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Un
olor a muerto
por Lucy Gómez
sábado, 1 abril
2006
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Este
fin de semana debe haber sido duro para el magistrado Luis
Velásquez Alvaray. Se gastó una millonada en un periódico
particular de 36 páginas donde publica su defensa. (No tiene
indicaciones de editor, de responsables informativos o
editoriales. La gente ha aprendido mucho en este país. Por otra
parte, no sé si lo ha pagado él. ¿Que será peor, que lo haya
pagado él o que lo haya pagado el Tribunal Supremo?).
Ha expuesto su punto de vista en cuanto medio audiovisual,
escuálido o no, ha encontrado.
Acusó duramente a ministros y a magistrados, así como a un grupo
de abogados de pequeño tamaño e igual moralidad, que manejan al
mismo estilo que en la cuarta república, una “tribu” judicial
que decide procesos, entierra casos y promueve lumbreras
judiciales que se venden al mejor postor. A pesar de su
esfuerzo, no han temblado los cimientos de la Quinta República.
Es difícil perder el poder y aceptarlo más todavía. Así como los
quince minutos de fama son un hito en la vida de cualquiera, los
cien años de olvido constituyen el trance mas duro de tragar.
Yo me di cuenta que estaba muerto, cuando acusó al ministro de
Relaciones Interiores Jesse Chacón de relaciones con el
narcotráfico y hubo un extraño silencio de la otra parte. Las
respuestas vinieron después: la sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia no se conmovió con sus palabras. A sus manoteos
televisivos y a sus protestas de inocencia, sólo sucedió el
vacío.
Y en cuanto al Fiscal General de la república, Isaías Rodríguez,
que descubre testigos inauditamente verosímiles en el caso
Anderson, no proporcionó otra respuesta sino un adjetivo
calificativo sobre las pruebas. No son concretas. El
magistrado,”as” legal de la Venezuela revolucionaria, no
presentó pruebas, sino “periódicos”.
Hasta a mí me dio un escalofrío cuando todos los representantes
del gobierno que declararon sobre su caso, incluyendo al
vicepresidente José Vicente Rangel, le recomendaron en el más
atemorizante tono revolucionario, que se someta al tribunal
ecuánime del proceso, que se llama Poder Moral, llamado a
juzgarlo por el tamaño de su investidura.
Por cierto, ninguno de ellos admitió conocer a ningún enano.
By the way, la televisión venezolana goza un mundo pasando
películas de Blancanieves, las canciones de “aijó, aijó”, etc,
etc. Hay una película donde se destaca al enano gruñón, de
Disney, muy recomendable en estos casos.
Lo que ocurre es que a quienquiera que le digan que se someta en
el París de la Revolución Francesa, en La Habana de 1959 o en
Caracas, a la justicia revolucionaria tranquilito, lo piensa
detenidamente. En Venezuela, por ahora no lo guillotinarán o
fusilarán, pero de lo que sí puede estar seguro es que basta ese
pulgar hacia abajo, del presidente Chávez o de, en este momento,
Jesse Chacón, para que le llegue la muerte civil.
Y el olor a muerto, no se quita.
La cuchilla
Que conste. Estas muertes forman parte de un aggiornamento
político con vista a las elecciones de diciembre de 2006.
La operación se ha llevado por delante a Jorge Rodríguez, el
informático rector del CNE, uno de los operadores mas efectivos
del gobierno en materia electoral. Se hizo una malísima imagen
después de la abstención brutal de 90 % de diciembre pasado y de
los informes de su gestión con recomendaciones sibilinas de la
Unión Europea y de Capel, que había que leerlas en su contexto.
Si las máquinas y el operativo estaban perfectos, pero había
desconfianza total del electorado venezolano hacia el Consejo
Nacional Electoral, ¿de quién había que desconfiar? De los
únicos que quedan después que quitas las máquinas y el proceso:
los operadores.
No hay manifestaciones a favor de Rodríguez que valgan. El
pulgar del César decidió su suerte en Miraflores.
A Antonio Albarrán, el ministro que dirigió las ardientes tomas
de tierras privadas en los últimos meses de 2005, también le
llegó su hora en conjunto con sus colaboradores, tanto en la
milicia como en el sistema financiero, en el caso del robo de 2
millardos de bolívares del Central Azucarero Ezequiel Zamora, en
Barinas. (Hay que explicar que el sistema financiero del
gobierno, mandó al sacrificio a dos humildes representantes, los
cajeros locales de Banfoandes, porque sus jefes estaban muy
ocupados. Ellos pagan los cheques y van presos cuando el proceso
lo mande, porque para eso les pagan salario mínimo).
La comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, otra
ejecutora del proceso de limpieza arrastró a Jesús Caldera
Infante, ex presidente de Fogade y ex secretario ejecutivo de la
gobernación de Carabobo, así como tiene en la parrilla a su
jefe, el gobernador Luis Felipe Acosta Carles, que al parecer se
relaciona de manera deficiente en el ámbito social y político
con una cuerda de sospechosos. No hablemos del CTN del MVR, que
ha detectado entre los 158 casos denunciados por corrupción en
la misma comisión parlamentaria, las malas ejecutorias de varios
infiltrados de las bandas criminales, en Cojedes, en Barinas, en
Carabobo que dentro del MVR conspiran contra Chávez y pare ud de
contar. Por supuesto que piensan enfrentarse con los malos para
garantizarle 10 millones de votos en diciembre al Comandante.
Se espera que para noviembre, la pirámide de cabezas de
corruptos cortadas haga efectiva la promesa de acabar con la
corrupción que hizo hace ya 7 años el comandante Chávez., Si no,
quiénes se la pasan prometiendo boberías, verán a sus propios y
queridos rostros en la cumbre del monumento. No nos extrañemos
de la suerte de nuestros magistrados, nuestros parlamentarios,
nuestros ministros del gobierno. Sucumbirán para que la
revolución pueda vivir.
lucgomnt@yahoo.es
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