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Carta a Er Conde
por Laureano Márquez - Tal Cual
viernes, 28 julio 2006

 

Querido Benjamín:

Perdóname esta misiva, pero tú sabes mejor que nadie que no hay cosa que nos guste más a los humoristas que meternos con los políticos. Me entusiasmé bastante con tu candidatura mientras pensé que iba en serio, como la de Zapata en su momento, pero ahora que veo que es jodiendo, la verdad es que me siento muy desilusionado.

De todas maneras, la vaina no es contigo, Conde. No discuto tus apetencias de poder.

Tienes todo el derecho. El lío es con nosotros mismos. Para decirlo en tu estilo: la verga es un autopeo. Yo pensaba que, después de siete años, tendríamos alguna lección asimilada de lo que nos pasó y, sin embargo, veo a gente que votó por Chávez y ahora lo odia a muerte, usar contigo los mismos argumentos con los que, en su momento, lo justificaron a él: el viejo expediente de la antipolítica, del outsider, del líder que arrastra. Como si la política no fuese cosa de proyectos, de vocación vital, de caminos recorridos, de larga y dilatada militancia en ideas, de reflexión profunda sobre el destino del hombre; en fin, de política.

Tu candidatura ha despertado el furor del mundo opositor. Coño, Conde, se me rebobinó la película a 1998; la misma miasma:
Que si tú eres la expresión del descontento, que hay que darle una lección a los líderes, que aunque vayamos a perder igualito, contigo vamos a gozar una y parte de la otra. De esto último no me cabe la menor duda, Conde, pero al final, la victoria de Chávez se producirá en medio de una mamadera de gallo, sabrosona y criolla, que hará más llevadera y aceptable la instalación de su proyecto político autoritario. Creo que el oficialismo está consciente de ello y por eso les emociona tu lanzamiento. “El venezolano es jodedor”, se dice, y quién mejor que tú para ser su líder. Cuando despertemos de esta jodedera, mi querido amigo, cuando se nos pase la borrachera cómplice de los petrodólares en la que hemos negociado nuestro destino como pueblo, entonces veremos en acción al único líder que verdaderamente tiene un proyecto claro.

Tú en todo esto vendrás a ser una especie de vaselina electoral.

La acogida que te han dado me ha servido para ponderar la magnitud de lo que nos espera a nosotros en el seno del Socialismo del siglo XXI, por lo ajenos que estamos a la tragedia que sobre nosotros se cierne. El fenómeno electoral en que te has convertido me infunde la certeza de que esta sociedad todavía no merece salir de Chávez; no nos lo hemos ganado, pues. Es como la travesía de Moisés por el Sinaí: hay una generación de adoradores del becerro de oro que debe desaparecer en el desierto a ver si la próxima merece entrar en la tierra prometida. No perdamos, pues, la esperanza:
nuestros nietos la verán.

Perdóname, Conde. Tú sabes que la vaina no es contigo. Esta carta es, como te dije, un autopeo.

En esta coyuntura, además, tú no eres tú, eres nuestra historia, nuestro destino, una especie de síntesis hegeliana.

Con razón puntualizó el más gracioso de los hermanos Marx, Carlos, que a Hegel, cuando dice que los hechos importantes de la historia se repiten dos veces, se le olvidó decir que la primera es como tragedia y la segunda como farsa.

Suerte, Conde, echa al olvido lo dicho. No me agarres arrechera, que no quiero ser el primer perseguido político de tu gobierno. Si decides cambiar de bando nuevamente y volver al humor, aquí estaremos esperándote con los brazos abiertos, como siempre.

 

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  Artículo publicado en el vespertino Tal Cual, 28 julio 2006

 
 
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