Se
están cumpliendo 60 años de los juicios de Nuremberg, en los que
antiguos líderes nazis fueron acusados y juzgados como
criminales de guerra por un Tribunal Militar Internacional. Los
cargos eran por: crímenes contra la paz, crímenes contra la
humanidad y crímenes de guerra. En otras palabras; exterminio,
deportaciones, genocidio, por haber planeado y librado guerras
de agresión violando acuerdos y tratados internacionales.
La autoridad de dicho Tribunal Militar
Internacional provenía del Acuerdo de Londres del 8 de agosto de
1945, día en que representantes de los EE.UU., Gran Bretaña, la
URSS y el gobierno provisional de Francia acordaron la
constitución de un tribunal que juzgara a los más importantes
criminales de guerra del Eje. Luego de 216 sesiones en la sala
600 del Palacio de Justicia de Nuremberg en la avenida Fürther
Strasse, el 1 de octubre de 1946 se emitía el siguiente
veredicto: tres acusados fueron absueltos, cuatro fueron
condenados a penas de entre 10 y 20 años de prisión, tres fueron
condenados a cadena perpetua y, finalmente, 12 fueron condenados
a muerte.
De esa manera culminaba el primer proceso
internacional de la historia moderna, la justicia internacional
prevalecía sobre la venganza y al mismo tiempo nacía un
nuevo derecho humanitario
internacional, junto a una nueva vigencia de los principios
universales de los derechos humanos.
Verdad y justicia, son la razón de ser de
cualquier sistema judicial, salvo cuando se vive bajo un régimen
fascista, como el que rige en la Venezuela actual, donde el
Ministerio Público y los Tribunales, trabajan hombro a hombro en
la persecución de toda oposición política, a los fines que ésta
desaparezca definitivamente. En ese sentido, la novela por
entregas del inefable Fiscal General, a través de la cual se
pretende esclarecer el crimen del Fiscal Danilo Anderson, no
solo es burda, sino que es una mala copia del juicio que Fidel
Castro en 1989 le hiciera al general Ochoa y a los hermanos De
La Guardia.
Por si fuera poco, ante el rústico y deshonesto
expediente que ha venido instruyendo el Ministerio Público, se
nos ha pretendido vender la idea de que el juicio sea
televisado, como si transmisión rimara con transparencia.
Vivimos bajo el gobierno más televisivo de la historia política
venezolana y no por ello estamos ante la administración más
transparente.
Hoy puede que la borrachera petrolera del
chavismo esté afectando fuertemente los sentidos de un régimen
fascista que se cree todopoderoso. El que se haya abolido el
Estado de Derecho, es tan grave, que mas allá del asunto de
víctimas y victimarios, la trasgresión de los bolivarianos se
convierte en un crimen de Estado, el cual mas temprano que tarde
será sancionado por la propia justicia venezolana, una vez
depuesto el actual régimen usurpador. De tal manera que de la
indignación pública pasaremos a la sanción judicial, de forma
tal que los hoy ilustres próceres del chavismo sean acusados y
juzgados, tal y como hace 60 años se hizo con los líderes nazis.
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