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La ONU: ¿Capaz o incapaz? 
por Luis DE LION
lunes, 19 septiembre 2005

 

El 60 aniversario de la ONU, junto a sus 191 naciones adherentes; en teoría le otorgan a la institución, la madurez suficiente y la representatividad global necesaria para emprender una profunda reforma tanto de sus estatutos, como de sus funciones. Sin embargo, el contexto geopolítico no favorece dicha evolución, a decir de una Europa dividida,  de la situación en Irak  y de la implicación del secretario general Kofi Annan en el escándalo del programa iraquí de Petróleo por alimentos. 

Son muchos los que consideran que la ONU padece la misma enfermedad que aqueja a la Unión Europea. Ambas organizaciones están bien instaladas en el paisaje internacional, pero  hoy no hacen soñar a nadie. Atrás parecen haber quedado las esperanzas de paz que encarnaban las Naciones Unidas. Hoy  convertida en una suerte de elefante blanco, prisionera de una organización interna compleja, que solo produce bloqueos y genera fracasos, en fin los mismos síntomas que aquejan a la Unión Europea. 

Tres pruebas, tres fracasos; los Balcanes, Rwanda e Irak. Guerras y genocidios, por una parte y por otra la lucha contra pobreza y la salud, representan en su conjunto un balance nada positivo, propio de una organización impotente. Sin embargo, ante éste cuadro tan precario, la reciente Asamblea General sirvió al menos para reafirmar objetivos, en particular en materia de ayuda para el desarrollo. Falta aliento y voluntad, en una organización cuyos medios en la actualidad se equiparan a los que posee cualquiera de las grandes universidades norteamericanas. Triste realidad, que opaca los éxitos históricos obtenidos por la ONU durante los tiempos de la descolonización, de la lucha contra el apartheid así como la creación de los Tribunales Penales Internacionales. 

La existencia y sentido de la ONU está ligada a la voluntad de los Estados a luchar por un mundo mejor. Charlatanes habituales como Hugo Chávez, entre otros, saben muy bien que los Estados Unidos, no son los únicos responsables de la impotencia de la ONU. Egoísmos, cálculos minúsculos y políticas de baja categoría, abundan dentro de la Organización.  

Si se trata de ampliar el Consejo de Seguridad, Rusia y los Estados Unidos temen perder su poder, China no quiere ver a Japón dentro del Consejo y otras potencias medianas mostraron su decepción al no ser incluidas en la lista de nominados. Francia por su parte, propuso la creación de un impuesto sobre los pasajes aéreos y  el dinero recogido sería destinado a la lucha contra el SIDA, en fin una fórmula que le permite a París ocultar el hecho que Francia solo le consagra 0.44% de su PNB al desarrollo, cuando el objetivo para los países industrializados es de 0.77%. 

Así las cosas, después que cayera el muro de Berlín, guerras civiles, genocidio y terrorismo reemplazaron los conflictos entre Estados propios de otros tiempos. El terrorismo se ha impuesto como la principal amenaza, seguido de cerca por la proliferación de armas nucleares, químicas y bacteriológicas. Pero también ocupan un gran espacio las grandes epidemias declaradas como el SIDA, o las potenciales, como la gripe aviaria.  

Ante la evidencia inocultable de que el mundo ha entrado en una nueva lógica, cabe preguntarse si la sexagenaria Organización internacional está en capacidad tanto de darle respuesta a las nuevas amenazas, como de buscar las condiciones necesarias para una paz durable que se adapte a las nuevas reglas del juego internacional.

 
 
 
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