La
abstención que masivamente practicaron los electores venezolanos
el pasado cuatro de diciembre en las elecciones parlamentarias;
más que un síntoma, es un anuncio, que forma parte de una
rotunda proclama, que no termina de ser comprendida por la
opinión pública internacional.
Que
la Sociedad Civil venezolana le oponga resistencia al régimen
autoritario de Hugo Chávez, es una firme y valiente actitud que
en nada se asemeja a un boicot.
Lamentablemente los principales editorialistas occidentales, sin
interesarse mucho por lo que en realidad pasa en Venezuela,
dieron nuevamente muestras del simplismo que los arropa y de la
superficialidad que les caracteriza, al catalogar maniquea y
peyorativamente a la oposición venezolana como boicoteadora de
unas elecciones supuestamente transparentes. Sin duda, que estos
columnistas redactaron sus notas con el piloto automático
encendido y en consecuencia, ni se enteraron que el insumergible
movimiento opositor venezolano, actúa de esa manera por cuanto –
entre otras razones - los partidos políticos tradicionales
perdieron protagonismo como actores de la vida política
nacional.
En
fin, estamos hablando de los mismos medios que hasta hace unas
semanas atrás desde New York, París o Madrid, catalogaban muy
románticamente de “resistencia” a los grupos terroristas que
tienen martirizado al pueblo iraquí. Una población que por
cierto al terminar éste año 2005 habrá desafiado, a través del
voto, a los terroristas en tres ocasiones consecutivas. Y pensar
que los pusilánimes observadores internacionales habían
considerado al calendario electoral iraquí como una locura.
Dicho esto, debemos reiterarle a los distraídos analistas
extranjeros, para cuando se vuelvan a ocupar del tema Venezuela,
que no todo en nuestro país es petróleo, exguerrilleros y
militares golpistas. Tendremos que enseñarles que nuestra
historia mas reciente ha sido absolutamente democrática, que el
Estado se apoyó sobre unas sólidas instituciones igualmente
democráticas, las cuales hicieron posible que se mantuviera
durante 50 años una tradicional e inquebrantable alternancia en
el poder, gracias a una puntual y abrumadora participación
electoral, un rito del cual hasta el propio golpista Hugo
Chávez, una vez disfrazado de candidato presidencial se
benefició.
Si
lo que está esperando la opinión internacional, es una guerra
civil, para de esa manera interesarse más en profundidad por el
caso Venezuela, puede que se queden con las ganas. Por cuanto,
las reservas de moral democrática de los venezolanos siguen
intactas más allá de las virulentas provocaciones emanadas por
los cabecillas de éste régimen fascista. De tal manera que, una
vez que en el hipotético caso de que en la Venezuela de Chávez,
se vuelvan a dar las condiciones para la celebración de
elecciones libres y transparentes, los electores venezolanos al
igual que el martirizado pueblo iraquí, saldrán a desafiar al
régimen a través del voto.
|