Los últimos
días de la semana pasada en Caracas estuvieron marcados por
las manifestaciones de decenas de familias que llegaron a
reclamar las viviendas que les prometió el gobierno.
Han llegado de todo el país alentados por esa
promesa. Tener casa propia, una casa decente, digna. Dejar de
vivir entre los malos olores, sin cloacas que pasen abiertas
ante la puerta de entrada, con los niños enfermándose cada vez
de infecciones dominadas en la segunda mitad del siglo pasado,
cuando se hicieron las campañas contra la tuberculosis, contra
la polio, contra las enfermedades transmitidas por insectos
como el chipo, o los zancudos, cuando la sarna y los piojos eran
controlados en la casa y solo ocasionalmente llegaban a las
escuelas en las cabezas y en el cuerpo de los hijos de los más
necesitados.
Los que manifestaron en estos días se habían
sentido felices cuando creyeron que solo con entregar su nombre,
su cédula y sus ilusiones a un delegado gubernamental podrían
dejar de vivir como animales. Algunos se entusiasmaron mas
todavía porque fue el mismísimo ministro o el Presidente quién
les dio la mano y el título de propiedad, ante todos sus amigos
vestidos de rojo.
Pero ya hoy alcanzan la desesperación, se
les nota en la voz, aún sin querer ver el engaño que baila
ante sus ojos, porque que la misma casa que les ofrecieron
fue adjudicada tres veces. Y en la mayoría de las ocasiones se
les esconde, o los dejan con la palabra en la boca, No les quedó
otra que venirse a dormir en cartones, con sus muchachos y su
esperanza frente a Conavi, a Fondur y hasta el palacio de
Miraflores. Lo que pasa es que el desengaño camina lentamente.
“Véngase en 20 días”, les decían cada vez que los veían desde
las oficinas.
Hace unos tres días les han vuelto a decir
que vengan en veinte días mas. Que mas da. A los burócratas a
quien les encomendaron mentirles para sacárselos de encima, no
les importa. Ellos vinieron solos, sus papeles no valen nada y
las promesas del Presidente Chávez, la mitad de nada.
“Veinte días mas: en veinte días los
atendemos”. Mientras tanto, coman aire y beban agua en los
parques. Todo el mundo sabe, menos ellos que no quieren romper
su última cadena de cariño, que la promesa de las 200 000 casas
por año se cayó de plano en Venezuela, que ya botaron por eso a
varios ministros de Vivienda , los mismos que trataron de
compaginar la fiebre revolucionaria con la actividad metódica y
salvajemente capitalista de construir casas y apartamentos, de
hacer realidad proyectos de ingenieros , arquitectos,
constructores y promotores iniciando movimientos de terrenos,
instalación de infraestructura, de servicios básicos, de redes
de vida, para ponerlos a la disposición de quienes no tienen
nada . Esa es la única forma de hacer casas y apartamentos, no
de veinte en veinte sino de cinco mil en cinco mil. O como les
diría un norteamericano o un asiático, acostumbrados a
solucionar rápido, sobre todo si la solución ya está
inventada.¿ Porque no les dan motor homes?
Un campo de motor homes a la gringa o a la
europea se arma en menos de una tarde, están perfectamente
equipados y se compran hechos. También los chinos, los japoneses
y los coreanos tienen soluciones parecidas, armadas por decenas
de miles. No hay que esperar a que los de la cooperativa de
vivienda aprendan como echar bloques ni fajarse a lidiar con
quiénes se interesan nada mas que por construir su casa, porque
las fajinas y las cooperativas están lejos de su experiencia
vital.
No , los jalabolas, ignorantes o atrasados
del gobierno intentan compaginar peras con manzanas: la
complacencia y la sumisión al comandante que está aprendiendo
ahora como se mandan a hacer las cosas, con la eficiencia. No
puedo imaginarme que pasaría si aquí algún científico estuviera
tratando de inventar la cura del SIDA y tuviera que preguntarle
a Chávez y al CTN del partido de gobierno si les parece bien
la fórmula, para obtener la aprobación definitiva de la droga.
La manera de urbanizar en este mundo, donde se requiere un nivel
mínimo de salubridad para cumplir con la normativa internacional
no tiene nada que ver con los modelos políticos de gobierno. Si
la humanidad se hubiera puesto a opinar, nunca se hubieran
inventado las inyecciones, ni los puentes que saltan grandes
ríos y gargantas profundas y menos los aviones o los carros,
aberraciones del capitalismo. Individualismos, pues .Pero la
revolución venezolana es así, contradictoria, ineficiente,
tratando de inventar cada vez la rueda . Cuando los ministros
tienen que dar cuenta y resulta que no han hecho mas que un
porcentaje irrisorio de lo exigido, cuando prometen casas y no
se ven por ninguna parte, a los manifestantes les cuesta mucho
pensar que el error no lo cometió el ciego, sino quién le da el
garrote, un jefe de estado comprobadamente ineficiente al elegir
colaboradores. La solución no es quemar un ministro tras otro.
En el medio de esta comedia de equivocaciones quién queda
atrapado es el soberano, que no quiere terminar de convencerse
que se equivoca de nuevo, que le mintieron de nuevo, que le
engañan de nuevo, que se quedó solo de nuevo.
lucgomnt@yahoo.es
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