La
nada sorprendente y no por ello menos escandalosa decisión del
Tribunal Supremo de Justicia a través de la cual quedaba
institucionalizado el uso de las “morochas” para las venideras
elecciones legislativas, sirvió para recordarnos la naturaleza
fascista del régimen chavista.
Las víctimas directas de la decisión del TSJ son los partidos
políticos que conforman la llamada oposición colaboracionista;
AD, COPEI y el MAS, partidos estos que desde el año 98 practican
un extraño ritual, el cual consiste en celebrar sus propias
derrotas. Este nuevo desengaño, el de las morochas, los partidos
tradicionales, a quienes se les ha unido Primero Justicia,
decidieron festejarlo dando inicio a sus respectivas campañas
electorales.
Guardábamos la esperanza que luego de una derrota jurídica en un
juicio politizado, el accionante, para la ocasión Acción
Democrática, emitiera una contundente respuesta política. Nos
quedamos esperando.
El régimen chavista una vez más logra imponer su estilo,
humillando al oponente y dejando en el ambiente la idea de su
supuesta invencibilidad en las urnas, pensamiento éste que se
asienta en el fraude electoral. Objetivos logrados gracias a la
eliminación de la separación de los poderes, a cambio de la
exaltación del jefe máximo, al tiempo que a través del uso de la
fuerza y de la violencia se busca aniquilar toda oposición. De
igual modo, el discurso anticapitalista y las dispendiosas
políticas sociales del autócrata son simples tácticas. Las
expropiaciones, las nacionalizaciones, junto a los controles
cambiarios y fiscales, no obedecen a voluntad ideológica alguna,
sino a la insaciable rapiña de los fascistas que nos gobiernan.
Todo ello ha traído como consecuencia, que se haya instalado en
la sociedad venezolana un desacuerdo formal entre gobernados y
gobernantes. Los primeros luego de varios e infructuosos
intentos se han ido convenciendo, que por la vía electoral no se
van a su superar las discrepancias. Los segundos están
convencidos que es gracias a la vía electoral que se van a
perpetuar en el poder.
Así las cosas, hoy los verdaderos opositores al régimen se
encuentran solos, abandonados por unos partidos políticos tan
ciegos, como sumisos. Mientras que de su parte el autócrata ha
venido conformando, en torno a él, algo que cada día se asemeja
mas al partido único.
Sin embargo, dentro de la inmensa mayoría de venezolanos que se
oponen al régimen de Hugo Chávez, colectividad ésta que no deja
de crecer, se ha venido conformando un movimiento que no está
dispuesto a seguir participando en las farsas electorales. Se
trata de una tendencia, que no es ni antipolítica, ni religiosa;
sino laica-constitucional, la cual enarbola con orgullo el
artículo 350 de la Constitución, junto a la figura emblemática y
corajuda del Cardenal Castillo Lara. De tal manera, que ante la
irreversible terquedad de los partidos políticos tradicionales,
éste enorme movimiento que cobija a la Sociedad Civil, está
presto a asumir su responsabilidad ante los nuevos escenarios
que desde ya se perfilan en el horizonte.
Mientras llega ese momento, la brecha entre los
colaboracionistas y la verdadera oposición al régimen, se hace
cada vez mas grande y la reciente detención de los 6 jóvenes de
Primero Justicia constituye un muy triste ejemplo.
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