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Convencer o someter
por Lucy Gómez
sábado, 8 octubre 2005

 

Pareciera que tras siete años,  al proceso político que en Venezuela se llama revolución bolivariana, le llegó el tiempo de  terminar de convencer  de sus bondades   a la población que no la apoya o someterla a como de lugar  para lograr el consenso  social que requiere,  en función del  cambio  profundo que plantea: la disolución del  esquema  económico y social en donde nos formamos.
 

No es el único proceso, sea realmente revolucionario o no,  al que le llega esta disyuntiva,  mas tarde o mas temprano. Generalmente  los gobiernos  revolucionarios se consideran con derecho a imponer con autoridad la felicidad y escogen la segunda vía.  Le pasó a la revolución rusa con uno de sus hijos mas preciados, León Trotsky, a Fidel Castro con  el Ché Guevara, que estaba mejor en Bolivia que en La Habana y no hablemos de la Revolución Francesa, la madre intelectual de las demás revoluciones que se comió vivo a Robespierre, su  vengador preferido.
 

En Venezuela no somos los de menos y de acuerdo al comandante en jefe, dueño del bate, de la madrina, de la pelota y líder  del proceso, como lo recuerda cada rato, ya es hora de que se termine de consolidar la cosa. Quiere decir que  si a esta hora, la mayoría de los venezolanos, es decir todos los que aparecemos en la lista de Tascón,  no apoyamos  a Chávez en género, número y caso, es momento de inclinarnos con una sonrisa de placer  ante  su delicioso yugo (Hay que oír con que gusto repite la comandante Lina Ron  a cada rato “Mátame, pero  no me dejes”)

Y
dentro del chavismo, se han hecho moneda corriente, exigir que se soporte callado las  toneladas de  recomendaciones, reafirmaciones de poder,  excomuniones, despidos, traiciones y demás lindezas por parte del Presidente.
 

Pero como a todos los regímenes que quieren  unanimidad,  esos  ataques y   purgas no evitan manifestaciones,  cuchilladas por la espalda y en la femoral, divisiones de los partidarios fervientes, así como  tampoco suprimen las protestas de la oposición  con o sin esqueletos, los correos por Internet  transmitiendo la nueva moneda del proceso con la efigie del comandante, ni a los cientos de desesperados que tratan de dormir en las aceras de Miraflores, así les echen polvo de pica pica o les caigan a palos delante de Ultimas Noticias. Es lo que llaman algunos descomposición social y política, más  notoria mientras mas poder se tiene.
 

En países como Venezuela, munidos de un igualitarismo irracional, se produce un efecto perverso con las imposiciones.  Este es un país de negros alzaos, como decían en el siglo XIX. Vista la sumisión y resignación con que otras naciones toleraron yugos gubernamentales durante  mas de cincuenta años,  no se entienden los zafarranchos tropicales que se producen entre obreros de Sidor, porque no les pagan sus prestaciones y estos  hombres se atreven a bloquear la caravana presidencial e increpar al jefe del estado frente a frente o entre  muchachas guaireñas porque  la Guardia Nacional  las desalojan de  edificios invadidos, mientras en  el interior la misma fuerza invade la hacienda La Marqueseña.
 

Tampoco se supone que a estas alturas existan gobernadores  del proceso que monten tienda aparte, ni columnistas y  hombres de TV que crean que los espacios donde trabajan son de ellos y no admitan con los ojos bajos todo lo que les imponga el Presidente. Debían de haber desaparecido las resistencias de  la clase media  y de los empresarios, porque en fin,  con tanto dinero y fuerza armada como tiene el gobierno, ¿ porqué todo el mundo no se le  pone de alfombra, por qué algunas personas u organizaciones no pueden ser compradas, por qué alguien prefiere la dignidad al dinero?

Ya comenzó el tiempo de someter, perdida la batalla por convencer. Veamos quién gana.


lucgomnt@yahoo.es    

 
 
 
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