La persecución
mediante procesos judiciales contra periodistas en ejercicio
ha continuado incrementándose en Venezuela. Uno en Táchira,
cuatro en Caracas y sigue subiendo la apuesta. Me da la misma
impresión de cuando comenzó la lista de Tascón a mencionarse
públicamente y se descubrieron varias clasificaciones en cuanto
a la peligrosidad oposicionista de los marcados en el Registro
Electoral.
La idea es
asustar, inhibir, hacer reconsiderar a todos los que escribimos
sobre lo que escribimos, sobretodo si es critico hacia el
gobierno. Durante estos siete años, esa ha sido la táctica.
Primero el
insulto público en las cadenas o en los medios oficiales,
después los golpes y los tiros contra todo el que llevara un
carnet de prensa, un grabador o una cámara, el ataque
indiscriminado a los reporteros de calle. Pero cuando el
gobierno se dio cuenta de que la agresión física no frenaba a
los reporteros ni al núcleo duro de la resistencia de los
periodistas y editores, que no era comprable ni atemorizable,
vino la individualización de la persecución en las cabezas
visibles y militantes, defensoras de decir lo que uno ve, aunque
haya cientos que te digan que estás equivocado.
De la amenaza
pasaron a entablar juicios y a acumularlos. Nada. La oposición
mediática, si la hemos de llamar así, siguió clamando por los
presos políticos, contra los asesinatos en los cuarteles, por el
despido y la venganza contra los ex empleados petroleros, contra
las trampas del registro electoral y las oscuridades del contaje
final de los votos del referéndum revocatorio.
La idea es que no
se hable mas de nada de eso, ni de estos compañeros
periodistas: Patricia Poleo, Gustavo Azócar, Ibéyise Pacheco,
Marianela Salazar, Napoleón Bravo, ni de lo que venga. Todos
menos Poleo, insisten en entregarse físicamente al proceso
judicial de un gobierno que no busca sino la unanimidad o el
silencio. No sé si están equivocados unos y otra en el punto de
la entrega, pero en lo que la gran mayoría de los periodistas
venezolanos están de acuerdo con ellos, es en que los
resultados de todo este movimiento político y mediático no
deben ser ni unanimidad ni silencio.
Respaldo
explícito .Acuerdo para decir lo que vemos. Es lo que mas nos
conviene para obtener respeto, para que no se olvide de que se
trata ser periodista, no amanuense, secretario, jalabolas, socio
o panegirista del gobierno de turno. No es que sea fácil. Pero
como le contesté a un amigo que me preguntó con toda buena
intención " ¿Y porque no nos metemos en esta piñata?, lo que
pasa es que este gobierno cobra muy caro. Cobra en silencio los
caramelos y los jugueticos.
Y lo mas caro
para un periodista, yo diría que impagable, es su silencio.
lucgomnt@yahoo.es