Se
acercan las elecciones presidenciales y otra vez se ha espesado
el aire. De parte del gobierno uno oye amenazas de alcance
internacional, Chávez da saltos en el aire para igualar en
peligrosidad a las grandes potencias como Estados Unidos en lo
que tienen de inhumano, que es la capacidad de producir muerte y
desolación a gran escala. Parece su manera teatral de no
abandonar el protagonismo que debe tener un líder “fundamental
“al justificar su reelección.
Lo acompañan los
ecos de las bravatas de sus adláteres, que compiten en
estruendo para asustar mejor. Hay quiénes aceitan y le sacan
brillo a las posibilidades de acción de la reserva militar
recién creada, otros acusan indiscriminadamente a quiénes no
piensan igual de vendepatrias. En fin, el color es el rojo vivo
y el tono preferido, el del aullido.
Del otro lado,
hay un difícil proceso de recuperación de la credibilidad de la
clase política local. Uno se encuentra de todo. Muertos que se
resisten a dejarse enterrar, manías descalificadoras para hacer
campaña electoral que dan pena ajena, el uso indiscriminado del
insulto barriobajero que se contagia mas que la gripe aviar en
Venezuela y un deseo de protagonismo suicida, por lo que tiene
de aparatoso, vacío e inútil. Hay quien ve en esta pelea un
renacer de la oposición. Y tal vez sea verdad, pero el aire que
rodea ese parto es gris y huele medio mal, digo, por aquello de
que parte de los parteros son cadáveres, compañía desaconsejable
para bebés y madres añosas.
Los que no
estamos compitiendo en la carrera presidencial, vemos admirados
como todos los buscavotos se pelean los nuestros. No quieren
hacer el mismo ridículo estrepitoso de diciembre pasado, cuando
a unos no les fue nadie a votar y otros se tuvieron que retirar
apresuradamente de la fiesta porque les iba a pasar ídem de
ídem.
Hay escenarios
igualmente divididos entre nosotros, los de a pie.
Del lado de los
partidarios del comandante. Chávez, según dicen está sobrado
hasta en las elecciones de los Estados Unidos, si fuera
candidato y las elecciones fueran este domingo. ¿Si es así, para
que necesita más votos? Eso, si llegamos a diciembre y no tienen
que dar antes que dar hasta su última gota de sangre para
defender a los iraquíes y a los cubanos, como anunció en una de
sus últimas y popularísimas alocuciones que le iba a tocar a su
gente, los verdaderos revolucionarios.
Mas bien se va a
necesitar motivar a estos defensores del proceso para que
pasen de la teoría a los hechos.
Y en cuanto a los
partidarios de la oposición, que veremos a la reserva y a los
misioneros enfrentarse a los ejércitos extranjeros con los
diputados a la cabeza, vamos a estar ocupados ver los
resultados de un proceso llamado primarias. Hasta ahora, se
supone que todos los candidatos que quieren ser presidentes se
comprometerán a respetar los resultados de la elección convocada
por Súmate. La verdad es que hasta ahora todos han sido tan
malos gerenciándonos como capital político, que no dudo que
vuelvan a meter la pata. Es difícil meterse en este juego
electoral con las cartas marcadas. El candidato unitario, si
llegamos allá, tendrá que tener detrás de sí a todos los demás
y conseguir un proceso electoral creíble. Las encuestas dicen
que los venezolanos cambiaron, que los mismos que en diciembre
se quedaron en sus casas ahora si creen en el proceso. Pero como
los mismos dueños de las encuestadoras dicen, las encuestas son
la fotografía del momento en que se hacen y todavía falta tiempo
y hechos.
Insisten en que
demos el primer paso. Pero no es así. Convénzanos.
Mientras eso no
pase, quiénes no somos políticos, ni ángeles ni próceres de la
independencia, los veremos actuar y actuaremos en consecuencia
como nos parezca sin necesidad que nos exhorten todos los días a
construir un mejor país. Con salir adelante como individuos en
este tremedal político, económico y social, tenemos suficiente.
lucgomnt@yahoo.es