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Los cachorros del totalitarismo
por Luis DE LION
lunes, 28 noviembre 2005

 

El hecho que en una auditoría celebrada el pasado 23 de noviembre, a través de la cual técnicos de Primero Justicia comprobaron ante los observadores internacionales que la secuencia de los votos se conservan en las máquinas y en sus respectivas memorias removibles, obliga a los observadores tanto de la OEA, como de la UE, a tomarse en serio su presencia en el país. 

Sin embargo, en los días previos al 23 de noviembre, para el jefe de la Misión de Observación Electoral de la OEA, la situación no era tan grave, y el hecho que el CNE hubiera decidido no utilizar, de forma masiva, los cuadernos electrónicos de votación y acordara auditar el 45% de las mesas, eran motivos suficientes, a los ojos del observador, para que los ciudadanos participaran en las venideras elecciones.   

Declaraciones por el estilo, reflejan de manera nítida la superficialidad de la labor que realizan estos grupos de observadores, los cuales faltando menos de un mes para las elecciones no se encontraban aún en territorio venezolano.

Un observador serio y responsable, hubiera llegado al país con la anticipación necesaria para constatar, entre otras irregularidades, el uso indiscriminado y ventajoso de recursos públicos en la campaña electoral de los candidatos del oficialismo, los cuales disponen de 4 canales de TV y de mas de 200 emisoras de radio, todos propiedad del Estado venezolano.  

Igualmente si los observadores internacionales no quieren ser catalogados de turistas electorales, debieron haberse pronunciado respecto a: las llamadas morochas, a la falta de publicación del registro electoral completo, a la ausencia de conteo manual de todas las boletas, a la lista Tascón y a la lista Maisanta. Pero lamentablemente, unos observadores y en particular la OEA cuya pusilánime actitud comienza a ser habitual para los venezolanos, no pueden, ni deben, conformarse con resaltar las imperceptibles concesiones hechas por el CNE, cuando lo que aspiran todos los venezolanos, sin distingo alguno, es que el CNE entre en la legalidad absoluta. 

Así las cosas, a pesar de la ceguera, el descuido y consecuente incompetencia de los observadores internacionales, estos tienen la suerte de actuar en un país donde la oposición se expresa y expone sus reclamos de manera respetuosa.  

Pero imaginemos por tan solo un instante, que la situación fuera a la inversa y que el jefe de la oposición venezolana fuera Hugo Chávez y su ya habitual verbo pirotécnico e insultante; de ser así, seguramente que desde la primera ocasión en que hubiera quedado en evidencia la complaciente actitud que los observadores internacionales han venido ejerciendo ante el régimen, Chávez, sin titubear los habría tratado de cachorros del totalitarismo.

 
 
 
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