En
1916, durante su exilio de Suiza, Vladimir Illich, Lenin,
escribió uno de sus libros más influyentes, El
imperialismo fase superior del capitalismo. En realidad
el líder ruso fue poco original toda vez seis años antes
el economista austriaco Roudolf Hilferding, se había
adelantado con la publicación de El capital financiero,
en el cual analizó la expansión de las economías
capitalistas de occidente por el resto del mundo. Lo
que caracterizaba el imperialismo inglés, francés y en menor
medida alemán, era las guerras para conquistar países, el
reparto de sus áreas de influencia y el comienzo de la
conquista de sus mercados.
El imperialismo
En la fase de consolidación, las economías
desarrolladas necesitan de nuevos mercados y la apertura de
espacios para la colocación de sus capitales. La inversión
extranjera que era una de las formas más expedita en que se
manifestaba la influencia de los países desarrollados
actualmente es bienvenida por las naciones que carecen de
los capitales para apuntalar su crecimiento y desarrollo
económico. Con regulaciones apropiadas y normas claras las
economías pobres están recibiendo flujos importantes de
capitales provenientes de los países más desarrollados y la
mejor expresión de ello es China, que al archivar el
pensamiento maoísta se está transformando en una potencia de
dimensiones mundiales.
Según Lenin, la característica esencial del
imperialismo es la etapa monopolista del desarrollo
capitalista, en el cual se liquidaba la libre competencia
con el surgimiento de los monopolios, los cuales se
apoderarían del mundo. De esta manera, los rasgos
distintivos del imperialismo guardaban relación con la
fusión del capital bancario con el capital industrial para
conformar el capital financiero y la exportación de
capitales en lugar de la exportación de mercancías. Evaluado
su punto de vista con las realidades de hoy, es evidente que
el líder bolchevique se equivocó de banda a banda. En primer
lugar porque en la gran mayoría de los casos existe un
separación tajante entre los capitales que actúan en la
industria y el de los bancos, como ocurre en los Estados
Unidos y países europeos, debido a las leyes contra el
monopolio, y en segundo término porque los movimientos de
capital de los países pobres o menos desarrollados hacia los
países industrializados en muchos casos supera al de estos
países en las economías en desarrollo. La colocación de
fondos de economías emergentes en los mercados financieros
internacionales atestigua la bidireccionalidad de los flujos
de capital. Ello es lo que ha permitido que los Estados
Unidos puedan financiar el gigantesco déficit de su cuenta
corriente de la balanza de pagos, al recibir lo fondos
superavitarios del resto del mundo.
Sin embargo, con todo y su obsolescencia,
algo de la tesis de Lenin es útil para explicar la posición
exterior de Venezuela en América Latina, donde visos de una
política de dominación, basada en el petróleo, son cada vez
más evidentes.
El impero venezolano
La política imperialista o sub imperialista,
según otros, de Venezuela se resume en una acción
expansionista para acrecentar su área de influencia política
en el continente con el objeto de amplificar el liderazgo de
Hugo Chávez, como parte de un proyecto político cuyo
objetivo de corto plazo es la estructuración de una fuerza
compacta que enfrente a los Estados Unidos. Para eso fines
nada mejor que el uso del poder que ahora confiere el
petróleo. Buscar aliadas para esa empresa se torna
perentorio.
Así, cada vez se acrecienta el número de de
presidentes, jefes de Estados y candidatos presidenciales
que concurren a Miraflores con su lista de peticiones
económicas, a solicitar audiencia a Hugo Chávez con el
propósito de lograr una porción de la cuota petrolera con la
cual se sentencian su humillación futura. Chávez gustoso los
recibe a todos y en una especie de reparto de piltrafas,
pero suficiente para sus necesidades, y estos quídams
extranjeros se marchan a sus países con algo en los
bolsillos o con la ilusión de una promesa. A partir de allí,
sus votos actuales o potenciales en los organismos
internacionales tendrán firma aceitosa. Venezuela, al actuar
como un monopolista de la provisión de petróleo en el
mercado latinoamericano, impone sus condiciones. Pero no se
trata de condiciones estrictamente económicas, sino
principalmente políticas, como ocurre actualmente con
Bolivia, por citar un solo caso.
