Cuidadosamente,
las maestras de segundo grado, destaparon los paquetitos
transparentes donde venían las galletas, y las abrieron,
partiéndolas para sacarles los papelitos que llevaban adentro.
Luego, se las dieron a los niños.
No habían tenido problemas con aquellos mensajes que exaltaban
al principio sólo los valores alimenticios de la pira, pero
empezaron a aparecer de repente unos que decían: “ el cultivo de
la pira se abandonó por el desprecio de los colonizadores hacia
las tradiciones de los indígenas”.
La hija de una de ellas, de 8
años, le había preguntado a su mamá que era “desprecio” y
quiénes eran “los colonizadores”. Con pocas ganas de explicar en
su casa las palabras desprecio, odio, etc, Anita decidió
contarle un cuento: que a muchas personas no les gustaba
cultivar, que a la mayoría le gustaba era ir al centro comercial
a comer arepas, momento en el cual se dio cuenta, de que el maíz
no había sido “despreciado” por los “ colonizadores” aunque
también es una tradición indígena, por todo el cañón.
La niña se interesó de repente
más por saber cuando la llevarían a un centro comercial a pasear
y se olvidó de los colonizadores.
Pero al día siguiente, en lo que
empezaron a abrir las galleticas de la alcaldía Mayor a la hora
de la merienda, en la escuela se encontraron con esta otra perla
: “ Nacer en Caracas y no ser revolucionario es una gran
contradicción”.
Ahora, los mensajitos se multiplican. Incluyen alabanzas al
proceso revolucionario y a su líder, mezclados con informes de
lo nutritivo que es la pira, y de donde viene su uso.
Muchas de las madres están furiosas e inclusive alguna
amenazó con sacar a sus hijos del colegio amenaza que a lo mejor
no pueden cumplir, porque se trata de un colegio del gobierno,
de los mas baratos de la ciudad.
Las maestras no pueden sacar las
galletas de la escuela, no pueden hacer comentarios del asunto y
quieren mantener sus nombres en reserva, porque se supone que
todas ellas son “del proceso” y a la que no le guste, se va. Las
galletas, huecas y en v, son un remedo de las galletas chinas
que dan la buena suerte. Los papelitos, escritos en letras
rojas, exhiben su pecado original, todo lo contrario de aquello
de haz bien y no mires a quién. Aquí el proceso quiere inculcar
a los niños la pertenencia a un partido político y la reverencia
al líder del proceso, el comandante Chávez, así como la historia
oficial respecto a las tradiciones indígenas. La directora
afianza el mensaje con reuniones semanales donde repite los
conceptos de Aló Presidente y hace declaraciones de fervor por
la revolución a los padres y representantes. La reacción ha sido
de rabia sorda. A las madres le restriegan en la cara, que deben
el que sus hijos coman, al gobierno de Chávez y si quieren que
ellos sigan comiendo y oyendo clases, mejor votan por él. Además
tienen que agradecer que sus hijos serán “ revolucionarios”.
La campaña de la Pira se lleva a
cabo en 87 escuelas del distrito Metropolitano, que dan clases a
alrededor de 35.340 niños y niñas. Se trata de una parte de la
merienda escolar y se proporciona sobre todo a los estudiantes
de preescolar, de la primera y segunda etapa de educación
básica. La presidenta de Fundeca ( Fundación de Desarrollo
Endógeno de las Cooperativas Alimentarias), Ana Barreto Cipriani
conduce los programas Panes (Programa Alimentario Nutricional
Escolar Solidarios) y Pira (Proyecto Innovador Revolucionario
Alimentario), que ha ido avanzando en la siembra, cosecha y
procesamiento industrial de la “Yerba Caracas” .
El nueve de septiembre, se hizo
un acto con la presencia de Barreto y representantes de la FAO y
el Instituto Internacional de Cooperación Agrícola. Cipriani les
explicó que Fundeca hace los trámites del proyecto hecho por las
comunidades a la FAO y luego que se aprueban los créditos, el
dinero se les hace llegar. Hernán Fiori, del Instituto de
Cooperación Agrícola y la representante de la FAO en Venezuela,
oyeron complacidos el anuncio porque el instituto se encargará
de orientar a los productores de los barrios caraqueños sobre el
surtido y el cuidado de los alimentos que siembran, mientras la
FAO establecerá la cooperación técnica y da el dinero.
Nadie les explicó, que después de
producida la harina de Pira, parte del financiamiento se usan en
la producción de galletitas de la fortuna, rellenas de papelitos
“revolucionarios” para sojuzgar mentalmente a los niños
caraqueños haciéndoles creer que le deben algo al “proceso”.
Que el adoctrinamiento político a
los niños no es una práctica fascista del siglo pasado, sino que
ya es parte de sus vidas y de las nuestras.
lucgomnt@yahoo.es