Los
actos terroristas del 11 de septiembre 2001, además de la
solidaridad humana y el apoyo político irrestricto de los 15
países que conforman la Unión Europea, han reabierto en el viejo
continente el debate sobre la capacidad de la Unión en materia
de seguridad, una suficiencia que le permitiría separarse de la
OTAN, sin romper la alianza con los Estados Unidos.
Para lograr ese cometido la UE está económica y
políticamente blindada, representa 1/3 del comercio mundial,
está presente en numerosos dominios tecnológicos de punta, es
poseedora de 1/3 de la riqueza mundial, en el 2002 será una
potencia monetaria; se trata pues de un actor de talla mundial;
pero hasta ahora ha carecido de una visión de mundo que le
permita trazar estrategias y prioridades que conformen una
política exterior propia; en gran medida motivado por la
contradicción que representa superar los intereses nacionales de
sus miembros en pro de objetivos verdaderamente comunes.
Mientras se prepara la respuesta norteamericana en represalia
a los ataques sufridos en Washington y New York, la opinión
pública internacional se pregunta ¿cuánto se implicará la UE?.
Inglaterra el menos europeo de los 15 ofrece apoyo
incondicional; Francia fiel a sus principios gaullistas de
autonomía y disuasión nuclear, se inclina por una resolución del
Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania su constitución le
impide mayor participación. Europa no desea formar parte de una
lucha que Bush y sus asesores denominan "entre el bien y el
mal", de la misma manera Europa se pregunta por qué los
Estados Unidos redactaron de forma unilateral una lista de
países considerados terroristas: Irán, Irak, Libia, Siria, Sudan
y Corea del Norte y curiosamente dejaron fuera de la lista a
Arabia Saudita, los Emiratos Arabes Unidos y Pakistán.
En todo caso, los Estados Unidos no tienen necesidad de
Europa para enfrentarse a Bin Laden, pero sí tienen necesidad
del apoyo político de la comunidad internacional, para ello
habría que reforzar la cooperación internacional ¿cómo?, en
principio los Estados Unidos deberían ponerse al día en sus
cotizaciones a las Naciones Unidas de esa manera dicha
organización recuperaría su fuerza e influencia y con ello se
habrá respetado el derecho internacional.
La potencia civil que es Europa debe revisar su manera de
tomar decisiones, para que pueda colocarse en posición de
intervenir en la gestión de crisis mundiales, creando
instituciones en materia de seguridad interior y dándole forma a
una fuerza de intervención europea autónoma.
Si tanto Europa como los Estados Unidos dan a conocer la
evolución de sus posiciones y su problemática, el combate
antiterrorista será dinámico, interactivo y efectivo.
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