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No hay  ofensa

cuando me dicen negra
por Lucy Gómez
domingo, 17 septiembre 2006

 

“Drume negrito, que tu mama está en el campo, negrito

Te va a traer codornices

Para ti

Te va a traer rica fruta

Para ti

Te va a traer muchas cosas

Para ti”

 

 

Negrito, negrita. Negra. Ven acá negra. Estás buena negra. Te quiero negra.
¡Mire negra. venga acá!. Toda mi vida en Venezuela he sido eso, una negra.

Una negra querida. una negra respetada, una negra adversada, Una negra  atravesada. No una afroamericana. Nadie me lo ha dicho jamás. “Epa, afro”.
¿Cómo le podríamos decir al representante de los afroamericanos chavistas  de Venezuela,  a quién le da pena que le digan negro?

 

Yo sé que eso es un asunto geográfico y cultural. Una ofensa en otras tierras.

En Venezuela, donde yo tengo tres hijos, uno blanco con rasgos de negro, una negra con rasgos de blanca y un gocho con cara de indio, ser el negro de alguien es ser acunado en el amor, en el consentimiento, en el respeto. Es más, como muestra de gran amor, a los hombres que uno quiere, les dice “mi negro”, aunque sean blanco rojo.

 

Ahora unos “periodistas” que dicen estar por la verdad y que hace poco propusieron que  nos convirtiéramos en informantes de la policía, por aquello de demandar a Globovisión porque no habían alertado a las autoridades de la fuga de Carlos Ortega, quieren que en vez de convertir la fuga en noticia, croemos como sapos. Y luego, se muestran  muy preocupados porque en las campañas electorales de Venezuela, se denigra según ellos  de la gente negra, porque el candidato de la oposición, Manuel Rosales, ofrece una tarjeta  de subsidios que se llama “la Negra” .

 

No les molesta por supuesto que  exista  una campaña del gobierno, basada en la propaganda de una misión  llamada Negra Hipólita,  que fue una negra muy querida

pero esclava de la familia Bolívar. Los Bolívar nunca la liberaron porque la emancipación de los negros en Venezuela, no fue un issue político en ese tiempo.

 

La oposición podría decir,  que aparte del amor que le tuvo a su aya el Libertador, es una mácula del gobierno  poner a una esclava como emblema de una de las misiones del gobierno. Pero no los vimos así.

 

Lo que fastidia, es que nos quieran imponer una discriminación que no es tal. Es una falacia, como aquella de que ser periodista es una oportunidad para ser sapo o informante de los cuerpos de seguridad. El carro delante del caballo.

Es precisamente lo contrario. Ser periodista es poner la información y el derecho a su acceso de toda la comunidad,  por delante   del poder y su eternización por medio  de recursos policiales o de seguridad de cualquier régimen, sobre todo de los autoritarios.

 

Tontos hay en todas partes. Son esos mismos que  en Venezuela  denigraban de los inmigrantes españoles y portugueses, por no comprender su tozuda inclinación al trabajo que les permitiría traer a sus familias desde Europa. Lo mismo de ver en los asiáticos una gente extraña, indiferenciada a quiénes les decían, viniese de donde viniese, el chino o la china. Son los mismos que han molestado a las guajiras toda la vida porque usan bata o que no comprenden a los piaroas y les molesta como se visten o como huelen.

 

Hoy, en la Venezuela  llena de ciudadanos netamente urbanos, donde todos somos mas iguales que cuando se declaró la independencia, ser “ el portu”, la “china”, “el catire”, “la negra  o “el gocho”, nunca ha sido un insulto. Y la mayoría de las veces, con solo un mi por delante, se convierte en caricia.

 

¡Váyanse con su odio para otro lado!
Yo seguiré arrullando a mis negros blancos, a mis blancos negros, a mis catires margariteños, a mis chinos y a mis guajiras, que también son “chinas”.  Sin reverencias al poder, sin diferencias por la piel, sino solamente por el grado de amor al conocimiento, a la libertad, al trabajo, a la iniciativa personal y al respeto a todos los seres, humanos o no.

Ah, y también por amor a ser como a uno le de la gana.

lucgomnt@yahoo.es    

 
 
 
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