Salió
raspada otra vez en matemáticas e inglés. En este horrible julio
donde hay que presentar un examen tras otro, tenía tres
oportunidades para pasar las materias y poder graduarse, pero
había perdido dos chances: la prueba final y la de revisión. Le
quedaba la de reparación que era la repetición de la revisión y
estaba segura que la iban a raspar otra vez, había demasiado
poco tiempo entre los exámenes, solo una semanita.
Le había ocultado cuidadosamente a la
familia que iba tan mal, porque ya habían comprado el paquete de
graduación y si no aprobaba las dos materias por fin, iban a
perder el dinero. Además, se iba a quedar atrás, no iba a estar
en la foto con el grupo, ni ir a la fiesta, porque ir raspada,
ni de vaina, eso es una raya.
La solución estaba clarita. Todos los
raspados de octavo, noveno, décimo y segundo diversificado,
sabían que tenían la oportunidad de pasar en el último examen.
Se trataba de pagar un curso especial que daba el profesor de
Psicología en la tarde, unas dos horitas nada más, el día antes
del examen de reparación. El había dicho que sabía lo que iba a
salir en la prueba. Como tenía inglés y Matemáticas raspadas,
serían cien mil bolívares.
"Mi mamá me va a matar ", pensaba. Pero
mejor es perder 100.000 bolívares que los 200.000 del paquete de
graduación, y además por nada del mundo iba a sufrir quedarse a
última hora sin graduar.
Pensaba en oleadas. «Dinora dice que eso es
una venta de exámenes, pero yo no creo. Me dice que soy gafa,
porque el año pasado fue igualito. "Imagínate que la lacra de
Aníbal pasó matemáticas con doce, pero que tuvo que "bajarse"
con 80.000... "¿Bueno, no y que eran cincuenta por materia?".
No, lo que pasa es que si echas una lloraíta te rebajan, porque
son dos materias en tu caso. A él no le bajaron nada, porque era
uno de esos casos sin remedio. Casi hubo que hacerle la prueba,
porque se puso nervioso y se le olvidaron la mitad de las
respuestas que eran las mismas que le dijo el profesor."
Puesta a convencer a la mamá, se llevó
malas caras, regaños y una pregunta que no dejaba de resonarle.
"¿El profesor de inglés sabe de lo del curso? No vaya a ser que
te raspe igual, porque así si la ponemos". Ni que fuéramos
millonarios». Pero menos mal no se puso como la de Celia, que le
dijo que no iba a pagar nada por pasar los exámenes, que se
calara su raspada y que además que no se le ocurriera creer que
se iba a ir de vacaciones a ningún lado, ni a pasear para
ninguna parte, porque iba a tener que repetir el año si no
aprobaba y metida en su casa, castigada. Esa señora si que es
una cuaima.
Al llegar al liceo en la tarde, se metió
con los demás raspados en un aula del fondo del liceo. Ya había
salido todo el mundo de los salones de clase, porque el horario
normal de los alumnos de la mañana terminaba a la una. No se
veía ni un alma en los pasillos. Sólo el profesor de Psicología,
metido en el salón del fondo y algunos obreros.
La pregunta de la mamá, ya estaba
contestada. Otros compañeros de examen habían preguntado como
era la cosa. El profesor iba a pedir la plata primero. Uno
sacaba la plata y él iniciaba el " curso", dándoles las
preguntas que iban a salir y las respuestas, con algunos
consejitos para que la cosa no resultase muy rara cuando fueran
a presentar el examen. En el asunto estaban metidos por lo menos
el profesor de inglés y el de matemáticas, porque le habían
recomendado el curso a por lo menos la mitad de quiénes estaban
allí. Los demás fueron por los rumores de pasillo. Parece el
curso tenía algunos años de antigüedad en el liceo.
Una de las chamas se puso nerviosa, porque
a última hora no le habían dado la plata en su casa. Seguro que
porque estaban esperando a ver si aprobaba o no. Pero ella le
juró al Prof. que le iba a dar el dinero, que si se lo podía
depositar en su cuenta. El sacó la chequera para que ella
anotara el número. Y en eso entró otro profesor que no estaba
presupuestado, detrás de uno de los muchachos. En un momentico,
la cosa se puso fea. El del pupitre de al lado inmediatamente
saltó: " Como que nos jodimos, está preguntándole al profesor
Fernández que estamos haciendo aquí. El profesor de Psicología
se veía verde. De pronto, el que entró de último, sacó a todo el
mundo para otro salón y preguntó que era lo que estaban
haciendo, que dijeran que estaba pasando...ella, muda.
