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La purga 
por Lucy Gómez
sábado, 19 agosto 2006

 

Los temores de los operadores políticos del oficialismo crecen mientras avanza el año. Nadie quiere pasar por el espinoso camino  del exilio,  como el magistrado Velásquez Alvaray, por  el despido y el reenganche  en dos días del general  de tres soles  García Carneiro, que incluyó  su  remitido en los periódicos, poniéndose a la orden de una investigación por corrupción  (asunto que  aún pende sobre su cabeza), por el  auge y caída de los hermanos Rodríguez, ex presidente del Consejo Nacional  Electoral uno y ex ministra de la Secretaría  de la Presidencia la otra,  por el aislamiento de  la diputada Iris Varela de los puestos de mando en el MVR o por  el ascenso vertiginoso y la posterior caída  prevista  por sus propios compañeros, del  canciller Nicolás Maduro y  el flamante ministro José Khan, cuya permanencia en sus cargos durante mas de un año, desafiaría el promedio nacional de duración de los ministros venezolanos en sus respectivos despachos. Si se hubieran podido quedar en la AN, a lo mejor se atornillaban hasta el 2021. 

 Es atemorizante para muchos rojos asistir en cámara lenta a las agónicas explicaciones semanales del fiscal general Isaías Rodríguez en TV, sobre quien mató por fin al fiscal emblemático del gobierno, Danilo Anderson, a año y medio del atentado, convertido de defensor de la vindicta pública en hazmerreír de tirios y troyanos, por su extraña tendencia a convertir los interrogatorios en torneos emocionales con los testigos. Son solamente algunas de las muestras, la punta del iceberg, de la pelea a cuchillo que se libra dentro las filas oficialistas, imposible de ocultar, que hacer revisar a los dirigentes del chavismo una y otra vez su porvenir con una mezcla de esperanza y susto. 

En la Asamblea Nacional, los parlamentarios lo dijeron públicamente en el debate producido cuando se escapó de la cárcel militar de Ramo Verde, el enemigo público No 1, Carlos Ortega. De quien hay que cuidarse es de los pseudo revolucionarios que quieren sacar al general Baduel del juego. Se trata del mismo general, recién nombrado ministro de la Defensa, que le pidió por televisión a los presos alzados, que habían tomado y quemado el penal militar, después que se fueran tranquilamente los fugados, su cooperación para restituir el orden. La Policía Militar fue superada por los paramilitares colombianos y los desertores, a menos que esos PM hayan mirado hacia otro lado cuando la turba arrasó con las oficinas directivas y de administración. Según los del MVR, Luis Tascón y Varela incluidos, se trata de una trampa tejida dentro del corazón del proceso. ¿Donde acudir pues en esta hora de traiciones y conspiraciones donde el próximo defenestrado puedes ser tu? 

El padre de la revolución venezolana, el Presidente de la República, dijo muy bien adonde no hay que buscar ayuda. Lo subrayó clarito una de estas noches, cuando presentó su comando de campaña: su pelea es con Bush y, como se entiende de sus viajes y prisas de los últimos días, su problema principal es que la sucesión cubana lo encuentre en control de sus intereses en la isla, para continuar el proyecto continental en el que coincide con el gobierno de Castro. Por si acaso esta bulla y este ruido venezolano intentara perturbarlo, se rodea de un anillo de seguridad con acento cubano y maletines negros. La guardia de honor presidencial camina fuera de ese anillo, debe ser que no le gusta el color de los maletines. 

Mas abajo de las alturas, pueden seguirse persiguiendo quienes se dejen cazar en este eterno juego sumacero, de corruptos inteligentes contra corruptos tontos, de gobernadores denunciados contra periodistas del proceso.  Unos son utilizados para denunciar a otros y otros para embromar al uno. Un ejemplo es el juego de Pedro Carreño contra Caldera Infante, el ex presidente de Fogade y ex secretario Ejecutivo de la gobernación de Carabobo, quién denuncia como persecución política del presidente de la comisión de Contraloría, una denuncia en su contra por corrupción, que llegó a una condena política parlamentaria pero que no alcanza a convertirse en proceso penal.  Por el contrario, en vez de ser imputado, Caldera Infante se lanzó a la Presidencia de la República y desde el CNE le sacó la lengua a Carreño. Ahí está también el pulso entre la parlamentaria Iris Varela y el gobernador de Guárico, Eduardo Manuit, que parece haber perdido ella, aunque Manuit no las tenga todas consigo con el San Benito que le quedó de protector de grupos de exterminio. 

Más bien Chávez humilla a los parlamentarios cuando puede, como hizo con el nombramiento de la nueva presidenta de la Asamblea Nacional, Cilia Flores, cuya decisión ni siquiera transmitió a tiempo, para que los parlamentarios pudiesen guardar las formas del debate, de las propuestas y la elección. A las 12 el presidente era Pedro Carreño y a un cuarto para la una, la designada es Flores, el proponente es Ismael García de Podemos y por el MVR, le dio a comer la guinda amarga al mismísimo Carreño, quién no sólo debió proponerla, sino aplaudirla. 

Desde lejos parece un desfilar de gente con columna vertebral de gelatina, como dice una experimentada reportera que los ve a diario, inclinándose ante el poder que aun les permite seguir viviendo en el lujo, haciendo todos los días ejercicio para doblarse mejor, haciendo protestas de entereza revolucionaria, sabiendo que el día que caigan, nadie, de ningún bando, mirará hacia atrás.

lucgomnt@yahoo.es    

 
 
 
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