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Su opinión
es lo más
importante
por Luis García Mora
domingo,
28 agosto
2005
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Hay
una idea generalizada en cuanto a lo difícil que es lograr la
unidad de la oposición.
Cierto. No es fácil, ¿pero es imposible? No hay imposibles en
la política. Lo que sí hay son hechos, realidades, como
ejemplo el malestar de la provincia y no sólo con el Gobierno,
con Caracas y la oposición nacional. En general, con las
élites dirigentes.
Otro hecho importante es la ruptura con las referencias
nacionales de AD, Copei y el resto. Como también es una
realidad que en el entramado político partidista del
oficialismo sólo se contabilizan, después del 7 de agosto, más
o menos 2 millones de electores, de los 14 millones inscritos
en el CNE. Con tanto dinero y poder total, ¿cómo se explica
una respuesta tan fría?
Podría pensarse que si bien la gente optó por Chávez en busca
de un cambio político, él no se lo ha dado. Y tampoco las
nuevas fórmulas convencen.
Según algunos, esto obliga a la identificación de los
liderazgos locales con sus comunidades, porque el tema de
salir de Chávez no tiene conexión real con lo que pasa abajo,
y sin conexión regional y local no podrán avanzar.
Algo que podría expresarse después de las parlamentarias.
Entonces, ¿se buscaría una fórmula distinta? ¿Cuál?
Diciembre será el momento de una definición partidista. Son
los partidos los que tienen la tarjeta y el resto no tiene
tiempo de organizarse ni de postular. Pero se sigue exigiendo
nacionalmente un sacudón a los métodos y al liderazgo
tradicional.
De manera que si no hay un mensaje de cambio y un mensajero
auténtico, no se terminará de salir de Chávez. Y sí, se puede
constituir una nueva mayoría. Como en 2002 y 2003. Pero sólo
con un mensaje de cambio y un mensajero que lo encarne.
¿Petkoff? ¿Julio Borges?
La realidad esgrime casi con violencia que hay que darle carne
y hueso a una política de cambio positivo. A una figura nueva
que le brinde confianza al país. Que llame a la unidad. Y que
sea mensajero del cambio.
No del retroceso.
¿O es que esto no se entiende?
¿Quién no lo entiende?
Hay quien ha trabajado afanosamente en la búsqueda y
construcción de una unidad de la oposición partidista
monolítica, sin resultados.
De manera que los hechos nos obligan a afirmar que lo que se
está construyendo es sólo algo muy parecido a lo que se hizo
para las elecciones de concejales y juntas parroquiales. Y que
si no se produce un cambio de última hora, lo que veremos será
una dispersión de apoyos a candidatos, ¿es esto suficiente?
Si lo que quieres es, como dice un dirigente, impedir que el
Gobierno se coja los dos tercios de la Asamblea Nacional, esto
no se logra en un acuerdo con goteras.
¿Entonces?
Existen dos problemas mortales.
Uno, el mecanismo electoral que confisca entre 30% y 40% de
los votos con las “morochas”. Y otro, convencer a los 3,2
millones de electores (de los 4,5 o 5 millones de votos Sí en
el referéndum) de que su voto va a tener alguna utilidad o
eficiencia.
Para algunos, eso sólo se alcanzaría si los partidos
importantes hacen rectificaciones y alcanzan acuerdos para
presentar al país un proyecto legislativo alternativo que le
transmita confianza y credibilidad a quienes desconfían de
ellos.
Pero en la práctica ¿es esto posible?
A la luz de hoy, uno no lo cree.
Porque es imposible que las dos únicas fuerzas importantes,
Primero Justicia y AD, vayan juntas.
Y con razones. AD, porque de acuerdo con las cuentas de las
elecciones regionales del 31 de octubre y no de las locales,
por supuesto, se considera la primera minoría en 16 estados. Y
quiere la unidad pero solamente si le reconoce tal supremacía,
real o ficticia.
Y Primero Justicia, porque para sus dirigentes es imposible
aparecer apoyando a los adecos y en todo el país, sino dentro
de acuerdos locales y regionales con una alianza variopinta. Y
en el caso de los partidos más pequeños aún, dicen unidad pero
la mayoría de ellos carece de referentes en los estados.
Por lo que hay actualmente una reunidera (naturalmente:
variopinta y confusa), que aterrizará en lo que algún amigo
llama “un grupo de alianzas parciales mejoradas”. O lo que es
lo mismo, con acuerdos aquí contigo y allá con otro y en
algunos sitios de distintos modos.
Dispersión, segmentación, exfoliación.
¿Será esto un suicidio?
¿O no será más bien la expresión real, ingrata pero racional,
de una contradicción más profunda, fáctica, en el seno de la
sociedad venezolana actual y que aún no termina de resolverse
y brotar limpiamente a la política, porque lo está impidiendo
la coraza autoritaria, hegemónica y militar de Hugo Chávez?
Hablemos claramente de lo que sobresale en la superficie:
¿qué significan Primero Justicia y AD? ¿Qué expresan?
En las últimas elecciones, los muchachos de Primero Justicia
no crecieron pero, y eso es innegable, extendieron su
votación. En trazas, pero lo lograron. Y desde cierto punto de
vista, ostentan una mayor potencialidad. Sembrándose con un
partido nuevo. Como igualmente lo hicieron, en su momento, La
Causa R y el MAS.
Por lo que está instalado como partido y con perspectivas de
futuro, como lo reconocen hasta sus adversarios.
