Los temores de los
operadores políticos del oficialismo crecen mientras avanza el
año. Nadie quiere pasar por el espinoso camino del exilio,
como el magistrado Velásquez Alvaray, por el despido y el
reenganche en dos días del general de tres soles García
Carneiro, que incluyó su remitido en los periódicos,
poniéndose a la orden de una investigación por corrupción
(asunto que aún pende sobre su cabeza), por el auge y caída de
los hermanos Rodríguez, ex presidente del Consejo Nacional
Electoral uno y ex ministra de la Secretaría de la Presidencia
la otra, por el aislamiento de la diputada Iris Varela de los
puestos de mando en el MVR o por el ascenso vertiginoso y la
posterior caída prevista por sus propios compañeros, del
canciller Nicolás Maduro y el flamante ministro José Khan, cuya
permanencia en sus cargos durante mas de un año, desafiaría el
promedio nacional de duración de los ministros venezolanos en
sus respectivos despachos. Si se hubieran podido quedar en la AN,
a lo mejor se atornillaban hasta el 2021.
Es atemorizante
para muchos rojos asistir en cámara lenta a las agónicas
explicaciones semanales del fiscal general Isaías Rodríguez en
TV, sobre quien mató por fin al fiscal emblemático del gobierno,
Danilo Anderson, a año y medio del atentado, convertido de
defensor de la vindicta pública en hazmerreír de tirios y
troyanos, por su extraña tendencia a convertir los
interrogatorios en torneos emocionales con los testigos. Son
solamente algunas de las muestras, la punta del iceberg, de la
pelea a cuchillo que se libra dentro las filas oficialistas,
imposible de ocultar, que hacer revisar a los dirigentes del
chavismo una y otra vez su porvenir con una mezcla de esperanza
y susto.
En la Asamblea
Nacional, los parlamentarios lo dijeron públicamente en el
debate producido cuando se escapó de la cárcel militar de Ramo
Verde, el enemigo público No 1, Carlos Ortega. De quien hay que
cuidarse es de los pseudo revolucionarios que quieren sacar al
general Baduel del juego. Se trata del mismo general, recién
nombrado ministro de la Defensa, que le pidió por televisión a
los presos alzados, que habían tomado y quemado el penal
militar, después que se fueran tranquilamente los fugados, su
cooperación para restituir el orden. La Policía Militar fue
superada por los paramilitares colombianos y los desertores, a
menos que esos PM hayan mirado hacia otro lado cuando la turba
arrasó con las oficinas directivas y de administración. Según
los del MVR, Luis Tascón y Varela incluidos, se trata de una
trampa tejida dentro del corazón del proceso. ¿Donde acudir pues
en esta hora de traiciones y conspiraciones donde el próximo
defenestrado puedes ser tu?
El padre de la
revolución venezolana, el Presidente de la República, dijo muy
bien adonde no hay que buscar ayuda. Lo subrayó clarito una de
estas noches, cuando presentó su comando de campaña: su pelea es
con Bush y, como se entiende de sus viajes y prisas de los
últimos días, su problema principal es que la sucesión cubana lo
encuentre en control de sus intereses en la isla, para continuar
el proyecto continental en el que coincide con el gobierno de
Castro. Por si acaso esta bulla y este ruido venezolano
intentara perturbarlo, se rodea de un anillo de seguridad con
acento cubano y maletines negros. La guardia de honor
presidencial camina fuera de ese anillo, debe ser que no le
gusta el color de los maletines.
Mas abajo de las
alturas, pueden seguirse persiguiendo quienes se dejen cazar en
este eterno juego sumacero, de corruptos inteligentes contra
corruptos tontos, de gobernadores denunciados contra periodistas
del proceso. Unos son utilizados para denunciar a otros y otros
para embromar al uno. Un ejemplo es el juego de Pedro Carreño
contra Caldera Infante, el ex presidente de Fogade y ex
secretario Ejecutivo de la gobernación de Carabobo, quién
denuncia como persecución política del presidente de la comisión
de Contraloría, una denuncia en su contra por corrupción, que
llegó a una condena política parlamentaria pero que no alcanza a
convertirse en proceso penal. Por el contrario, en vez de ser
imputado, Caldera Infante se lanzó a la Presidencia de la
República y desde el CNE le sacó la lengua a Carreño. Ahí está
también el pulso entre la parlamentaria Iris Varela y el
gobernador de Guárico, Eduardo Manuit, que parece haber perdido
ella, aunque Manuit no las tenga todas consigo con el San Benito
que le quedó de protector de grupos de exterminio.
Más bien Chávez
humilla a los parlamentarios cuando puede, como hizo con el
nombramiento de la nueva presidenta de la Asamblea Nacional,
Cilia Flores, cuya decisión ni siquiera transmitió a tiempo,
para que los parlamentarios pudiesen guardar las formas del
debate, de las propuestas y la elección. A las 12 el presidente
era Pedro Carreño y a un cuarto para la una, la designada es
Flores, el proponente es Ismael García de Podemos y por el MVR,
le dio a comer la guinda amarga al mismísimo Carreño, quién no
sólo debió proponerla, sino aplaudirla.
Desde lejos
parece un desfilar de gente con columna vertebral de gelatina,
como dice una experimentada reportera que los ve a diario,
inclinándose ante el poder que aun les permite seguir viviendo
en el lujo, haciendo todos los días ejercicio para doblarse
mejor, haciendo protestas de entereza revolucionaria, sabiendo
que el día que caigan, nadie, de ningún bando, mirará hacia
atrás.
lucgomnt@yahoo.es