La
tensión no deja de subir entre Irán y la Comunidad
Internacional. Una tirantez que se inició cuando Teherán decidió
reanudar sus actividades nucleares y en consecuencia el OIEA
debió remitir el caso de Irán al Consejo de Seguridad de la ONU,
instancia ésta que examinará el expediente el próximo 16 de
marzo.
En la
actualidad, para nadie es un secreto que el populista régimen de
Teherán tiene pretensiones bélicas; prueba de ello las recientes
declaraciones del Ministro francés de Asuntos Exteriores,
Philippe Douste-Blazy, quien en un tono nada diplomático acusó
a Irán de estar desarrollando un programa nuclear militar y
clandestino. Cualquiera que sea el dictamen del Consejo de
Seguridad, Francia prepara desde ya, el envío de su portaviones
Charles de Gaulle con destino al golfo pérsico. Una expedición
nada banal, por cuanto la misma se enmarca dentro de la misión
Agapanthe, la cual tiene entre sus componentes además del
portaviones galo, un grupo de aviones Mirage 2000 y los
submarinos SNLE, todos capaces de llevar a bordo armas
nucleares.
El Consejo de
Seguridad por su parte se dispone a interpelar a los delegados
de Ahmadinejad, en torno a, que si bien la integridad
territorial de Irán no está siendo hoy amenazada por nadie en el
mundo, cuál es el interés de insistir con sus actividades
nucleares. En ese mismo orden diplomático, los EE.UU. han
mostrado su oposición a que Venezuela sea miembro del Consejo de
Seguridad, ello como consecuencia de la alianza existente entre
el régimen de Chávez y el régimen islámico de Irán. Los EE.UU.
buscan evitar que se conforme, en el seno del Consejo, un grupo
opositor, como el que conformaron Cuba y Yemen cuando en
noviembre del 90 se opusieron, a la adopción de la resolución
678 contra Irak.
Sin duda, el
Consejo de Seguridad tendrá nuevamente en sus manos un complejo
expediente y a partir de lo que dicho organismo resuelva,
conoceremos no solo la conformación de un nuevo orden mundial,
sino que además sabremos si dicho Consejo logra recuperar la
jerarquía perdida.
Quienes apoyan
a Irán, poco o nada les interesa, las graves consecuencias
geoestratégicas que para el ya convulsionado Medio Oriente
traería el programa militar nuclear iraní. Para Ahmadinejad su
apocalíptica visión del mundo, se resume a la confrontación con
Occidente, basado en la estrategia política del choque de
civilizaciones. Libro de mismo título, escrito por Samuel
Huntington, que desde hace ocho años circula en Irán en versión
pirata, la cual se convirtió en lectura obligatoria para los
oficiales Pasdarans. Mientras que el apoyo que a Irán le
brindan Cuba y Venezuela, obedece a la vieja confrontación de
Castro con los EE. UU. , un juego al que sumisamente se presta
el ingenuo y en apariencia arrogante Hugo Chávez.
Antes que la
paz del mundo quede en manos de unos iluminados y de unos enanos
con inagotables y peligrosos delirios de grandeza, vale más que
unamos todos nuestros esfuerzos porque la diplomacia haga un
efectivo trabajo, a los fines de contrarrestar éste explosivo
cocktail compuesto de petróleo, armas nucleares, religión y
fascismo.