Renovación
de la doctrina de disuasión nuclear francesa, el presidente
iraní de visita oficial en Siria y la alocución de Ben Laden,
son acontecimientos que tienen en común, además de haberse
desarrollado el mismo día, el conformar una suerte de
presentación oficial de lo que serán algunos de los escenarios
de ésta segunda guerra fría. Espacios aún difusos e
incompresibles, debido a la novedosa característica multipolar
de ésta nueva guerra.
La primera guerra fría
modeló toda una época, occidente tuvo que crear lo que hoy se
conoce como la Unión Europea y la OTAN. Fueron 40 años de
presupuestos militares faraónicos, la ciencia y la tecnología
soviética fueron puestas esencialmente al servicio de la
maquinaria militar. Las expectativas para ambos polos eran tan
devastadoras que la guerra de Corea y de Vietnam habrían quedado
como unas pequeñas batallas, de haberse producido la tan temida
conflagración mundial. Una guerra que no tuvo lugar, en razón
del efecto que tuvo en ambas partes la disuasión nuclear. Se
mantuvo la lógica de paz imposible, guerra improbable.
En la actualidad,
sigue estando presente el problema de las armas de destrucción
masiva, al cual se le añade el problema no menos grave del
terrorismo, practica ésta que cambió radicalmente después del 11
de septiembre 2001. En ese sentido, el discurso del presidente
Chirac el pasado 19 de enero combinaba ambas problemáticas, al
disuadir a sus enemigos, que su gobierno podría realizar ataques
nucleares precisos, si alguna nación llegara a utilizar medios
terroristas o armas de destrucción masivas contra Francia y sus
aliados.
El mensaje estaba
dirigido, sin nombrarlo, al presidente iraní Ahmadinejad, quien
desde que asumió la presidencia de su país, envía mensajes
amenazantes tanto a Israel como al resto del mundo occidental.
Al mismo tiempo, Ahmadinejad ansioso por configurar su propio
bloque, llegó el 19 de enero a Siria, miembro insigne del
llamado eje del mal, y luego irá a Caracas. Compactando así un
bloque nuclear-petrolero-terrorista. El punto débil de éste
naciente bloque, es que no tiene garantías de que Rusia y la
China vayan a apoyarlo, además que sus líderes, Bachar al-Assad,
Ahmadinejad y Chávez, afrontan fuertes crisis políticas
interiores.
Saliendo de un largo
silencio, el mismo 19 de enero, la cadena Al Jazeera difunde un
mensaje de Ben Laden, a través del cual el líder de Al Qaeda le
propone a los EE.UU. entre otras cosas, una tregua bajo
condiciones inaplicables. Pero tácitamente el mensaje, busca
desmarcarse del bloque iraní, que para Al Qaeda no es otra cosa
que el bloque de los chiítas, principales víctimas de la guerra
de exterminio que lleva adelante Al Qaeda en Irak. Así mismo,
sigue siendo muy poderosa la influencia mediática de Ben Laden,
éste genio de la comunicación moderna, con un simple mensaje
grabado acaparó los titulares de la mayoría de la prensa
mundial. Parte de su éxito radica en dirigirse a las masas
políticamente frustradas del mundo árabe-musulmán, ante quienes
Ben Laden señala que la democracia es una idea impía. Influencia
ésta que le permite a Ben Laden seguir disfrutando tanto del
apoyo de ciertos militares paquistaníes, como también de
poderosas personalidades dentro de su natal Arabia Saudita, de
tal manera de conformar un hipotético tercer bloque, cuyo
interés primordial es detener el avance de Irán.
Así las cosas,
mientras se espera que el derecho internacional pueda hacer
algo, en especial en lo que concierne a Irán y sus pretensiones
nucleares, ésta nueva guerra fría no tiene nada que ver con la
lucha de Occidente contra la tentación de dominación soviética.
La multipolaridad, incluye nuevos factores y nuevas
interrogantes. ¿Se formará un triángulo estratégico, conformado
por los EE.UU., Europa y China? ¿La amenaza emergente es solo el
terrorismo islamista?
Esperanzados que
dentro de lo inevitable, al menos prevalezca la lógica propia a
la guerra fría. Paz imposible, guerra improbable.