No
me ha extrañado nada que los precandidatos presidenciales
mayoritarios de la oposición se hayan resistido hasta lo último
a hacer las primarias que les había convocado Súmate. Nos han
dicho que no sabían nada de la decisión de la ONG de
desconvocarlas (Borges), no han aclarado porqué tenían previsto
de antemano no asistir a la consulta (Petkoff). Y más bien han
acudido al expediente de proclamar la expansión nacional de su
fuerza electoral (Rosales), en vez de hablar del punto.
Han insistido todo el tiempo en que no hay que preocuparse,
porque “siempre habrá tiempo” de recurrir a las primarias, sin
explicarnos su validez, pertinencia o posibilidad de realización
práctica. No les ha quedado mas remedio que acceder, porque han
sido objeto, una vez mas del rechazo general del votante medio a
la adaptación sin más a las condiciones que impone el gobierno,
a ir como sea a legalizarle las elecciones de diciembre y a ese
carnaval de propuestas deshilvanadas de la realidad práctica que
nos han hecho.
También presentía que los restantes 21 candidatos de la
oposición iban a llorar lágrimas de sangre porque se les termina
la “exposición mediática”, para traducirlo de alguna manera, el
pescueceo que los ha caracterizado en el último mes. Los
carrizos iban a las radios en la mañana, presionaban a los
periódicos entre 10 y 12 del mediodía y luego se aparecían en
Súmate para que los entrevistaran. Se mudaban en masa a las
redacciones para proclamar, en tono que intentaba ser
intimidante: “soy candidato” y “hay que entrevistarme”, aunque
todo el mundo supiera que ni su mamá iba a votar por ellos.
Lo que no tenía tan claro era que el trío, cuyos integrantes
tienen las mejores posibilidades de ganar la presea de ser
abanderado de la oposición, se iban a adaptar tan rápido a las
disposiciones del chavismo para acudir a las mesas electorales,
aún cuando saben que la mayoría de sus votantes tienen inmensas
dudas sobre la validez del Registro Electoral venezolano y una
certidumbre absoluta de que nos van a hacer trampa, de todas
todas con Registro, plan República y campaña electoral incluidos
El triunvirato se atrevió a hacerle una verónica a sus
potenciales partidarios, para sacarle la silla a las propuestas
de los rectores universitarios de la UCAB, la USB y la UCV de
revisión del Registro Electoral y han sometido a la
consideración del gobierno un híbrido populachero neotécnico
como aquello de “revisar los errores del Registro casa por casa“
y otras paparruchadas como que “estamos dispuestos a sentarnos
con los técnicos del CNE a precisar los aspectos metodológicos
que aseguren la realización de la auditoria confiable que espera
el país” (1).
Por supuesto, la respuesta de las
jefas del CNE ha sido la lógica del vencedor. Cálense adaptarse
al Registro como nosotras lo tenemos previsto y no hagan olas,
agradezcan que los dejamos entrar a ver vidrieras, que nosotros
les diremos como bailar al son que les toquen, cuando y como nos
de la gana.
¿Por qué hacen estas cosas? Hay varias explicaciones
Una de ellas es que se pliegan totalmente a ir a estas
elecciones, porque sean cuales sean las trampas que ponga el
gobierno a los votantes, eso termina siendo un problema de los
venezolanos comunes, no de los candidatos presidenciales, cuyo
trabajo es ser políticos. Son seres que tienen diferentes
opciones de vida y de sobrevivencia que el resto de los
mortales. Lo de ellos es trabajar de candidatos a algo, ganen o
no.
Otra es que están convencidos de haber llegado allí porque no
hay otras opciones, es decir, que el pueblo de la oposición
tiene que soportarlos, ya que son los únicos líderes existentes.
Tercera. En Venezuela se transgreden las leyes y las normas
sociales y/o políticas y/o democráticas porque no hay sanciones.
En vista de lo cual, se puede ser un líder político malazo y no
pasar nada en absoluto, sólo se arriesga uno a hacer el ridículo
de vez en cuando.
La permanencia de los mediocres
Entre nosotros ha sido un éxito permanecer. Es decir, ser líder
a costa de lo que sea. Así, han persistido por veinte años en
nuestro registro político, fantasmas cuyo mayor crédito ha sido
vender una tarjeta electoral o aparecer como partidarios de
determinado grupo para “hacer bulto”. No son cadáveres
políticos, sino zombies insepultos. Uno puede ir con máscara de
demócrata en Venezuela, consiguiendo espacios a lo largo de los
años viajando a todas partes, dando discursos y cátedras, como
hizo la izquierda venezolana derrotada en los setenta y ochenta.
Así se sobrevive a punta de aceptar cargos de ministros, curules
en el Congreso de la República, e inclusive de figurar como gran
asesor en campañas de candidaturas presidenciales, todas ellas
derrotadas, incluyendo por supuesto las de Teodoro Petkoff y
José Vicente Rangel. Migajas, como se diría ahora, lanzadas por
“la cuarta” adeco copeyana a sus comparsas de entonces.
¿Eso es lo que proponen que haga la oposición de ahora en
adelante, hasta el 2021? Es decir, en lo que corresponde a
estrategia, no hemos avanzado mucho. . ¿Es cierto que hay que
aguantarnos los errores de estos dirigentes porque no nos queda
otra?
La
abstención de 80% de los votantes venezolanos en diciembre
pasado hizo emigrar a muchos políticos de sus cómodas cuevas
parlamentarias a la calle, situación que temían, con mucha
razón. Pocos han sobrevivido exitosamente este año. La situación
los agarró absoluta y desagradablemente fuera de base. Es
posible que la clave de la supervivencia política de ellos sea
como tal y cual dicen, pero su suerte no es indefectiblemente la
del resto de los venezolanos. Por lo menos, verlos sin
maquillaje ya es un avance. Hacerlos avanzar en el camino
unitario casuístico de este año, aunque sea a punta de
empujones, producto del rechazo del hombre de a pie a sus
metidas de pata, proporciona alguna esperanza.
Notas:
1) Comunicado
de Teodoro Petkoff del 30 de junio
lucgomnt@yahoo.es