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En Latinoamérica es la cosa 
por Luis DE LION
lunes, 9 enero 2006
 

En el 2006, no habrá elecciones importantes en ninguna de las grandes democracias del planeta, así como tampoco tendrán lugar ni grandes cumbres, ni encuentros multinacionales, salvo el primer G-8 en Rusia y la elección en diciembre del sucesor de Kofi Annan al frente de la ONU. 

No obstante, fuera del ámbito electoral y de las grandes cumbres de naciones, el mundo sigue su marcha. Del lado de los EE.UU. el déficit seguirá creciendo, la Unión Europea seguirá padeciendo su anemia económica, China se colocará como el gran financista de los EE.UU., la India se establecerá como la nueva superpotencia, en fin, los grandes seguirán siéndolo y el resto seguirá viviendo en medio de esa absurda ecuación que significa formidable crecimiento para algunos, mientras que un tercio de la población mundial sigue siendo pobre.  

El terrorismo seguirá alimentándose de dicha pobreza; en Irak, Israel y Palestina los extremistas intensificarán su absurdo accionar; el régimen sirio no podrá mantenerse ante el peso de las sospechas en su contra; Irán estará más cerca de su arma nuclear; Rusia y sus controles sobre el petróleo y el gas crearán tensiones con las repúblicas ex soviéticas y en Africa el Sida seguirá causando enormes estragos en la población.  

Queda Latinoamérica donde el 2006 sin duda será un año bastante agitado en materia electoral. No sin antes resaltar que la fructífera economía del crimen que se ha venido desarrollando en la región, gracias al narcotráfico, prostitución, secuestro, extorsión y afines, ha logrado niveles tales de influencia que los padrinos del crimen, ya están en situación de influenciar tanto en el mundo económico legal, como en la esfera política de sus respectivos países. 

Dicho esto, la combinación de citas electorales que tendrán lugar éste año 2006 en Chile, Perú, Brasil, México, Nicaragua y Venezuela, podrían culminar desestabilizando a la región, no solo por el peso que en las respectivas campañas electorales tendrá el dinero sucio venido del crimen; sino por ese factor común que recorre la región que no es otra cosa que el naftalínico discurso crítico hacia los EE.UU. y hacia el modelo económico neoliberal. 

Un giro que pretenden dar algunas democracias latinoamericanas, bajándose del tren progresista, para encaramarse en la carreta fascista de Chávez, quien a su vez marcha tras los preceptos e imposiciones del moribundo sátrapa cubano. 

De confirmarse las tendencias electorales, que auguran para éste 2006 el triunfo de los candidatos populistas, se habrá desaprovechado una nueva oportunidad para la recomposición de una región que lo tiene todo para superar los problemas que la agobian. Habrán triunfado entonces las contradicciones, el facilismo, la inmediatez y la impaciencia, y la consecuencia inmediata será la entrada de la región en un lodazal de descomposición política, económica y social.

 
 
 
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