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El Banco del Sur: ¿comedia o tragedia?  
por José Guerra  
viernes, 7 abril 2006

 

Si el BCV se encarga de promover el desarrollo y la integración económica regional, ¿Quién velará por la estabilidad monetaria de Venezuela? El Banco del Sur obedece a un plan político continental de extender el proyecto chavista por América Latina, usando para ello las reservas internacionales de los bancos centrales. Así de simple.

En el libro “El dieciocho brumario de Luis Bonaparte”, Carlos Marx afirmó que la historia y los personajes se repiten dos veces: una como comedia y la otra como tragedia. Cuando se escuchan la argumentación para crear un nuevo banco, esta vez de dimensiones sudamericana, no puede dejar de pensarse en los ensayos fallidos en los cuales el gobierno de Hugo Chávez ha gastado cantidades ingente de dinero. Los primeros forman parte de la comedia, porque se trata de instituciones bancarias quebradas, financieramente inviables, que significan un costo enorme para el fisco. El Banco del Sur, de concretarse, será una tragedia para el BCV.

¿Qué es un banco central?

En Venezuela estamos tan mal, que el análisis sobre el Banco del Sur, tiene necesariamente que partir de situar el tema en las funciones que cumple un banco central y un banco comercial. Ha eso hemos llegado, por culpa de un gobierno y de autoridades monetarias ajenas a la tarea de preservar la solvencia monetaria de Venezuela. Un banco central no es un banco comercial. Éstos, prestan el dinero que captaron del público a clientes privados para el financiamiento de actividades económicas diversas o al gobierno para la ejecución del gasto público. Un banco central tiene como misión fundamental, esencial, imprescindible, lograr la estabilidad financiera del país. Es decir, procurar que la inflación no se desborde, porque ello afecta negativamente el crecimiento económico y la equidad social. Para ese propósito, el banco central regula la cantidad de dinero o las tasas de interés, mediante sus instrumentos de política monetaria.

En el pasado algunos creyeron que los bancos centrales podían promover el desarrollo económico y social de manera directa. Esos experimentos acabaron en episodios de alta inflación, desestabilización monetaria y ruina. La causa no es muy difícil de encontrar: si las economías prosperaran con base en expansiones de la cantidad de dinero que emiten los bancos centrales no hubiese países pobres, porque con poner al banco central a imprimir dinero aumentaría la inversión y el empleo. No existiría la pobreza. Contrariamente, lo que ocurre cunado el banco central amplifica la creación de dinero es que aparece el fantasma de la inflación, que siempre permanece oculto, a la espera de su oportunidad para confiscarle el dinero a la gente.

De manera que el debate en la economía moderna se ha cancelado a favor de la demarcación del ámbito de actuación de los bancos centrales en el logro de la estabilidad de precios, definida como la consecución de una tasa de inflación similar a la de los socios comerciales del país en cuestión, en el mediano plazo. Este paradigma, que constituye el corazón de la legislación de los bancos centrales del mundo civilizado y recogido en la Constitución Nacional, ha sido quebrantado por el Directorio del BCV, sin que previamente se haya documentado una explicación medianamente racional. Ahora, el BCV ha hecho del financiamiento del gasto del gobierno su razón de ser, en lugar de proponerse la estabilidad monetaria de Venezuela. Quienes hasta ayer defendían la autonomía y los principios de un banco central autónomo se trocaron en correligionarios del BCV como financista del Ejecutivo nacional. ¿Qué instrucción privó para que el Directorio del BCV cambiara radicalmente su manera de pensar?

¿Otro banco?

Que sea el presidente del BCV quien exprese el objetivo del Banco del Sur: “Mi ponencia hizo énfasis en la necesidad de que los bancos centrales se aboquen a hacer realidad el Banco del Sur, un banco que contribuya al financiamiento del desarrollo, de las inversiones de capital". Para ese financiamiento, el BCV pondría en la mesa de juego sus reservas internacionales, su único activo, aparate del edifico de veinticuatro pisos que conserva en la Avenida Urdaneta. Por su parte, el presidente Chávez afirmó: “Venezuela está lista para crear el Banco del Sur y sólo espera porque otras naciones den el paso. Espero que los países pudiesen transferir parte de sus reservas internacionales”.