Amparado en la memoria de la gesta
bolivariana del pasado y la excusa de la solidaridad, detrás
del encanto de una ayuda generosa en la región, cuyo monto
oficial se desconoce porque en Venezuela no existe control
fiscal, pero que se calcula en más de US$ 15.000 millones,
se intenta doblegar y su sumar a la causa de Chávez, la
política exterior de los países que reciben fondos desde
Venezuela. Ya no se trata como otrora de la presencia de
grupos financieros privados, sino más bien de la acción del
Estado, mediante modalidades de penetración del capital
monopolista estatal venezolano en América Latina cuando
asume la forma de financiamiento de la factura petrolera,
donación de combustible, compra de bonos y otros
instrumentos financieros, donación de dinero en efectivo,
adquisición de productos agrícolas e industriales,
instalación de oficinas de entes públicos financieros y no
financieros, prestación de servicios, pago por servicios
médicos-odontológicos, trueque de personas por dinero, entre
otros.
Entre las primeras víctimas de esa política
de dominio destacan la República Argentina, que en medio de
sus tribulaciones financieras, ha emitido bonos de la deuda
pública a raudales que fueron comprados por el Gobierno
nacional y luego negociados a banqueros locales mediante
procedimientos opacos. La política exterior argentina se ha
supeditado a la estrategia geopolítica de Hugo Chávez. En el
caso de Bolivia, Evo Morales sigue el guión pautado en
Caracas: convocatoria a una Asamblea Constituyente,
nacionalización del petróleo con decreto y todo escrito en
La Campiña y expropiación y confiscación de fincas y tierras
agrícolas. Ya está política tuvo un tropiezo en Perú, pero
seguirá.
Esbirros
nuevos y viejos
La Real Academia de la Lengua Española
define al esbirro de varias maneras: oficial inferior de
justicia, hombre que tiene por oficio prender a las personas
y secuaz a sueldo o movido por interés. Cuando la dictadura
de Juan Vicente Gómez se hicieron famosos los torturadores
que martirizaban a los presos y a quienes se oponían a
Gómez: Rafael María Velasco, Gobernador del Distrito
Federal, Elías Sayazo, prefecto y Nereo Pacheco, entre
otros, inscribieron sus nombres en la historia. La
brutalidad era la norma. López y Medida Angarita fueron
tolerantes con la oposición, salvo algunos episodios de
represión, en particular cuando López. En tiempos de Pérez
Jiménez reapareció con fuerza inusitada la tortura, con sus
respectivos campos de concentración en la Isla del Burro,
Sacupana y Guasina. El martirio y la persecución tenían sus
emblemas en Pedro Estrada, jefe de la Seguridad Nacional,
Miguel Silvio Sanz y Ulises Ortega, principalmente. En estos
tiempos la tortura física y el tormento ya no son la pauta.
Pero con la Lista de Tascón y el rol que juegan funcionarios
públicos en ministerios y entes del Estado se reproduce la
persecución por otras vías. Así, por ejemplo, la Fiscalía
General de la República mantiene una situación de tensión
contra gran cantidad de gente imputada, la táctica consiste
en no cerrar los casos para mantener la presión sobre las
personas acusadas, quienes viven y trabajan para defenderse
ante la justicia. Ahora no se recurre al tortol, al vidrio
molido o al ring, sino a los tribunales.
Petrobrás
versus PDVSA
Así se sentirá Lula, que su canciller Celso
Amorín tuvo que reconocer en el congreso lo inapropiado de
la injerencia de Venezuela en América Latina y su influencia
en las medidas que ha adoptado Bolivia. Evo Morales es la
punta de lanza de la ofensiva de Chávez contra Lula y
Petrobrás. Espacio cedido por Petrobrás, espacio ganado por
PDVSA. Bolivia es soberana para nacionalizar sus
hidrocarburos, eso no se puede discutir. Lo que si es
cuestionable es que lo haga mediante una confiscación al
negarse Morales a no cancelar la indemnización que
corresponde a Petrobrás por sus activos que mantiene en
Brasil. Morales incluso ha acusado a Petrobrás de prácticas
ilícitas tales como el contrabando y fraude fiscal. El plan
de PDVSA es entrar en Bolivia para contar con reservas de
gas de las cuales Venezuela no dispone para alimentar el
gasoducto suramericano. Al sacar a Petrobrás y a Repsol del
negocio de gas el campo queda despejado para PDVSA. Con
ello, Lula se verá obligado a negociar con Morales en
desventaja y Chávez servirá de mediador para solucionar la
crisis. Bolivia, al no contar con los recursos financieros
para explotar sus hidrocarburos, caerá mansamente en las
manos de PDVSA, es decir del presidente Chávez.