Sentí un escalofrío
cundo los oí intervenir en un acto público de juramentación de
líderes de la Juventud Bolivariana. Sí, son los sustitutos de
los antiguos presidentes de centros de estudiantes, que en vez
de ser electos en asambleas estudiantiles o en procesos
generales, universitarios o liceístas, entre candidatos de
diferentes partidos y organizaciones políticas, son juramentados
por el Presidente de la República y trabajan codo a codo con
el ministro de Educación. Estaban allí, pendientes de las
cámaras de televisión para hablar de su poder, para contar como
se les había electo “voceros”; que es el término que usan ahora
en vez de “delegado”. Alguna dijo también, revelando su sueño,
que mas pronto que tarde estarían allí, del otro lado del
presidium, dirigiendo la sociedad.
(1)
Prometieron
controlar a sus escuelas, a sus profesores, hacerse
omnipresentes para conducirnos hacia el país completamente
revolucionario que imagina el Presidente de la República.
Me imagino que no se
dan cuenta de lo incongruentes que se ven, sentados al lado del
poder, aplaudiendo al gobierno, sumándose a las filas del
control de los demás, siendo tan jóvenes.
No quiero pensar que
lo hacen por interés. Hasta hace poco sostenía que los niños y
los viejos actuaban sin mayor apego a la conveniencia económica
o política y me he ido desengañando paulatinamente. Es posible
que no entiendan en toda su extensión que significa plegarse,
utilizar a otro, manipular, o que ya estén cansados de hacerlo
y hayan superado esa etapa, pero niños y ancianos usan esas
armas. No depende de la edad la vocación de mando, de riqueza
o de control arbitrario, depende de sentir con el otro, de
algo que llaman empatía. Y eso funciona o no, a los cinco años
o a los ochenta. .
Fue educativo, pero
sorprendente, ver funcionar en vivo y directo el mecanismo de
fabricación de pioneros. Algo había visto en los documentales de
los mítines cubanos y en las viejas películas de la China
maoísta. Pero me sorprendió, porque no pensé que ese tipo de
pensamiento pudiese calar aquí a gran escala. Está visto que
Venezuela sí se puede engranar a masas de niños en el partido
político del gobierno de turno, vestirlos de rojo, hacerles
gritar consignas a coro, estimularlos a pronunciar largos
discursos sabihondos llenos de lugares comunes sobre el bien, la
igualdad, la participación, la verdad, la libertad y hacerlos
esperar ansiosos una señal de aprobación, una pasada de mano por
la cabeza del comandante, del presidente, del salvador de la
patria. Me quedé pasmada.
Son tan distintos a
otros muchachos que he conocido, por lo menos en la forma en que
se comportaron esa noche con Chávez, que uno piensa si es que
serán de verdad o si se ha inventado un cartón piedra
revolucionario, para construir muñecos parlantes, siempre
sonrientes, satisfechos, bien educados y perfectos. Por lo que
dijeron, no me los imagino tirando taquitos en un aula, ni
estudiando a última hora para un examen, ni lanzando bombas de
agua en carnavales, ni enamorándose de un compañero que no le
hace caso, pasándose semanas con la cabeza en las nubes, sin
estudiar..
No, estos muchachos
prometieron reunirse todas las semanas para alcanzar “la
igualdad y la fraternidad” entre los compañeros, pidieron que
eliminaran los colores distintivos de las camisas de los alumnos
de los liceos, para “que todos se sintieran iguales” y van a
someter e evaluación (ahí se me acentuó el escalofrío) todas
aquellas actitudes que vayan contra la esencia de la revolución
que es ser, me imagino, todos bolivarianos bajo la égida del
comandante. Ellos sustituirán las antiguas estructuras
políticas, léase federaciones de centros universitarios, centros
de estudiantes, etc., etc., con sus grupos de “voceros”. Entre
paréntesis, en eso se mostraron superultrademocráticos, están
armando una estructura igual de vertical que las anteriores,
pero disfrazándola con palabras, como vienen haciendo todos los
políticos desde los griegos antiguos para acá.
El Presidente, ya se
sabe, les repitió el guión: “como te llamas tú- que edad tienes-
de dónde vienes - ah, de XX, tierra de hombres y/o
mujeres-revolucionario/as- ¡vamos a felicitarte!” ·. Hasta que
se cansó y dijo que ya se tenía que ir, que otras tareas
importantes le esperaban, que el tiempo es valioso (el suyo, no
el de los demás, ya que sus cadenas duran siete horas del tiempo
de otros). Al final, un joven “logró” que le dieran la palabra
para hacer la propuesta mágica. Aquello que había motivado todo
aquel jaleo jalabólico juvenil. Pidió que se eliminara la Prueba
de Aptitud Académica, para que “todos- seamos- iguales- y-
entremos- todos- juntos- a- la- universidad”.
Aplaudieron a
rabiar. Me imagino que algunos pensaron con una ingenuidad
acomodaticia, que basta con que nos dejen entrar a una a una
universidad, a un trabajo o a un club, para ser igual a todos
los que están allí. Obvian inmediatamente en este caso, quiénes
son como estudiantes, su esfuerzo, sus ganas de ser alguien
útil, su persistencia, su inteligencia. Se trata de ser igual
simplemente por estar. Es criminal que les hagan creer que en
caso de que hubiese suficientes cupos para todos los aspirantes
en Computación, Ingeniería, Periodismo o Medicina, para poner un
ejemplo, en la UCV, todos pasarían cada año, se graduarían,
serían doctores o licenciados y vivirían felices para siempre.
Me imagino las clases en el gimnasio cubierto, en primer año de
la carrera que sea.
Otros estaban
contentísimos, porque a eso iban, a intentar abolir, utilizando
una asamblea al viejo estilo, una de las libertades más antiguas
de la que gozan universitarios de todo el mundo, la autonomía.
Lo único que separa a las universidades venezolanas de tener al
gobierno haciendo lo que le da la gana en ellas, es la ley que
la consagra. Por ese derecho pelearon durante años otras
generaciones de profesores y alumnos desde que se inventaron
las universidades, en otro continente, en otras épocas. Por
supuesto que también se luchó por ella, a sangre y fuego, en
Venezuela.
En esa etapa de la
operación de destrucción institucional estamos ahora, no hay que
llamarse a engaño. Y para eso, servirán en primera fila, los
niños de cartón piedra.
Notas:
1) En el Encuentro Nacional de Voceros Estudiantiles de los
Liceos Bolivarianos, el ministro de Educación Superior,
Samuel Moncada, destacó que el año pasado 500 000 estudiantes
presentaron la PAA para optar a 60 000 cupos repartidos entre
los distintos institutos de educación superior de Venezuela.
lucgomnt@yahoo.es