Las
cifras dadas a conocer por el BCV sobre el comportamiento de
la actividad económica durante el segundo trimestre de 2006
reflejan un hecho incontrovertible: se observa un
crecimiento de baja calidad, desarticulado, que pone de
manifiesto las vulnerabilidades de la economía venezolana.
El producto interno bruto (PIB) experimentó un aumento de
9,2%, ligeramente inferior a los dos trimestres previos,
cuando la producción se expandió a un ritmo de 10,2%
y
9,9%,
respectivamente. Se trata de una tenue desaceleración del
crecimiento de la economía y habrá que esperar para ver si
se trata de una senda más firme.
El PIB
Todas las actividades económicas crecieron, pero una más
intensamente que otras y este es un elemento central para
valorar adecuadamente el desempeño de la economía.
Efectivamente, una desagregación de los diferentes sectores
de la economía permite una clasificación entre los llamados
bienes transables (los que se pueden comercializar
internacionalmente) y los no transables, aquellos producidos
para en el mercado interno. Entre los primeros destacan la
industria manufacturera, la agricultura y el petróleo y el
segundo grupo abarca la construcción, el comercio, el
transporte, las comunicaciones, entre otros. Una economía
vigorosa, diversificada, se caracteriza por un sector
productor de bienes transables de origen manufacturero en
permanente expansión, moderno, que agregue valor, capaz de
generar bienes para un mercado mundial en permanente auge,
para de esa manera contar con las divisas indispensables
para pagar las importaciones. Cuando ese sector se estanca,
algo anda mal en la economía y eso es lo que está detrás de
los datos del BCV. El aumento de la actividad económica se
concentró en cinco sectores: construcción, comercio, banca,
transporte y comunicaciones, en tanto que en el petróleo y
la manufactura se aprecia un claro rezago, por no mencionar
la agricultura cuyas cifras se desconocen, pero seguramente
su producción se contrajo.
Debe destacarse que en el caso de la construcción, su
impulso viene determinado por un gasto público que no cesa
de crecer y que está provocando un déficit significativo en
la gestión fiscal del gobierno en lo que ha transcurrido del
año. Por su parte, el comercio ha aumentado como resultado
de la mayor demanda, igualmente motivada en las erogaciones
del Estado, que se manifiesta como consumo privado. Sin
embargo, el comercio ha encontrado un aliciente en la
actividad asociada a las importaciones, que en la economía
de puertos en que se ha transformado Venezuela, ha tenido su
mejor incentivo. Durante el lapso abril-junio de 2006
respecto al enero-marzo de 2006, la industria manufacturera
nacional disminuyó cuatro (4) puntos porcentuales su tasa de
crecimiento, lo cual se corresponde con reportes según los
cuales esa rama económica ha visto acrecentar la utilización
de la capacidad instalada existente sin que se haya
amplificado las posibilidades de producir más bienes. Este
comportamiento desfavorable de la industria nacional guarda
relación con el anclaje del tipo de cambio y el control de
precios, fundamentalmente. Vale destacar que el esfuerzo del
gobierno para conformar un parque industrial, tanto en la
forma de capitalismo de Estado como de asociaciones
cooperativas, núcleos de desarrollo endógenos o empresas de
producción social, no se expresa en una aportación favorable
al desarrollo industrial, contrariamente, pareciera que lo
ha limitado en vista del desperdicio de recursos que esa
aventura industrial está causando sobre las finanzas
públicas de Venezuela. En el caso del petróleo, las cifras
del BCV confirman el estancamiento de esa actividad y la
pérdida de oportunidades que significa una economía mundial
con una demanda insaciable, tanto de crudos como de
derivados.
