Cuando
conocí a Carmen Alicia Beaujon, a mediados de los ochenta, no
me imaginaba que existía en mi país un grupo de personas, como
aquel en que ella era dirigente, con una visión tan moderna de
la política y a la vez, tan práctica. Era una dirigente de
movimientos ciudadanos de clase media alta, como se le decía
entonces, en Prados del Este y tenían mas de 10 años en ese
trabajo, haciendo crecer un movimiento que siempre fue mal
visto por los partidos políticos de toda laya. Tal vez una de
las expresiones que mas define ese desprecio de los
profesionales de la política fue la frase “ ¿ con que se come la
sociedad civil?” de don Luis Miquilena, ex ministro de Chávez,
cuando aún estaba en el gobierno.
Bien, Carmen Alicia también fue una de las
primeras mujeres venezolanas que se graduó en la universidad.
También compró y condujo una de las primeras camionetas que
hubo en Caracas.
Con una personalidad exuberante, pero al mismo
tiempo celosa de su sencillez y su humildad, fue una de las
inspiradoras y creadoras de un gran movimiento vecinal que
anunciaba una Venezuela mucho más democrática, participativa,
mucho más digna y respetuosa de la individualidad humana , que
aún no llega pero que no quiero expulsar aún del corazón.
Carmen Alicia, siempre ha votado. Siempre lo
consideró un derecho inalienable, tema con el que muchas veces
no he estado de acuerdo. Al contrario, apelando a mis
realidades, voto cuando lo creo necesario e importante y me
parece que desvalorizo mis derechos cuando los ejerzo en
condiciones putrefactas para mi formación ciudadana.
Pero en fin, esto no se trata de mis
diferencias sobre como se ejerce la democracia en un país tan
heterodoxo en esa materia como este, sino en como el espíritu
humano sobrevive a constantes atentados en todo momento,
condición y edad.
Ella se mudó de Caracas a Valencia con una de
sus hijas hace algunos años y como ha votado desde joven,
cincuenta años después pensó que para hacerlo de nuevo, la
diligencia sería una simple operación de cambio de domicilio.
Pues no, la borraron del Registro Electoral,
porque (supongo yo) porque por su número de cédula ( 68795)
presumieron que se había muerto. Como muchos de ustedes saben,
Carmen Alicia no se quedó con esa. Llamó a Alo Ciudadano, donde
declaró por teléfono dos veces, fue a los periódicos
nacionales y a Notitarde donde publicaron sus protestas. Pero
nada, nunca apareció en el RE. “No se dieron por enterados”.
Pues bien, se presentó en su silla de ruedas el
día de las votaciones municipales, con un cartel donde exigía
votar. Muchos de ustedes la vieron con su valentía y su
actividad de provocación ciudadana que nunca perderá, en una
foto que publicamos. Al día siguiente.
Alguien le dijo entonces, que el asunto era
inscribirse como nueva votante y punto. Y aun con la
repugnancia de cederle su memoria de votante pionera al CNE
actual , lo hizo: volvió y trató de inscribirse.
¿ Y ustedes saben cual fue la respuesta del
funcionario representante esta inhumana sociedad en la que
vivimos?.
“No la puedo inscribir, porque usted está
muerta. Tiene que traerme una fe de vida”.
Es decir, un ser humano, en silla de ruedas, no
está vivo si no lo dice un papel, aunque vaya con su cédula a
exigir su derecho.
Así estamos. No hablemos de la
increíble crueldad de tratar así a una mujer mayor y enferma,
porque Carmen Alicia no necesita que le tengan lástima. Por sí
sola es un ejemplo . Lo que ocurre es que ella no es el único
caso. Así tratamos nosotros a nuestras ancianos, a las viudas,
a los enfermos, sólo porque los vemos débiles. Las maltratamos.
Veámonos en esta Venezuela y que democrática, que tiene unos
funcionarios completamente deformados, deshumanizados y
tramposos.. Por eso, ¿ de que nos extrañamos cuando vemos
denuncias de fraudes, de trapisondas, de robos de derechos, de
maltratos sin límite?. La medida de salud de toda sociedad es
como trata a sus niños, a sus viejos, a sus enfermos. No hubo un
solo funcionario del CNE, de cualquier altura, que reaccionara a
las denuncias publicadas y televisadas acerca de las injusticias
cometidas contra Carmen Alicia Beaujon, No esperaba menos de
ellos. Esa es su catadura. Pero parece que no tienen límite.
lucgomnt@yahoo.es
|