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La dictadura entronizada 
por Lucy Gómez
sábado, 17 junio 2006

 

Eliminada la posibilidad de hacer primarias, concluido el tiempo para hacer una contraloría confiable del registro electoral venezolano, alcanzada la cifra de 24 candidatos de oposición, la mitad del año llega con definiciones políticas.

Las encuestadoras insisten en que el universo venezolano está dividido a la mitad por chavistas y antichavistas. Es discutible. Lo que sí no tiene discusión es que las elecciones de diciembre cayeron en el terreno de la más pura indiferencia para los electores de ambos grupos.

No atraen a nadie. Ninguno de los candidatos (Chávez incluido) parece estar en capacidad para levantar al electorado para que vaya a sufragar en las máquinas, porque hay un convencimiento general de la inevitabilidad del plebiscito que dará al presidente Chávez carta blanca para quedarse hasta cuando el “chavismo sin Chávez”, si eso existe de una manera orgánica, lo quite del medio, espero que de una manera democrática.

El CNE se comporta también de la manera prevista. Nada de salirse de los márgenes estrictamente políticos del cumplimiento de las órdenes del gobierno, que le impedirán conceder a la oposición ninguna condición que le permita hacerse una imagen de organismo con-fiable ante ninguno de los bandos.

Se pelean como se sabía que iban a hacer, los partidos de oposición entre sí. AD denuncia al candidato de Primero Justicia, Julio Borges. Teodoro Petkoff, Borges y Manuel Rosales son vistos por los demás aspirantes como un trío excluyente, Súmate también ha sido acusada de sectaria. Se oyen todo tipo de invectivas contra Elías Santana a nombre de quienes adversan su estilo y el de Queremos Elegir. Se salva un poco el grupo La Colina, porque hasta ahora sus integrantes eran unos perfectos desconocidos para el gran público.

La opinión internacional hace más oposición a las políticas de Chávez que la oposición venezolana. También los chavistas, con su escabechina interna llena de escándalos, destituciones, acusaciones, exilios y suicidios ayudan a la mayoría silenciosa a hacerse una idea de la catadura de país que tendrá s tras la entronización del comandante.

¿Y la calle que se proponían calentar los políticos? Pues la calientan los choferes que protestan por la muerte de sus compañeros y cierran las calles de los barrios todos los días, en todas las ciudades de Venezuela; los estudiantes, llenos de rabia por la intervención del gobierno en sus procesos internos, con ese afán totalitario de quitarles la autonomía universitaria; los sin techo, que van a Miraflores, a las Mercedes y se le presentan al Presidente donde quiera que va personas que duermen meses en las aceras para protestar por los engaños que les hacen y las casas de juguete que les dan, sin cañerías, sin aceras, sin electricidad. También dar calor los jóvenes que coparon avenidas completas para mostrar como los asesinan día a día, hasta llegar en 7 años a 79 000 víctimas sin que el estado haga nada; Las enfermeras y los médicos que desfilan frente a cada hospital, porque se le muere la gente en las manos, al no tener como trabajar. Además que no les pagan el mísero sueldo que les asignan.

En fin. Todo llega, hasta diciembre con sus diez millones de votos construidos desde el CNE, las calles vacías de votantes y los gritos de triunfo del círculo presidencial.

Entonces, tendremos la investidura formal de una dictadura. Esa que tendrá que enfrentarse con la calle que calienta la gente de a pie, con sus guerras internas y con su corrosiva corrupción. Ese es el país que construimos todos y el que tendremos.

lucgomnt@yahoo.es    

 
 
 
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