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De lluvias y lodos - por Eli Bravo
jueves, 20 enero 2005

 

 

             Imposible no emocionarse ante la reacción de los lectores. Con agudeza, humor, desencanto y pasión llegaron a mi buzón respuestas a la pregunta que cerró la columna de la semana pasada: ¿Podrá alguien explicarme qué se necesita para ser público del espectáculo revolucionario y no morir empalagado en el intento?

            Para F.C. el asunto viene con resentimiento. “Para calarse el 50% del discurso hace falta haber perdido la fe o no haberla tenido nunca en la posibilidad de superarse de forma individual; ser como Pedro Páramo: el rencor vivo; o poseer una estructura psíquica proclive a la formación interna de una figura paterna todopoderosa y castigadora. Para calarse el 75% del discurso hace falta ser periodista y para el 100% hay que ser parte del gobierno”
            M.S.Y. cree que se necesita “no querer saber lo que se puede saber más allá de lo dicho por quien es reverenciado como héroe y redentor”. En esto coincide con L.C.  a quien le preocupa la pasividad “con que nuestra sociedad soporta los discursos de este dictador tropical, y los espectáculos que monta para vanagloriar a personajes que solo merecen ser recordados para entender como un tirano personalista como Zamora o Cipriano Castro, usando las armas, y en nombre de un supuesto pueblo, cometieron los peores crímenes contra sus compatriotas...el que quiera creer que crea, pero que piense si antes habíamos estado tan divididos, y que la visión de la patria es cada día menos compartida por el común de los venezolanos”

            El señor R. no oculta su sentido del humor cuando escribe: “amigo Bravo, si usted por lo empalagoso de los discursos le teme a un coma hiperglicémico, cómo seré yo que soy diabético. No me los puedo calar puesto que de seguro la dulzura me llevaría a irme de este mundo”

            La respuesta de B.G. fue reveladora “Creo que es cierto que el escepticismo del que hablas abriendo tu articulo de hoy tiene algo de generacional. Lo digo en mi condición de venezolano de 37 anos.  Este escepticismo alcanza no solo a la incapacidad de escuchar a la gente del gobierno, sino incluso ha llegado a quitarnos el interés por escuchar lo que cualquiera (oposición, organismos internacionales, etc.) dice sobre

ellos, con algunas excepciones...después de pensarlo un buen rato la respuesta a tu pregunta nos salta como una verdad tan grande como un templo: los reales, la

plata, el dinero”

            Y las líneas de C.E.D. fueron como un rayo: “Querido Eli, no te pongas bravo pero el primer párrafo de tu nota de hoy es una muestra "de esas lluvias que trajeron estos lodos», es decir el desprecio en el "imaginario " de una gran cantidad de la población de "lo político".

            Esta semana que termina conversé con Colette Capriles sobre su libro “La Revolución como espectáculo”. Esa advertencia sobre los riesgos de despreciar la política sonaban en cada línea. Ya tengo tema para la próxima semana.

 ebravo@unionradio.com.ve

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