Y con una dirección colectiva.
Sin propietario personal. Algo que, por cierto, no tienen
otros movimientos, por ejemplo, como Un Nuevo Tiempo, de
Rosales, en el Zulia. Que no ha sido estructurado aún en
partido con dirección colectiva.
Y en contraposición a ellos, ¿no luce la conducción de AD como
algo muy anticuado?
Como igualmente le ocurre a Copei y el resto.
¿Se puede hablar de anticuado en lo que se refiere a un
partido político?
¿O sólo su dirección?
Porque ni al PSOE español ni al Partido Laborista inglés ni al
resto de los partidos modernos del planeta, por viejos y
algunos hasta decimonónicos, hoy se les puede calificar de
anticuados. Son organizaciones renovadas, modernas, que han
transformado su dirección, y a tiempo, después de cada
descalabro electoral.
AD (y Copei también, pero hablemos de AD, que es la referencia
hoy junto con Primero Justicia, como expresión tangible en
cifras de nuestra política de oposición), desde que comenzó el
revolcón del cambio radical mayoritario de fines del siglo XX,
¿ha ido creciendo, renovándose o reduciéndose? Es decir,
¿tiene, junto con los otros partidos, o lo habita, una energía
positiva o una negativa, entrópica?
Esto es muy importante de responder.
¿Por qué? Porque en la confrontación con Chávez y dado el
cortoplacismo que la sacude, y que consume toda la política,
quieren conjugarse los que consideran alarmante la conducción
autoritaria de Chávez con los otros que perdieron sus viejos
privilegios, al ser desplazados por la política misma. De
donde surge una interrogante fundamental:
¿se justifica o no se justifica, y de cara a un país que tiene
hambre de cambio, una ambición política sana y justa de los
nuevos de construirse un perfil propio, definirse y
diferenciarse del pasado, de los otros?
Uno piensa que sí. Por lo menos hasta que las otras
organizaciones políticas democráticas se renueven. Cambien.
Una argumentación ante la cual también podría hacerse otra:
por no quererse mezclar con el pasado y el “volveré”, en una
propuesta unitaria antichavista, por querer abrirse paso y
explorar espacios más fértiles que permitan un mayor
crecimiento, ¿no se estará subestimando el grado de inminencia
de lo que anunció Chávez junto a Fidel Castro para el país, el
domingo desde La Habana?
O en otras palabras, ¿es posible y factible la apuesta de
Primero Justicia, dentro de este contexto autoritario y
militarista actual?
¿No estarán sacrificando, por razones propias, la posibilidad
de una unidad de la oposición para confrontarse con Chávez
dentro de una realidad política inmediata que no admite el
crecimiento de nadie?
Quizás. Pero habría que abrir muy bien los ojos. Porque cuando
sobreviene un cambio acelerado y rápido, como está ocurriendo
en nuestro país, siempre se produce una reacción de los
favorecidos por el viejo estatus, no porque el nuevo régimen
sea malo o bueno, sino en defensa de sus intereses.
Constituyendo con los que sí ven con alarma un destino
autoritario dos caras de la misma moneda opositora.
La dinámica cortoplacista te obliga a amalgamarte. Y encierra
un sacrificio, porque los que quieren llegar y no “volver”,
actúan con un grado mayor de conexión que los que quieren
regresar y volver.
Y ésta, amigo lector, es una contradicción sumamente
complicada.
Y perversa.
Porque es un hecho que la amalgama, la unidad, con los que
quieren volver, sería un peso muy grande que impide el
crecimiento.
En este caso, de Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, o de quien
en el nuevo país quiera crecer.
¿Que no importa que haya una amalgama, si tenemos la
inminencia de un gobierno totalitario en el que tu crecimiento
no va a servir para nada, porque no podrás hacer uso de él,
puesto que no va a haber libertades ni elecciones, si el barco
se va a hundir?
Se podría responder qué bueno, vale, esa amalgama tampoco va a
impedir el autoritarismo, que además, si es absolutamente al
estilo comunista, no es posible contenerlo. O sólo lo sería a
través de una insurrección o un acto violento. Es decir, a
menos que esa amalgama sea objetivamente una salida
—llamémosla— no convencional, ¿lo es? No pareciera.
¿Qué salidas potenciales quedarían entonces?
Para algunos, es necesario precisar ciertos hechos. El régimen
de Chávez será distinto de uno comunista y a la cubana, como
lo reafirma Simón Alberto Consalvi, ya que creer lo contrario
sería subestimar demasiado el formidable espíritu democrático
venezolano.
Y en ese marco yo, partido nuevo, construyo una alternativa
con un perfil propio y no de resentidos y nostálgicos del
pasado.
¿Vale? Porque, si Chávez sale ahora no sería producto de esa
amalgama, pues ésta con esos componentes negativos, entrópicos,
no permite al potencial, a la energía positiva liberarse.
Es decir, tiene techo.
Que es, digamos, “el rechazo de los rechazados”.
Y Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo y otros podrían decir: no
somos fuertes pero tenemos una frescura, una energía
potencial, que pudiera desprenderse y liberarse, y tú eres más
grande, pero estéril, no tienes esa energía.
Porque en el fondo, ¿de qué hablamos?
Para algunos, estamos hablando de lo que quedó del naufragio.
De los restos del Titanic.
¿Usted, qué opina?
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Artículo publicado en
el diario El Nacional, edición del domingo 28, agosto 2005 |
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