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Basta de impuestos, por ahora 
por José Guerra  
viernes, 31 marzo 2006

 


El Seniat planteó una reducción de algunos impuestos y el aumento de otros. Pasada la coyuntura electoral se verá la verdadera cara de la propuesta tributaria: un incremento de la carga impositiva a los venezolanos para seguir financiando la expansión del Estado. ¿Vale la pena que los contribuyentes transfieran más recursos  de sus bolsillos a un gobierno que ha despilfarrado los ingresos fiscales más elevados de la historia de Venezuela? 

Cuando los habitantes de las colonias del Norte de América se sublevaron contra la corona inglesa lo hicieron con una frase: “No taxation without representation”, es decir, no al pago de impuesto al Rey de Inglaterra sin que los contribuyentes tuvieran representación en el parlamento. No estaban dispuestos los americanos norteños a continuar financiando a un monarca que no los tomaba en cuenta. Con este postulado los habitantes de lo que posteriormente serían los Estados Unidos de América lograron triunfar en una rebelión, independizarse y construir en pocos años la nación más poderosa del planeta. Se hicieron grandes, entre otras cosas, porque detrás de aquella consigna subyacía el principio de que los gobernantes deben servir a sus pueblos y que la representación es consustancial con la responsabilidad de los ciudadanos de contribuir con el Estado, en el financiamiento de sus gastos.  

Era una vez un país 

En Venezuela, hace rato que se acabó la laxitud fiscal. Ahora el aporte de los venezolanos a los gastos del gobierno supera a los realizados por la industria petrolera. Como un simple ejemplo puede citarse el hecho de que en 2005, los impuestos no petroleros alcanzaron Bs. 43.651 millardos (14,9% del PIB), mientras los de origen petrolero se situaron en Bs. 42.763 millardos (14,6% del, PIB). Con esta fuerza contributiva de los venezolanos se multiplican sus derechos de exigir cuentas claras y oportunas sobre el gasto que realiza el gobierno. 

La evolución de la recaudación no petrolera en Venezuela tiene nombre y apellido: el impuesto al valor agregado (IVA), el cual fue instituido al principio como un impuesto a las ventas en 1995 y luego evolucionó a su forma actual como imposición al valor agregado. Aproximadamente la mitad de la recaudación no petrolera proviene de ese impuesto. La contabilidad de la contribución de los venezolanos al gobierno sugiere que ésta se ha incrementado sostenidamente, como se presenta en cuadro anexo. 

Cuadro

Recaudación no petrolera de Venezuela

 

Ingreso no petroleros (Millardos de Bs)

Ingreso no petrolero (Millones de US$)

Ingreso no petrolero

(% del PIB)

2000

7.659.581

11.265

9,3

2001

9.573.603

13.229

10,5

2002

11.886.539

10.239

11,0

2003

15.166.556

9.428

11,3

2004

25.765.674

13.651

12,5

2005

43.651.927

20.664

14,9

      Fuente: BCV 

Con este esfuerzo fiscal es hora de que los contribuyentes reciban más en la forma de bienes y servicios provistos por el Estado venezolano, en lugar de que se aumente la carga tributaria a los sectores de menores ingresos. 

¿Para qué más impuestos? 

El Seniat ha lanzado una propuesta tributaria que hay que examinar con sumo cuidado para no alucinarse, toda vez que se ha esgrimido que se plantea una reducción de los tributos y un aumento a los sectores de mayores rentas. Con un gasto fiscal desbordado, el gobierno tiene que incrementar la recaudación de impuestos tanto petroleros como no petroleros. Con relación a los de tipo petrolero, en la medida en que más recaude el fisco, menos podrá gastar Pdvsa en inversión y en el financiamiento de las misiones. Por tanto, el dinero entra por un lado al fisco sale por el otro. Eso no ocurre con la recaudación de impuestos no petroleros, que deben pagar los venezolanos. Un Estado como el venezolano que está gastando casi US$ 45.000 millones entre el gasto presupuestario y el no presupuestario, tiene forzosamente que afincar la mano impositiva contra el sector privado, tanto al pequeño como al mediano y grande. 

La eliminación del impuesto a los débitos bancarios obedece a la coyuntura electoral. La oferta de reducir el IVA en dos puntos porcentuales apunta en la misma dirección toda vez que el gobierno con esa medida estaría renunciando a por lo menos a US$ 2.774 millones, equivalente al sacrificio fiscal de esa reducción. Un gobierno con la vocación de gasto del actual no abdica fácilmente a semejantes recursos.     

