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Escenas de julio 
por Lucy Gómez
sábado, 22 julio 2006

 

Salió raspada otra vez en matemáticas e inglés. En este horrible julio donde hay que presentar un examen tras otro, tenía tres oportunidades para pasar las materias y poder graduarse, pero había perdido dos chances: la prueba final y la de revisión. Le quedaba la de reparación que era la repetición de la revisión y estaba segura que la iban a raspar otra vez, había demasiado poco tiempo entre los exámenes, solo una semanita.

Le había ocultado cuidadosamente a la familia que iba tan mal, porque ya habían comprado el paquete de graduación y si no aprobaba las dos materias por fin, iban a perder el dinero. Además, se iba a quedar atrás, no iba a estar en la foto con el grupo, ni ir a la fiesta, porque ir raspada, ni de vaina, eso es una raya.

La solución estaba clarita. Todos los raspados de octavo, noveno, décimo y segundo diversificado, sabían que tenían la oportunidad de pasar en el último examen. Se trataba de pagar un curso especial que daba el profesor de Psicología en la tarde, unas dos horitas nada más, el día antes del examen de reparación. El había dicho que sabía lo que iba a salir en la prueba. Como tenía inglés y Matemáticas raspadas, serían cien mil bolívares.

"Mi mamá me va a matar ", pensaba. Pero mejor es perder 100.000 bolívares que los 200.000 del paquete de graduación, y además por nada del mundo iba a sufrir quedarse a última hora sin graduar.

Pensaba en oleadas. «Dinora dice que eso es una venta de exámenes, pero yo no creo. Me dice que soy gafa, porque el año pasado fue igualito. "Imagínate que la lacra de Aníbal pasó matemáticas con doce, pero que tuvo que "bajarse" con 80.000... "¿Bueno, no y que eran cincuenta por materia?". No, lo que pasa es que si echas una lloraíta te rebajan, porque son dos materias en tu caso. A él no le bajaron nada, porque era uno de esos casos sin remedio. Casi hubo que hacerle la prueba, porque se puso nervioso y se le olvidaron la mitad de las respuestas que eran las mismas que le dijo el profesor."

Puesta a convencer a la mamá, se llevó malas caras, regaños y una pregunta que no dejaba de resonarle. "¿El profesor de inglés sabe de lo del curso? No vaya a ser que te raspe igual, porque así si la ponemos". Ni que fuéramos millonarios». Pero menos mal no se puso como la de Celia, que le dijo que no iba a pagar nada por pasar los exámenes, que se calara su raspada y que además que no se le ocurriera creer que se iba a ir de vacaciones a ningún lado, ni a pasear para ninguna parte, porque iba a tener que repetir el año si no aprobaba y metida en su casa, castigada. Esa señora si que es una cuaima.

Al llegar al liceo en la tarde, se metió con los demás raspados en un aula del fondo del liceo. Ya había salido todo el mundo de los salones de clase, porque el horario normal de los alumnos de la mañana terminaba a la una. No se veía ni un alma en los pasillos. Sólo el profesor de Psicología, metido en el salón del fondo y algunos obreros.

La pregunta de la mamá, ya estaba contestada. Otros compañeros de examen habían preguntado como era la cosa. El profesor iba a pedir la plata primero. Uno sacaba la plata y él iniciaba el " curso", dándoles las preguntas que iban a salir y las respuestas, con algunos consejitos para que la cosa no resultase muy rara cuando fueran a presentar el examen. En el asunto estaban metidos por lo menos el profesor de inglés y el de matemáticas, porque le habían recomendado el curso a por lo menos la mitad de quiénes estaban allí. Los demás fueron por los rumores de pasillo. Parece el curso tenía algunos años de antigüedad en el liceo.

Una de las chamas se puso nerviosa, porque a última hora no le habían dado la plata en su casa. Seguro que porque estaban esperando a ver si aprobaba o no. Pero ella le juró al Prof. que le iba a dar el dinero, que si se lo podía depositar en su cuenta. El sacó la chequera para que ella anotara el número. Y en eso entró otro profesor que no estaba presupuestado, detrás de uno de los muchachos. En un momentico, la cosa se puso fea. El del pupitre de al lado inmediatamente saltó: " Como que nos jodimos, está preguntándole al profesor Fernández que estamos haciendo aquí. El profesor de Psicología se veía verde. De pronto, el que entró de último, sacó a todo el mundo para otro salón y preguntó que era lo que estaban haciendo, que dijeran que estaba pasando...ella, muda.

