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Dos pesos, dos medidas 
por Luis DE LION
lunes, 30 enero 2006
 

La hoy muy civilizada Europa, mantiene el record de haber provocado las dos guerras mundiales y de haber creado los regímenes políticos - nazismo y comunismo - más absurdos y criminales que la humanidad haya padecido. 

En el avance actual del viejo continente, mucho tuvo que ver el hecho que apenas culminada la segunda guerra mundial, se dio inicio a los juicios de Nuremberg a través de los cuales se procesó y se condenó a los jefes de la Alemania de Hitler, bajo cargos de crímenes contra la paz, contra la humanidad y crímenes de guerra. Sin embargo, transcurridos hoy quince años desde el derrumbe del bloque soviético, nada se ha hecho contra los crímenes cometidos por los diversos regímenes comunistas totalitarios.  

Sin duda, es chocante constatar como hoy desde la muy democrática Europa, el criterio de dos pesos, dos medidas se sigue aplicando al momento de establecer el balance del comunismo. 

Una contundente realidad contra la cual se estrelló el diputado sueco Goran Lindblad, quien el pasado miércoles 25 de enero ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo Europeo, vio rechazado su proyecto, el cual buscaba obtener una declaración oficial que condenara internacionalmente los crímenes de los regímenes comunistas. 

Las víctimas se calculan en 100 millones de personas, 20 millones en la antigua Unión Soviética y 65 millones en China. Ejecuciones individuales o colectivas, represión de manifestaciones y huelgas, torturas y trabajos forzados.  

El plan del diputado Lindblad igualmente proponía a las naciones ex-comunistas que hoy forman parte de la organización europea, el lanzamiento de campañas de sensibilización, el levantamiento de monumentos que conmemoren a las víctimas, así como la revisión de los manuales escolares. Un completo reporte que en definitiva buscaba establecer las evidentes analogías entre el nazismo y el comunismo. Punto éste que provocó la ira de los partidos comunistas europeos, los cuales se movilizaron hasta lograr que el proyecto de Lindblad fuera rechazado.  

Guardando las necesarias distancias, la hoy muy “socialista” América Latina, en el pasado reciente fue escenario de múltiples y feroces dictaduras militares, que igualmente persiguieron, reprimieron, torturaron y ejecutaron a cientos de miles de personas. En la actualidad, la casi totalidad de la región vive bajo regímenes democráticos, los cuales en su gran mayoría se fueron instaurando al mismo tiempo que se iban creando sendas comisiones investigadoras de la verdad. Fue así como se crearon, en Argentina, la CONADEP, (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas); en Chile, la "Comisión de Verdad y Reconciliación"; y en El Salvador, la "Comisión de la Verdad". En otros casos, como Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia, las Comisiones de la Verdad, surgieron como una opción ética, gracias a los activistas y organismos de derechos humanos. 

En se sentido, para 1985 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, establecía que "Toda sociedad tiene el irrenunciable derecho de conocer la verdad de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en las que aberrantes delitos llegaron a cometerse, a fin de evitar que esos hechos vuelvan a ocurrir en el futuro." 

Así pues, el actual club que conforman los flamantes presidentes socialistas latinoamericanos, los cuales - salvo contadas excepciones - sufrieron el rigor de las dictaduras en sus respectivos países, a las cuales enfrentaron poniendo en riesgo sus propias vidas, parecen haber llegado hoy a un acuerdo tácito mediante el cual, se establece que no todas las sociedades latinoamericanas tienen derecho a vivir en democracia, ni mucho menos tienen el derecho a conocer la verdad ni de lo ocurrido, ni de lo que ocurre, como tampoco pueden estar al tanto de las razones y circunstancias que conllevan al martirio que han padecido y siguen padeciendo. 

Ese pueblo, sin derechos, ni libertad alguna, no es otro que el martirizado pueblo cubano, a cuya cabeza está Fidel Castro, el dictador comunista más longevo del planeta. En algo le ganamos a Europa. 

El Buena Vista Socialista Club, de presidentes latinoamericanos sabe y le consta que a lo largo de los 46 años que lleva de instaurado el régimen de Fidel Castro, la dimensión represiva del mismo es de tan alto nivel, que es solo comparable con el nazismo y el comunismo que conoció Europa, en el siglo pasado. Desde 1958 cuando se instaura en Cuba, una ley que no existía, como lo es la de la pena de muerte, se estaba anticipando el padecimiento al que iba a ser sometido el pueblo cubano. En 1960 recién suspendidas las garantías constitucionales, se dictaron en Cuba 500 condenas a muerte por fusilamiento. Inmediatamente después se derogaba la Constitución de 1940, para luego abrogar el derecho a huelga por innecesario. Así se desembocó en la brutal guerra de Escambray que abarcó las seis provincias de la isla, una gigantesca campaña militar nunca antes vista en Cuba, de la cual jamás se tendrá certeza del número de muertos. Luego vino la institucionalización de la tortura a través de los temidos Comités de la Defensa de la Revolución. En fin, el escenario típico, pero al parecer interminable de una feroz dictadura, que persiguió y persigue, que reprimió y reprime, que torturó y tortura y que ha ejecutado a miles de personas. Lo decimos en pasado y presente, por cuanto el castigado pueblo cubano no ha tenido ni tiene la suerte de otros pueblos latinoamericanos de poder hablar hoy en tiempo pasado de los horrores cometidos por sus respectivos dictadores. 

Mientras llega el día en que deje de aplicarse el injusto razonamiento de dos pesos, dos medidas; de manera tal que pueda establecerse el balance definitivo del comunismo, en las naciones ex-comunistas de Europa dicha espera se hará en libertad. En cambio, por culpa de una encubridora solidaridad ideológica que cual colaboracionistas practican, los presidentes “socialistas” latinoamericanos, el pueblo cubano parece condenado a seguir viviendo bajo una dictadura que parece interminable.

 
 
 
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