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La OEA y el Derecho de Injerencia
por Luis DE LION
jueves, 9 junio 2005

 

La Declaración de Florida, resultante de la recién culminada Asamblea de la OEA, sin que muchos aún se hayan dado cuenta, le otorga al Secretario General atribuciones que le permitirían ir del monitoreo al derecho de injerencia. En adelante, entre otras atribuciones por el mismo orden, el Secretario General una vez consultado el Consejo Permanente formulará iniciativas para hacerle frente a situaciones capaces de afectar el buen funcionamiento de las instituciones democráticas de los países de la región.

Dicho esto, enseguida saltan los oponentes a la noción de derecho de injerencia, los cuales son principalmente los Estados mismos, particularmente los autoritarios. Puesto que para dichos regímenes el derecho de injerencia no es mas que una ficción jurídica creada con la finalidad de reducir sus respectivas soberanías.

La historia de dicho derecho comenzó en 1979 cuando el filósofo Jean François Revel utilizó la expresión “deber de injerencia” la cual fue luego tomada por su colega Bernard-Henry Levi en favor del oprimido pueblo de Camboya. Pero el término “derecho de injerencia” fue por primera vez formulado en 1988 por el abogado Mario Bettati y el médico Bernard Kourchner.  La propuesta inmediatamente obtuvo el apoyo de los medios y las acciones llevadas adelante por sus propios promotores (Kouchner, como fundador de Médicos Sin Fronteras) hicieron que el derecho de injerencia obtuviera una verdadera legitimidad. A pesar que, el estatuto jurídico aún siga siendo tema de discusión, por cuanto el derecho de injerencia expresa un nuevo concepto en las relaciones internacionales el cual no sería del todo coherente con algunos principios del derecho internacional.

Así las cosas, con la llegada del llamado nuevo orden mundial; democracia, estado de derecho y respeto de los derechos humanos, pasaron a ser asuntos de primer orden. Dentro de ese nuevo precepto, tanto en centro como en Suramérica las dictaduras fueron desapareciendo del mapa y en su lugar resurgieron regímenes democráticos prácticamente en todo el continente, a la excepción de Cuba.

Dicho nuevo orden exige que las nuevas democracias deben fortalecerse y las llamadas democracias estables no solo deben apoyarse en una alternancia basada en elecciones creíbles, sino igualmente en instituciones sanas y sólidas. En el caso particular de Venezuela, una vez que Hugo Chávez accediera al poder gracias a unas elecciones creíbles, el mismo se ha dado a la tarea de desvirtuar el fin de las instituciones democráticas, poniéndolas al servicio único y exclusivo de sus intereses personales, de manera tal, que los venezolanos se encuentran hoy despojados de sus derechos ciudadanos.

La necesidad de prestarle socorro al necesitado pueblo venezolano, le impone a los organismos internacionales el deber de asistir a dichos ciudadanos, así se traspasen las reglas jurídicas tradicionales.

Claro está que la injerencia propiamente dicha es un derecho que debe ejercerse en estado de extrema necesidad. Antes de llegar a dichos extremos, se ejerce la llamada diplomacia preventiva. Dicha diplomacia de anticipación puesta en practica por su creador, el ex secretario general de la ONU Boutros Boutros-Ghali en 1992, ha permitido que muchas ONG concluyan importantes labores, habiendo las mismas jugando previamente un importante papel interviniendo directamente allí donde los ciudadanos mas lo necesitan. En ese orden, surgieron y gozan hoy de gran notoriedad ONG de vocación puramente humanitarias como es el caso de Médicos sin Fronteras, entre otras, pero igualmente han surgido ONG cuya labor se focaliza en la protección de los derechos ciudadanos, tal es el caso de la organización Súmate. Dicho esto, queda demostrado que lo que en un primer tiempo se conoció como deber de injerencia nació a través de las ONG.

En cuanto al caso Venezuela, siguen latentes muchas interrogantes, a pesar de lo acordado por la OEA en Fort Lauderdale. De seguir Hugo Chávez adelante como todo parece indicar, con su plan de afianzamiento en Venezuela de un régimen autoritario ¿estarían las naciones vecinas dispuestas a traicionar el llamado derecho de injerencia, a cambio de algunos negocios? En el pasado reciente, desde capitales de sociedades desarrolladas, como New York, Londres y París, se manifestó de forma multitudinaria en contra de la política del presidente Bush hacia Irak; sin embargo, esas mismas masas no tuvieron tiempo o no quisieron escuchar al oprimido pueblo iraquí. Quedando claro que para esa gente lo político prevalecía sobre lo humano.  

En ese sentido, el ala izquierda de la oposición venezolana no debe caer en la trampa discursiva del régimen. El espaldarazo de Bush a Súmate, debe ser bienvenido como un gesto de valor de parte de la mas grande y sana democracia del planeta. Bush no es el enemigo, nuestros verdaderos adversarios – entre muchos otros - son el autoritarismo, el militarismo, el castrismo, la corrupción, la pobreza y el desempleo.

 
 
 
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