Si en América Latina no existiesen bancos de desarrollo se podría entender la creación de una institución para financiar el desarrollo económico. También podría establecerse un banco pero con los aportes fiscales de los gobierno, nunca con las reservas internacionales de los bancos centrales. Sucede que Venezuela es accionista de tres bancos que en América aportan fondos para proyectos de desarrollo, la integración económica y el equilibrio de la balanza de pagos. Tal vez sea por el hecho que dos de ellos no tienen nombres de banco que el Gobierno de Venezuela los ignora. Esas tres instituciones financieras de perfiles americanos son el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR). Cada uno en sus funciones cumple actualmente lo que el presidente Chávez se propone con el Banco del Sur. Si ello es así, ¿qué busca entonces el presidente Chávez con la creación de un nuevo banco?

Bancos de Desarrollo en América Latina
Institución financiera Objetivos
Banco Interamericano de Desarrollo Contribuir al desarrollo económico y social; individual y colectivo de los países miembros
Corporación Andina de Fomento Promover el desarrollo sostenible y la integración regional
Fondo Latinoamericano de Reservas Apoyar las balanzas de pagos de los países miembros. Armonizar las políticas cambiarias.

La respuesta a esta interrogante no se halla en el plano económico o financiero. Hay que recurrir a la valoración del plan político que propugna Hugo Chávez y cuyo horizonte continental no debe subestimarse. Hugo Chávez no tiene control de las instituciones financieras que actualmente en América Latina prestan dinero para el desarrollo. Necesita su banco. El proyecto que lidera Chávez no busca promover el comercio en la economía regional. No, que no haya equívocos. El propósito es suscitar una revolución a su estilo, para lo cual aspira contar con un arma muy poderosa: todas o parte de las reservas internacionales que hoy manejan los bancos centrales. Con recursos de ese orden, se facilita enormemente la tarea para la cual se cree predestinado.

El futuro del petróleo


En un libro reciente, “Out of gas: The end of the oil age”,(Norton, 2004), el profesor David Goodstein, del Instituto Tecnológico de California, desnuda con crudeza la realidad de las reservas petroleras del mundo, y lo que es más importante, responde a las interrogantes sobre lo que le depara a la humanidad ante la tendencia declinante de los yacimientos petrolíferos. Goodstein rescata la llamada Ley de Hubbert, expuesta en 1950 por Marion King Hubbert, quien fue profesor de geofísica de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, y posteriormente jefe de geología de la Royal Ducth Shell. La tesis es sencilla pero sugestiva. Las reservas de petróleo comercialmente extraíbles y conocidas son finitas, calculadas desde que comenzó la explotación petrolera en aproximadamente dos trillones de barriles, de las cuales se ha consumido más de la mitad. Ello sugiere que la disponibilidad de petróleo depende de la relación entre descubrimiento de nuevas reservas y el consumo. Hubbert resucitó en vida cuando acertó su predicción hecha en 1956, según la cual la extracción de petróleo en los Estados Unidos alcanzaría su pico a mediados de los años setenta y que a partir de allí comenzaría la declinación y con ello la dependencia energética de su país. Es obvio que a mayores precios, se incorporan nuevas reservas, pero insuficientes para colmar una demanda insaciable, lo que traslada la fecha del agotamiento sin evitarla. Goodstein asevera que el dominio del mundo estará en manos de quien controle la fuente inagotable de la energía: la fuerza del átomo

Los precios de la vivienda

Ya es un hecho. Salió publicada en la especie de Gaceta Oficial que se transmite todos los domingos durante al menos cinco horas. El gobierno va a regular los precios de las viviendas y expropiará a los dueños que las poseen pero las mantengan desocupadas. Se estrecha la mano de hierro sobre la economía. La burocracia pública no termina de entender que la vivienda en Venezuela no es exclusivamente un bien para satisfacer una necesidad sino una inversión en una economía donde las devaluaciones monetarias han contribuido a liquidar la confianza de los venezolanos en el ahorro. Muchas familias viven del alquiler que devengan de la posesión de una vivienda adicional, fruto de su ahorro, ante la ausencia de un sistema de seguridad social. La medida de regulación, aparte de la dificultad de su aplicación, adiciona una carga a un súper Estado que debería estar incentivando la construcción de viviendas en lugar de obstaculizarla. Para completar, el Alcalde Mayor ha sugerido la liquidación del alquiler de vivienda cuando planteó que quien haya residido más de diez años alquilado en una vivienda debe transformarse en su propietario. Si esto prospera, nadie se atreverá a construir o remodelar para alquilar. La demencia pareciera no tener límites. Es tiempo de Sigmund Freud no de David Ricardo o John Maynard Keynes.
 

 
 
 
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