El
masivo rechazo de los franceses a la Constitución Europea, era
una crónica anunciada; la sorpresa estuvo en la alta
participación del electorado galo, sin duda consecuencia del
intenso debate que precedió el escrutinio, pero también la
expresión multitudinaria de que las cosas no están bien en
Francia.
Sismo político, obra maestra de masoquismo,
momento histórico; cualquiera que sea el título que se le quiera
dar a lo sucedido éste domingo 29 de mayo en Francia, las
consecuencias del catastrófico desplazamiento que sufrieron las
capas políticas francesas ha provocado una onda expansiva que
desde ya se hace sentir a todo lo largo y ancho de la Unión
Europea.
Todos culpables, por un lado la
contradictoria cotidianidad gala, que se alimenta en raciones
iguales de trotskistas y de la extrema derecha. Del otro lado,
los moderados de derecha y de izquierda, incapaces de armar
grandes ideas que hagan soñar y militar al grueso del
electorado.
En cuanto a la campaña en sí misma, la
extrema derecha junto a los soberanistas, dada su bien asentada
representatividad dentro del mapa electoral galo, solo tuvo que
sacar sus viejos afiches y sus xenófobos slogans. Mayor mérito
tiene la organización ATTAC, la cual desde hace un año viene
haciendo un profundo trabajo de terreno, con el texto
Constitucional en una mano y su interpretación maniquea y
antiliberal en la otra, recorriendo universidades, sindicatos y
asociaciones civiles, sin que las élites parisinas se percataran
del trabajo de hormiguita de éste movimiento antimundialización,
dirigido por Bernard Cassen, quien a su vez además de ser editor
de Le Monde Diplomatique, es camarada y asesor de Hugo Chávez.
De esa manera, los extremos lograron que
por primera vez en 50 años de existencia de la Unión Europea, la
pareja fundadora Franco-Alemana se encuentre dividida de hecho,
justo en el momento en que a la Gran Bretaña le toca asumir la
presidencia de la Unión.
El resto, ha sido un violento rechazo del
electorado a 10 años de “chiraquismo”, a su cinismo y su
ceguera; así como también un grito de protesta contra el
asfixiante desempleo y la perdida de poder adquisitivo; sin
negar igualmente que los fantasmas propios de los franceses
tuvieron mucho que ver en ésta histórica y masiva negativa.
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