El plan del Seniat consiste en eliminar impuestos como el cobrado por donaciones y sucesiones y a los fósforos, entre otros: impuestos simbólicos. Pero también contempla la instauración de nuevos tributos como el previsto al patrimonio, a las ganancias sobre la tenencia de títulos públicos, al consumo selectivo, a los juegos y a los predios rurales. Después vendrá el cobrado a las transmisiones a la radio y la televisión y a las ventas minoristas a nivel estadal. Con todos estos gravámenes, con seguridad al final los venezolanos terminarán pagando más impuestos. Esto traslada el asunto a la correspondencia entre contribución y retribución. Y es allí donde falla el gobierno. El superintendente tributario, José Vielma Mora, ha realizado un esfuerzo encomiable por hacer más eficiente la recolección de los impuestos en su empeño por llenar las arcas fiscales, aunque ha sido menos eficaz en las devoluciones de impuestos a quienes le corresponde el beneficio fiscal. Pero ¿por qué darle más ingreso a un gobierno que todavía no ha presentado las  cuentas de lo que gastó en 2004 y 2005? ¿Por qué razón debe aumentar la contribución fiscal de los venezolanos para la realización de gastos discrecionales por parte del Presidente de la República, irrespetando los controles administrativos necesarios? ¿Se destinarán los ingresos fiscales que aportan los contribuyentes al financiamiento de empresas públicas como ocurrió con el Complejo Agronómico y Azucarero Ezequiel Zamora de Barinas? La mejor reforma tributaria es aquella que simplifica la estructura tributaria, la que con menos impuestos recauda más ingresos y la que disminuye los costos de la administración fiscal.   
 

El impuesto al patrimonio

Como parte del paquete impositivo, el Seniat ha presentado el cobro de una tasa entre 0,5% y 1,0% sobre el patrimonio de contribuyentes que posean viviendas secundarias que excedan Bs. 500 millones, consideradas de lujo, a los vehículos cuyo precio sobrepase  US$ 20.000 (Bs. 43 millones), motos, yates, aviones y otros bienes suntuarios, según la terminología del ente tributario. Por un principio de justicia y siguiendo un postulado fundamental de las finanzas públicas, quien más tiene más paga. De manera que se va a presentar una oportunidad de oro para que los nuevos ricos y la llamada boliburguesía hagan su aportación a una patria que en estos tiempos tantas ocasiones le ha brindado para ensanchar sus capitales. Llegó el momento que el Estado venezolano conozca lo que es vox populi: las fortunas de contratistas, comisionistas, colocadores de fondos públicos, testaferros y amigos del porcentaje corruptor, que a partir de 1999 han tratado el patrimonio público como si se tratase de un botín en disputa pronto a acabarse.  

Crece América Latina

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) actualizó sus proyecciones de crecimiento económico para 2006, al situarlas en 4,3% en lugar de 4,1%, como había estimado previamente. Parte de la mayor expansión de la economía obedece al abaratamiento del financiamiento, tanto interno como externo. En economías como la de Chile se aprecia un crecimiento sostenido, en otras como Argentina y Venezuela una recuperación tras las recesiones que experimentaron durante 2002 y 2003.  El tópico más importante en Latinoamérica no es crecer únicamente, sino hacerlo sostenidamente, en una senda de largo plazo. Sin  una trayectoria estable de expansión, estas economías seguirán viviendo los ciclos de expansión y contracción característicos de la región. Lo bueno es que tal crecimiento viene acompañado de tasas bajas de inflación, salvo los casos de Argentina, Costa Rica y Venezuela. 

Los precios de las materias primas 

La economía mundial está en presencia del aumento más prolongado de los precios de los productos primarios (commodities).  Petróleo, aluminio, cobre, acero y zinc reflejan alzas importantes. Esos precios no hubiesen mejorado sin el empuje de demanda que representa el mayor consumo de China e India, que están actuando como una locomotora que empina las cotizaciones de las materias primas. En China avanza un proceso de urbanización acelerada, expresado en el hecho de que cada año 16.000.000 de personas se mudan del campo a  la ciudad para servir de mano de obra barata en los complejos industriales del capitalismo chino. Por su parte, en India, 6.000.000 de seres humanos se trasladan a Bombay y otras ciudades cada año, en busca de trabajo. Se trata de los mayores flujos migratorios de que se tenga noticia.  Estos nuevos trabajadores asalariados generan producto e ingreso y ello impulsa la demanda de bienes y servicios en lo que parece un auge que avizora con prolongarse. Lo que resta es ver hasta qué punto pueden los países exportadores de esas materias primas transformar los ingresos que reciben en riqueza duradera.

 
 
 
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