Pero como la cosa se iba a poner peluda porque el profesor avisó que iba a llamar a los representantes y habló también de la directora, una de las chamas dijo que mejor hablaban, porque" a la final", a "nosotros nos protege la Lopna" y "el" fue "el que nos dijo que sabía lo que iba a salir", así que a nosotros "no nos van a hacer nada, solo que digamos que nos dijo , el nombre y lo que pagamos El dice que nada mas escribamos lo que pasó”.

"OK, fino", dijo la otra. Ella pensó. "Que fino, ni que nada, vienen a descubrir este rollo precisamente cuando me toca a mí pasar". Pero se sentó y escribió. Puso su nombre, que ella pagaba por matemáticas y por inglés cien mil, que su mamá le había dado la plata en efectivo y que el profesor tenía los reales. “Será que me los devuelva ya, porque si no, me mata mi mamá. Me va a decir que soy tan inútil que ni siquiera cuando me dan la plata puedo comprar un examen".

Los días siguientes se precipitaron los acontecimientos. Suspendieron los exámenes de inglés y Matemáticas. A los tres profesores los llamaron a un consejo y les armaron un proceso. Repetirán las pruebas, donde se prevé que rasparán a todo el mundo, porque niños, padres y profesores saben perfectamente que no tienen salvación. No han tenido tiempo de estudiar y en estos exámenes va toda la materia. Algunas madres hasta se han atrevido a protestar y a pedir que para los exámenes vaya sólo la materia vista, porque el profesor de Matemáticas era medio vagoneta y no había dado el programa completo.

Con los nombres cambiados para proteger a los inocentes, que son pocos en esta historia, todos los profesores compañeros de los corruptos, se exponen a ser metidos en un mismo saco. No se sabe desde hace cuantos años han vendido exámenes en el liceo, ni cuantos están implicados o se hicieron la vista gorda. Muchos de las madres y padres, en vez de molestarse con los profesores estafadores, están molestísimos con los denunciantes. Aun no se ha recuperado el dinero, no sólo el de los exámenes vendidos, sino el de los paquetes de graduación que les vendieron incluso a quiénes llevaban entre 01 y 09 en promedio.

El profesor que preparó la trampa con la que agarraron a todo el mundo con las manos en la masa, no las tiene todas consigo y la directora tiene pánico que en el ministerio empiecen a preguntar por las honduras del caso, porque alguien facilitó los salones de la tarde, no se sabe cuantos exámenes se compraron y se vendieron, ni si el asunto viene de años atrás, cuando las tres joyas que se redondeaban el sueldo a costa de los raspados entraron a la institución.

También afloraron muchas críticas por el sistema de graduaciones, nada acorde con las disposiciones del ministerio, que prevé que para que no haya discriminaciones, las graduaciones no deben ser pomposas. Por eso es que en muchos liceos, los chamos reciben su diploma con el uniforme. Aquí no, aunque se trata de un liceo público, los pagos a plazos de los doscientos mil bolívares del paquete de graduación daban derecho a 8 fotos, toga, diploma, birrete y cuatro puestos para invitados de la familia, en un auditorio lujoso alquilado a un colegio del este, con capacidad para 1000 invitados, a 200 000 bolívares por ochenta graduandos. Alguien puede empezar a preguntar cual es el porcentaje que le queda a quién decide cual es la empresa que contrata con las familias. Los acusados, por su parte, han empezado a amenazar gente. Alguno colabora también en las misiones, tiene contactos y ha comenzado a recoger firmas para rebatir el proceso que se le viene encima. Faltan meses de convivir con ellos y las consecuencias de sus actos: niños raspados que repetirán amargados un año más, predispuestos y bloqueados, madres furiosas, salones envenenados por el chisme, investigaciones que nadie sabe a donde llegarán. Ojos de niños decepcionados, porque saben que todo se compra y se vende y que su profesor admirado de hoy, probablemente sea otro ladrón, La gran tarea que tienen los maestros que si creen en la vida, en su profesión y en los niños, es devolverles la ilusión de aprender, ese brillo que se enciende en profesores y alumnos cuando encuentran juntos una clave mas para entender el mundo. Sin esa posibilidad, esta horrible escena de julio, se nos hará cada vez más cercana.

lucgomnt@yahoo.es    

 
 
 
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