Pero como la cosa se iba a poner peluda
porque el profesor avisó que iba a llamar a los representantes y
habló también de la directora, una de las chamas dijo que mejor
hablaban, porque" a la final", a "nosotros nos protege la Lopna"
y "el" fue "el que nos dijo que sabía lo que iba a salir", así
que a nosotros "no nos van a hacer nada, solo que digamos que
nos dijo , el nombre y lo que pagamos El dice que nada mas
escribamos lo que pasó”.
"OK, fino", dijo la otra. Ella pensó. "Que
fino, ni que nada, vienen a descubrir este rollo precisamente
cuando me toca a mí pasar". Pero se sentó y escribió. Puso su
nombre, que ella pagaba por matemáticas y por inglés cien mil,
que su mamá le había dado la plata en efectivo y que el profesor
tenía los reales. “Será que me los devuelva ya, porque si no, me
mata mi mamá. Me va a decir que soy tan inútil que ni siquiera
cuando me dan la plata puedo comprar un examen".
Los días siguientes se precipitaron los
acontecimientos. Suspendieron los exámenes de inglés y
Matemáticas. A los tres profesores los llamaron a un consejo y
les armaron un proceso. Repetirán las pruebas, donde se prevé
que rasparán a todo el mundo, porque niños, padres y profesores
saben perfectamente que no tienen salvación. No han tenido
tiempo de estudiar y en estos exámenes va toda la materia.
Algunas madres hasta se han atrevido a protestar y a pedir que
para los exámenes vaya sólo la materia vista, porque el profesor
de Matemáticas era medio vagoneta y no había dado el programa
completo.
Con los nombres cambiados para proteger a
los inocentes, que son pocos en esta historia, todos los
profesores compañeros de los corruptos, se exponen a ser metidos
en un mismo saco. No se sabe desde hace cuantos años han vendido
exámenes en el liceo, ni cuantos están implicados o se hicieron
la vista gorda. Muchos de las madres y padres, en vez de
molestarse con los profesores estafadores, están molestísimos
con los denunciantes. Aun no se ha recuperado el dinero, no sólo
el de los exámenes vendidos, sino el de los paquetes de
graduación que les vendieron incluso a quiénes llevaban entre 01
y 09 en promedio.
El profesor que preparó la trampa con la
que agarraron a todo el mundo con las manos en la masa, no las
tiene todas consigo y la directora tiene pánico que en el
ministerio empiecen a preguntar por las honduras del caso,
porque alguien facilitó los salones de la tarde, no se sabe
cuantos exámenes se compraron y se vendieron, ni si el asunto
viene de años atrás, cuando las tres joyas que se redondeaban el
sueldo a costa de los raspados entraron a la institución.
También afloraron muchas críticas por el
sistema de graduaciones, nada acorde con las disposiciones del
ministerio, que prevé que para que no haya discriminaciones, las
graduaciones no deben ser pomposas. Por eso es que en muchos
liceos, los chamos reciben su diploma con el uniforme. Aquí no,
aunque se trata de un liceo público, los pagos a plazos de los
doscientos mil bolívares del paquete de graduación daban derecho
a 8 fotos, toga, diploma, birrete y cuatro puestos para
invitados de la familia, en un auditorio lujoso alquilado a un
colegio del este, con capacidad para 1000 invitados, a 200 000
bolívares por ochenta graduandos. Alguien puede empezar a
preguntar cual es el porcentaje que le queda a quién decide cual
es la empresa que contrata con las familias. Los acusados, por
su parte, han empezado a amenazar gente. Alguno colabora también
en las misiones, tiene contactos y ha comenzado a recoger firmas
para rebatir el proceso que se le viene encima. Faltan meses de
convivir con ellos y las consecuencias de sus actos: niños
raspados que repetirán amargados un año más, predispuestos y
bloqueados, madres furiosas, salones envenenados por el chisme,
investigaciones que nadie sabe a donde llegarán. Ojos de niños
decepcionados, porque saben que todo se compra y se vende y que
su profesor admirado de hoy, probablemente sea otro ladrón, La
gran tarea que tienen los maestros que si creen en la vida, en
su profesión y en los niños, es devolverles la ilusión de
aprender, ese brillo que se enciende en profesores y alumnos
cuando encuentran juntos una clave mas para entender el mundo.
Sin esa posibilidad, esta horrible escena de julio, se nos hará
cada vez más cercana.
lucgomnt@yahoo.es