ya dolorosa existencia, temiendo las
úlceras en la piel que eventualmente le amargan la vida o matan
a casi todos los paralíticos.
Amenábar y su polémica filmografia
Un
tema tan impactante ya había sido llevado al cine por el
director inglés John Badham en 1981, en la cinta En
fin, a quién le pertenece mi vida? (Whose life is it,
anyway?), que interpretó Richard Dreyfuss, donde
finalmente el tetrapléjico, víctima de un accidente de tránsito,
cumple su propósito de morir por su cuenta en un cuarto de
hotel, sin la asistencia hospitalaria a que se veía obligado.
Pero ese fue un trabajo sobre un personaje de ficción, sólo para
traer a colación el tema de la eutanasia, mientras que Mar
adentro cobra más fuerza por reflejar un caso de la vida
real. El director Amenábar, un chileno-español, reconoció
rápidamente la importancia del tema al leer los dos libros de
Sampedro, y planificó así su cuarta película, poco después de
que su filme Abre los ojos (con Penélope Cruz)
mereciera elogios de la crítica, e incluso su argumento –con un
tema que recuerda el de Mar adentro- fue copiado por
Cameron Crowe en la cinta americana con Tom Cruise,
Vanilla Sky. Amenábar también fue responsable por aquel
éxito de taquilla del 2000, Los otros, una cinta de
suspenso filmada en España que logró atraer la atención mundial
hacia Nicole Kidman.
Al
tener el guión de Mar adentro, Amenábar se aseguró la
participación de Javier Bardem, un actor excepcional con
un apellido ilustre (es el sobrino de J.A. Bardem,
prestigioso director de la era franquista), y a quien había
dirigido en Los lunes al sol en 2003, además de haberlo
admirado en Antes que anochezca, un relato de las
desventuras de un escritor cubano homosexual, Reynaldo
Arenas, papel por el cual Bardem fue postulado al Oscar. Con
el talentoso dúo Amenábar-Bardem, a nadie sorprendió que Mar
Adentro cosechara varios premios internacionales y arrasara
con doce estatuillas Goya, poco después de ganar el Globo de Oro
a la mejor película extranjera y ser nominada a un premio
similar por la Academia de Hollywood, galardón que bien pudiera
ganar el 27 de febrero, convirtiéndose así en la tercera cinta
española en obtener el codiciado Oscar.
|