La balanza de pagos
Pero tal vez donde se detalla con más claridad el estado de
la economía venezolana es en su balanza de pagos, la cual
recoge todas las transacciones de los residentes de
Venezuela con el resto del mundo. Resalta el déficit de la
economía no petrolera originado en un hecho perverso: el
aumento sin precedentes de las importaciones y la caída de
las exportaciones. Efectivamente, las compras de bienes y
servicios al exterior del sector no petrolero aumento 33,1%,
lo que se ha traducido en niveles de importaciones que han
roto de manera consecutiva los records del pasado reciente,
convirtiendo a Venezuela en una especie de paraíso para las
mercancías foráneas y en una presa deliciosa para los
vendedores de productos extranjeros. De allí la alegría de
Lula o
Kirchner
cada vez que Chávez los vista, porque lo que les
ofrece es comprar sus productos. O del presidente Uribe,
quien no va a desperdiciar está exquisitez que representa un
mercado como el venezolano que importa cada vez más. Por su
parte, las exportaciones no petroleras reflejaron una
disminución de 10,7%, como expresión del fenómeno señalado
anteriormente y el cual guarda relación con la falta de
capacidad de producción de la industria manufacturera.
De
acuerdo con el reporte del BCV “la demanda externa mostró
una caída de 1,7%, determinada por la disminución de las
exportaciones no petroleras (-17,5%), las cuales se
orientaron a satisfacer preferentemente el crecimiento de la
demanda de bienes intermedios y finales del mercado
interno”. Ello sugiere que el sector exportador venezolano
está perdiendo los mercados que antes había conquistado al
no poder suplir su demanda y los ha perdido entre otras
razones porque los productos de fabricación nacional ahora
son más costosos como expresión de la elevada tasa de
inflación doméstica. De esta manera, la economía Venezuela
está atestiguando un ensanchamiento del desbalance en su
comercio exterior no petrolero, hecho éste que signa su
mayor vulnerabilidad. Para todos los fines prácticos,
Venezuela es una especie de emirato caribeño cuya única
razón de ser es la venta de menores cantidades de barriles
de petróleo a precios privilegiados, situación que le
permite importar casi la mitad de los bienes que consume.
Con ello se esfuman consignas vacías en si mismas, tales
como la soberanía alimentaria y el desarrollo endógeno.
Cuadro
Indicadores económicos de Venezuela
|
II trimestre
de 2006 |
I trimestre
de 2006 |
IV trimestre
de 2005 |
Tasa de
crecimiento del PIB (%) |
9,2 |
9,9 |
10,1 |
Déficit
comercial no petrolero (Millones de US$) |
- 5.677 |
- 4.111 |
- 4.438 |
Fuente: BCV
Nacionalización fallida
La
empresa petrolera estatal de Bolivia, Yacimientos
Petrolíferos Fiscales de Bolivianos (YPFB) está confrontando
serios problemas para manejar la industria de los
hidrocarburos después de tres meses y medio de iniciado el
proceso de nacionalización. Evo Morales pensó que con
voluntarismo podía gestionar un sector altamente complejo.
Por el decreto de nacionalización, YPFB es dueña de los
hidrocarburos. De los beneficios obtenidos por esta
actividad, 82% son para el Estado y 18% para las petroleras.
Del monto pagado al Estado, el 32% son regalías, 32%
Impuesto directo a los hidrocarburos (IDH) y el 32% es
participación para YPFB. En lugar de negociar con Repsol y
Petrobrás, Morales escucho un mal consejo y buscó la
confrontación. Ahora se encuentra que no dispone de los
recursos líquidos para encarar los costos de un negocio
desconocido para un gobierno novato. Para agravar las
cosas, YPFB piensa que con la asesoría de PDVSA puede lograr
un manejo eficiente del petróleo y el gas.
La inflación en China
El
Banco Central de China aumentó la tasa de encaje bancario
hasta 8,5% con el objeto de moderar el aumento del crédito.
Es la segunda vez en el año que se ha aplicado esta medida.
Con ello se procura contener el aumento de la liquidez
monetaria y prevenir un alza de los precios que podría
entorpecer el crecimiento de la economía. Las presiones
inflacionarias ya son manifiestas en el área residencial y
en general en los servicios. Existen algunos indicadores de
que la economía china puede estar sobre calentándose,
situación que pudiese tener un impacto desfavorable sobre la
sostenibilidad del crecimiento. Aunque la medida de elevar
el encaje no es la mejor, debido a las distorsiones que
crea, es una señal de que el banco central no se siente
cómodo con el comportamiento de la cantidad de dinero y que
percibe un resurgir de la inflación. Con esa decisión se
anticipa que todas las tasas de interés del mercado se
moverán al alza, como ya ha ocurrido en los Estados Unidos,
Europa y Japón.