Primero
fue la protesta de los ucranianos contra el fraude electoral del
cual habían sido víctimas; ahora una multitud en las calles de
Beirut logra la renuncia del primer ministro libanés, Omar
Karamé, acusado entre otras cosas de pro-sirio. ¿Saldrá algún
día a la calle la defraudada y numerosa oposición venezolana, a
exigirle la renuncia a un presidente acusado entre muchas otras
cosas de ser abiertamente pro-cubano?
Mientras ese momento llega, conocida ya la forma y la
determinación del pueblo ucraniano, vale la pena hoy detenerse
en las condiciones y el contexto en el que los libaneses,
lograron convertir al 28 de febrero en una fecha histórica para
todo el Medio Oriente.
Ni reedición de la guerra civil, ni Tiananmen en Beirut. La
compacta y decidida masa que marchó por las calles de la capital
libanesa hasta la Plaza de los Mártires, estaba compuesta por
drusos, maronitas, cristianos y un pequeño grupo de sunitas, una
unión nunca antes imaginada en el Líbano.
A esa inmensa, antagónica en el pasado y variopinta coalición,
se unen una serie de favorables elementos exteriores. Primero,
el éxito político de los EE.UU. en la región. Segundo, el mundo
chiíta mas allá del Irán democrático y de la victoria chiíta en
Irak, así como la neutralidad del Hezbollah chiíta, un
apreciable neutralismo de parte de los inventores del atentado
suicida. Y tercero, la implosión progresiva que está padeciendo
el poder sirio, cuyos
servicios secretos a los fines de mejorar su irreparable imagen,
le entregaron a los soldados norteamericanos, el pasado fin de
semana al hermanastro de Saddan Hussein, Sabaoui Ibrahim al-Hassan.
Así las cosas, quedó ayer en evidencia que las tropas sirias en
el Líbano saben que si le hubieran disparado a la multitud, la
cual hizo caso omiso a la prohibición gubernamental de
protestar, inmediatamente Damasco hubiera sido blanco de
bombardeos aliados. Y por su parte Irán y su protegido Hezbollah,
saben que si todo sigue su curso pacífico en el Líbano, de
realizarse las próximas elecciones los chiítas obtendrían un
confortable 40% de los votos.
Sin embargo, aún queda mucha gente en las calles de Beirut,
esperando el retiro de al menos una primera avanzada de los
14.000 hombres que conforman la totalidad de tropas sirias en
territorio libanés. Pero como quiera que sea, el pueblo libanés,
al igual que los ucranianos, ha retomado el camino de la
dignidad y si bien los respectivos movimientos fueron en un
principio retenidos y hasta prohibidos, ambos tienen en común el
hecho de ser indetenibles.
La invasión siria ha tenido, al menos, el mérito de reconciliar
a todos los libaneses en contra de la presencia de dichas tropas
en su territorio. Entonces por qué no pensar, estableciendo el
cada vez mas obligado paralelo,
si la invasión cubana que hoy padece Venezuela no tendría al
menos, el mismo mérito de unir a los venezolanos en torno a un
movimiento popular y unánime, que nazca de una sociedad que
lleva 6 años dividida para que de una vez por todas Venezuela y
su gente recobren su dignidad.
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