El
uso de la. amenaza y de la agresión física contra ciudadanos en
distintas regiones, en hechos relacionados o no con la campaña
electoral, dan cuenta del ambiente en que se vive en Venezuela
en estos días.
Se han producido
casos emblemáticos del abandono y el desprecio en que el
gobierno tiene a los trabajadores de determinados sectores,
como el de la agresión indiscriminada con armas a mineros y
pescadores, tanto como se presencian estallidos aparentemente
pequeños, los pedacitos de violencia que se sufren todos los
días al usar diferente vías de comunicación como el metro o el
transporte superficial de nuestras ciudades, o simplemente al
permanecer en la calle.
No hay día en
que no se detenga el metro en Caracas, por un suicidio o porque
los usuarios desesperados se enfrentan entre sí o con los
empleados de seguridad del subterráneo, a golpes o a tiros. Ya
la autopista Regional del Centro puede publicar su extenso y
rico libro de novedades., que sería un best seller de tantos
choques múltiples, manifestaciones y colapsos varios, cada uno
con una historia a cual mas chocante.
Los ladrones
también andan desesperados con la cantidad de dinero que huelen
en la calle. Es normal ya el uso de bebés y menores de edad para
cometer delitos. En la última semana, se registraron secuestros,
atracos y asesinatos usándolos para distraer a las víctimas.
También se
ejerce violencia sobre el ciudadano votante. Todos los días lo
amenazan. Por ejemplo, en toda la vía de la avenida Libertador,
por arriba y por debajo, están pintadas las paredes con «Si te
atreves, te arrepentirás". Abajo habría que ponerle una firma:
la esvástica.
Durante una
intervención dentro de PDVSA, que había seguido a una semana
donde llegaron a las redacciones de los periódicos, las
fotocopias de las advertencias escritas contra los trabajadores
petroleros que no dieran dinero a la campaña del presidente
Chávez y que no se presentaran vestidos de rojo a los actos
proselitistas, el ministro de Energía y Presidente de la casa
matriz, Rafael Ramírez protagoniza lo que en otro país le
hubiese costado no solamente el puesto, sino una multa
millonaria y la expulsión de los cargos de administración
pública por un largo periodo, debido a que utilizó su
investidura, pagado por todos los contribuyentes, para
propósitos fraccionales políticos y en beneficio de sus
intereses personales.
El Presidente, un
día después, lo anima y además, seguidamente amenaza a los
dueños de las televisoras con revocarles la concesión en marzo
de 2007. De paso, al igual que el ministro, amenaza
implícitamente a los trabajadores de esas plantas con dejarlos
sin trabajo. Ya que todo el mundo, en este país tiene que ser
de su partido. La imposición en el trabajo, los empujones en la
calle, la explosión de delincuencia están presionando a un gran
número de venezolanos.
No sé que sienten
ustedes cuando los obligan a hacer algo. Yo generalmente lo que
siento es rabia. Y la presión que hay en Venezuela por
convertirnos en una masa monocolor en lo político, sujeta
además, sin defensa a la delincuencia, es intensa.
Es curioso. Tengo
la tentación de dejar este artículo hasta aquí. Pero me veo
obligada a comentar que la rabia se manifiesta de muchas
formas. Hay quien la deja salir y hay quien, al no poderlo
hacer, la acumula o la manifiesta de modos alternos,
generalmente perversos. La carga de rabia acumulada en.
Venezuela en los últimos años es verdaderamente impresionante. Y
los signos de su existencia se escapan por pequeños huequitos
de conflicto social. Habría que tener en cuenta las
definiciones sobre la violencia venezolana: tiene un alto
componente ritual, es decir que se ejerce como un fin en si
misma y no solamente para alcanzar objetivos económicos o
políticos, es caótica, por lo cual carece de sentido estratégico
o de modalidades de organización en torno a ejes que la
regularicen. Es impredecible, puede sorprender en cualquier
lugar o tiempo y es desproporcionada, tanto por que la
reacción sea desmedida, comparada con el estímulo inicial o
porque aparece sin explicación. Cada vez menos hay mecanismos
sociales que resulten efectivos para contenerla.
(1)
Estamos inmersos
en una inmensa sopa de violencia. Harían bien en no seguirla
calentando.
Nota:
1) Luis Pedro
España en La Naturaleza de la Violencia Social. Sic. mayo
1993.
lucgomnt@yahoo.es