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¿Y quién entiende a este monigote?
por Liko Pérez  
domingo, 15 octubre 2006

 

Aparentemente pareciera ser que al presidente de Venezuela le hubiera gustado compartir el Premio Nobel de la paz con el bangladeshí Mohamed Yunus: 

"Tremenda noticia (...); nuestro buen amigo del “Banco de los Pobres”, que nos ha ayudado mucho, en quien nos inspiramos nosotros (...); porque él inventó, diseñó el Banco de los Pobres, y de allí nos inspiramos para crear nuestro Banco del Pueblo, después el Banco de la Mujer y el Sistema de Microfinanzas", dijo Chávez en un acto televisado. 

“Tremenda contradicción” diría yo, ya que las filosofías de ambos individuos son extremas y diametralmente opuestas. Nuestro malintencionado presidente (que prefiere las dádivas controladas), no sólo no entiende que la proposición de Yunus representa una enorme renovación y profundización del sistema capitalista, sino que pretende que todos los venezolanos nos creamos que su regaladera de dinero tiene algo que ver con la paz. 

Aunque dé tanto tristeza como vergüenza que, en nuestro país, exista cabida para que a cualquier loco de carretera que se sienta iluminado se le publique cualquier sarta de idioteces, estoy en esta ocasión de acuerdo con mi inmerecido presidente: esta vez si que acertó bien el comité del Premio Nobel de la paz en Oslo. 

Yunus “le facilita dinero a los pobres” (con extremas condiciones favorables para los pobres); pero lo más importante de su aporte no es el préstamo en sí, sino la formación (educación) de los prestantes a pagar de vuelta lo prestado y reinvertir el excedente de la primera inversión para librarse de la miseria y la dependencia (eso no lo entiende quien vive fácil de la renta petrolera). Es así, como el banco de microcréditos de Yunus se convierte al mismo tiempo en una efectivísima escuela de capitalistas honestos (ya que siempre pagan de vuelta con la renta de su reinversión). Y es por eso, por independizar a los pobres de las dádivas institucionalizadas, que Yunus se ha ganado la máxima distinción por la paz: ya que probó que no es pacífico ser pobre y dependiente; y que por lo tanto, no es entonces malo el ser rico e independiente. Sino todo lo contrario: la riqueza y la paz van unidas de las manos.

La perpetua plasta que ha puesto nuestro presidente en estos catastróficos ocho años de infinita riqueza petrolera es tan grande, que luego de su reciente y “electoralmente necesaria” conversión al amor (¿Esta expiando culpas o es otro grosero engaño?), parece estar comenzando a entender y recapacitar sobre los beneficios de la verdadera libertad: el capitalismo como solución a la crítica miseria que produce la dependencia económica individual (léase Yunus). 

Con el no regalar pescado, sino enseñando sistemáticamente a pescar con una caña prestada, le van a terminar de quitar a Chávez, tanto Yunus como Rosales, los pocos clientes que le quedan (pobres compatriotas cada vez más presos y dependientes de los favorcitos de los montados). 

Sr. Presidente: ese disco está rayado; como bien sabe (bien lo apuntó usted mismo hace unos días) y refiriéndome a sus propias palabras: “El cura de san Juan de Dios le dijo a su monigote, por más que te tongonees siempre se te ve el bojote”. Y a usted, Sr. Presidente, no sólo se le ve el bojote, sino que lo que se le ve es un bojotote impresionante. 

No se engañe Sr. Presidente, ya es tarde para usted: esa flor ya no retoña, tiene muerto el corazón.

 
 
 
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