Una
sensación de vértigo lo invade a uno cuando nota la profundidad
del irresoluto conflicto de Bolivia. A cada petición de Evo
Morales, ceden los representantes del gobierno, pero se
profundizan las diferencias entre el pueblo boliviano.
¿Creían al empezar a leer que estaba hablando de
Venezuela? También es posible. Casi todos los países de América
Latina, tienen ese problema de cuerosequismo. Nos pisan por un
lado y nos levantamos por el otro. Hemos sido amasados como
naciones, sin que las regiones que nos integran tengan identidad
de propósitos e intereses compartidos. Que se note mas esa
división en Bolivia entre la gente del Alto y los indígenas, que
entre centrales y andinos venezolanos, es un asunto de tiempo
histórico y acumulación de riquezas, que aliviaron esas
tormentas en Venezuela, mientras las agudizaron entre los
bolivianos.
La manera de enfrentar los problemas parece ser
bastante parecida en todo el continente. Enfrentados a líderes
populistas, carismáticos y con un poder violento y creciente, ya
sea natural o inducido, en esta década, la respuesta de una gran
mayoría de los dirigentes políticos y sociales es evadir el
conflicto, tomando la bandera de una paz a toda costa, que no
evita los desenlaces armados, sino que los alimenta con todo
cuidado. No hay nada que excite mas a un depredador que el olor
de la sangre de su enemigo. Es difícil que la cadena de
humillaciones a los opositores en Venezuela acabe, cuando bajan
la cabeza la primera vez.
Quiénes creyeron que bastaba con quitar su firma
de la lista de Tascón para que le dieran otra vez trabajo en el
gobierno de Hugo Chávez, se han visto marcados como Caín en la
creación del nuevo mundo chavista donde se les sigue impidiendo
el acceso por desconfianza a cargos, contratos y otros
beneficios. Quiénes piensan que Evo Morales se detendrá después
de haber logrado la renuncia del presidente Mesa y de sus dos
sucesores constitucionales también se equivocan, guardando las
distancias. Forzará la barra hasta que le den la presidencia,
aunque el país se rompa por la mitad.
Lo mismo pasó en Europa, cuando Neville
Chamberlain, el canciller que antecedió a Winston Churchill
creyó conseguir la paz para Inglaterra con su política de
apaciguamiento, al firmar el pacto de Munich con Hitler. Porque
lo que hizo Hitler fue seguir mordiendo. Inmediatamente invadió
Checoslovaquia y el mismo Chamberlain tuvo que declararle la
guerra cuando invadió a Polonia, viéndose obligado a renunciar
poco después. Dicen que ha llegado el tiempo de los líderes
socialistas en el continente, pero es posible que lo que haya
llegado es el tiempo en que nos demos cuenta cruelmente que
mientras confiamos nuestro destino a estos líderes carismáticos,
sean militares o civiles, socialistas o capitalistas, por
ponerles algunas etiquetas, no hacemos sino lamentarnos de las
consecuencias, cada vez mas graves de nuestros desequilibrios
que ellos agravan. Y los desequilibrios no se curan colocando
mas poder en la balanza del que grite y amenace mas, o en la de
quién posea una irresistible simpatía, que nos diga todo lo que
queremos oír.
Solo si nos resistimos estructuradamente a la
tentación de ceder siempre en nombre del miedo, la comodidad o
el placer, podemos construir naciones coherentes. A los
venezolanos, nos falta evidentemente en este momento la
capacidad de oponernos sin histeria, de resistirnos
implacablemente. Estamos en los extremos: o con la revolución o
con el exterminio de los revolucionarios y por eso aún somos
presa fácil de la desesperanza y de la inmolación inútil, así
como del extremismo jalabolas y de la ceguera por el proceso.
lucgomnt@yahoo.es
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