Si
en los próximos días llegara a dictar el TSJ un fallo contra las
morochas, el montaje electoral de los bolivarianos podría
implotar y las primeras víctimas serían tanto los candidatos
bailarines del oficialismo, como la llamada oposición
colaboracionista.
Como consecuencia de ello, se
abriría un nuevo frente de lucha política, dentro del cual
seguirá teniendo mucho peso la figura de Hugo Chávez, en
solitario, pero quien nuevamente tendrá que verse cara a cara
con el insumergible y tenaz movimiento de la Sociedad Civil.
En la
antesala a ese hipotético escenario, por azares de las
respectivas agendas, Hugo Chávez y Alejandro Plaz presidente de
Súmate, coincidieron la semana pasada en París. El primero en
una visita que el propio gobierno galo escuetamente calificó de
“trabajo”; el segundo como parte de una corta gira europea, a
través de la cual Súmate busca inaugurar contactos con todos
aquéllos entes, asociaciones y personalidades susceptibles de
conocer e interesarse por el valioso y arriesgado trabajo que
viene realizando la organización de ciudadanos que Plaz preside.
Evidentemente que en París a la
numerosa comitiva presidencial se le abren, aunque no todas,
muchas puertas, por donde pasan sin rubor alguno, estos
reyezuelos magos bolivarianos que nos gobiernan y que se creen
dueños y amos de las riquezas del Estado venezolano. Todo lo
contrario ocurre cuando se viene a exponer, de manera detallada,
como los venezolanos en su gran mayoría han venido siendo
despojados de sus derechos constitucionales, allí las pasiones
no son las mismas y las puertas – no todas - se cierran
bruscamente.
Es tradición dentro del mundo
político-mediático parisino abrirle sus puertas a dictadores
siniestros; Fidel Castro, Duvallier y Saddam Hussein, entre
otros, pueden dar fe de l’art de recevoir galo. No
obstante, existe igualmente le paradoxe français, gracias
al cual ideas contrarias a la opinión común, son invitadas a
formar parte de la reflexión y fue en ese sentido que medios
como el semanario L’Express, el vespertino Le Monde
y analistas políticos de indiscutible respetabilidad como
Alexandre Adler, escucharon los planteamientos de Alejandro Plaz.
Que en la Venezuela de hoy se
estén violando de manera reiterada y sistemática los derechos y
garantías constitucionales, que hacen posible el ejercicio pleno
de las libertades y derechos civiles de los venezolanos, es un
alerta que ha comenzado a circular no solo entre ONG y salas de
redacción de medios del mundo, sino que también ha llegado a las
sedes de los principales partidos políticos occidentales. Un
ejemplo de ello, fue el hecho que en París ningún alto miembro
del Partido Socialista francés, ni del derechista partido de
gobierno UMP, recibió al presidente Chávez.
Así las cosas, París se convirtió
durante 48 horas en el distante escenario donde confluyeron la
Venezuela democrática y la autoritaria. De un lado Alejandro
Plaz, a través de un discurso conciso, desglosaba el grueso
expediente del fraude electoral y denunciaba el método de las
morochas como una estafa electoral única en el mundo; del otro
lado el presidente Chávez, firmaba contratos sin leer las
cláusulas, para luego salir corriendo a reunirse con la capa mas
residual, retrograda y antiamericana de la clase política
francesa.
Una vez concluidas las
respectivas exposiciones de la contrastante realidad política
venezolana; consultamos la opinión de algunos periodistas galos
y a decir de los colegas, el sentir que a su paso dejó el
presidente Chávez, es completamente opuesto al reseñado por la
prensa oficialista bolivariana. Discrepancia ésta que además se
hizo pública, a través de la categórica crónica radial de
Alexandre Adler, quien la mañana del pasado viernes 21 de
octubre a través de la señal de la emisora pública France
Culture, instó a los políticos y a los empresarios franceses
a no ponerle mas alfombras ni rojas, ni azules, ni verdes a
visitantes de la calaña de Hugo Chávez.
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