Hace
años, en una exposición de pintura, un secretario general
nacional de Copei me agradeció que le hubiera pintado en colores
contrastantes en algunos trabajos que se publicaron por la
época, el deterioro imparable de Caracas y sus barrios del
oeste. Hace años que él que no pasaba por Catia ni al centro. Ya
no sabía como eran. Se había quedado avecindado en Altamira, al
lado de los restaurantes de caché, tal vez los mejores de
Caracas. En eso siempre había tenido un certero buen gusto. Por
ahí se armaban las intrigas y las emboscadas que caracterizaron
los últimos setenta y los primeros ochenta en AD y Copei.
Casualmente en
aquella exposición había pinturas de lo urbano. Pero no eran
catastróficas, al contrario, las recuerdo extrañamente
luminosas. Y pensé. Este debe haber estado pintando sus sueños
de niñez.
Años después, cuando
todos constatamos el deterioro imparable no solo de Catia, sino
del centro y el este, con la convicción de que la urbanización
no significa mas y mejor arquitectura y recursos sino mayor
cantidad de habitantes en aglomeraciones sin servicios, sin
atención efectiva de salud, vías colapsadas, las paredes a
merced de una lluvia, su ejército de niñas embarazadas y su
vida "normal" que se topa con la delincuencia en cada espacio
público, tengo que preguntarme de nuevo porqué los políticos
dejaron de atender a sus clientes, para ponerlo en blanco y
negro. Pusieron a un lado el contacto directo con aquellos con
quiénes tenían el trato de gestionar sus carencias a cambio del
voto.
Todo este deterioro,
toda esta catástrofe tienen dolientes que se manifiestan todos
los días, que increpan al Presidente de la República y a sus
ministros, porque se cansaron hace tiempo de intentar el
contacto con líderes, que según confiesa un dirigente de Primero
Justicia, por TV, hace unos días, tienen que repensar acompañar
a su candidato, para que no esté tan solo, sin afiches, y sin
gritos de de apoyo. Lo de ellos es la TV.
El oficio de
dirigente ha quedado para la televisión. Ser líder es estar
invitado para los programas políticos de la mañana, para Aló
Ciudadano y para presentar recortes de prensa en los noticieros
cuando lo requiere la urgencia de algún compatriota asesinado en
el sur de Venezuela. No hay que trasladarse a ningún lado. No
hay que acompañar a las mujeres que duermen frente a Miraflores
buscando casa ni arriesgarse a ir a los barrios que se derrumban
con las lluvias. No tiene caso conocer todos los barrios del Tuy
ni presentarse en sabana Grande para averiguarle la vida a los
buhoneros.
Han quedado para las
ruedas de prensa en el Ateneo de Caracas y en los grandes
hoteles de Chuao y Chacao. Por eso es que esos mismos buhoneros
decidieron pagar unos agentes de seguridad de su misma cuadra,
porque ahí no hay ni policía ni partidos que les arreglen su
desastre. Por eso los choferes de toda Venezuela trancan las
autopistas, ya que veinte asaltos diarios por barrio son
insoportables. No se lo calan ni choferes ni buhoneros, que son
de los especimenes humanos de piel más resistente en esta época.
Como será que hasta
hay madres de las misiones del gobierno a las que una viva le
cobra 20.000 bolívares para no sacarla de la lista de subsidios
del gobierno. Una marginal explotando a otra, caso típico. Por
eso es cada quién busca su salida personal entre los ocultos
caminos del caos sin encontrar guía ni sustento. Ni menos a un
político.
lucgomnt@yahoo.es