El
intento del gobierno por promover el llamado socialismo del
siglo XXI, está llevando a una parodia de promoción de la
socialización de la economía, mediante tres acciones. En
primer lugar, el acorralamiento del sector privado de la
economía nacional; cuya destrucción sería el fin ulterior de
la política que adelanta el presidente Chávez, en segundo
término, la constitución de un sistema de producción y
distribución basado en las asociaciones cooperativas y
finalmente en el establecimiento de las empresas de
producción social (EPS), especie de núcleos incipientes de
compañía no mercantiles. Aunque se ha discutido
abundantemente sobre el tema, se argumenta con razón que la
mejor caracterización del curso de la economía venezolana
actualmente lo signa el fortalecimiento del capitalismo de
Estado.
La consolidación de ese esquema capitalista estatal pasa por
una exacerbación de la intervención del gobierno en la
economía, como no lo había atestiguado Venezuela, tanto en
su rol de regulador como de productor. No obstante, el
Estado está usando el poder de compra que le confiere un
ingreso petrolero abundante para forzar a las pocas empresas
manufactureras privadas grandes que subsisten en Venezuela
para que se transformen en EPS, como requisito
imprescindible para poder contratar con PDVSA. Con ese
objetivo, a partir del 1 de octubre de este año, todas las
empresas que participan en procesos de licitación o
contratación que realice PDVSA deben estar inscritas en el
Registro de Empresas de Producción Social, de otra manera no
se puede celebrar ningún contrato. Similarmente, PDVSA
instruyó que todas las facturas que emitan los contratistas
deben indicar si la empresa es de producción social o una
promotora de empresas de producción social.
Pero, ¿qué es una empresa de producción social?
En el “Acuerdo Marco de Promoción,
Estímulo y Desarrollo de las Empresas de Producción Social
(EPS)”, se define la naturaleza de estas unidades
económicas de esta manera “… las Empresas de Producción
Social impulsarán la formación de un sistema comunal de
producción y consumo, logrando que los excedentes generados
por éstas se reinviertan en obras y actividades de interés
social…”. De acuerdo con esa orientación, las EPS: “…
representan uno de los mayores y más poderosos instrumentos
para la superación de la economía rentista, capitalista y
dependiente por la nueva economía del socialismo del siglo
XXI…”. Más claro no puede ser el propósito: el Estado
pretende instaurar un esquema socialista para lo cual la
constitución de nuevas formas de propiedad resulta
fundamental. Que lo alcance es otro tema. Cuando se examina
con atención lo qué está haciendo el Estado venezolano en
materia económica se encuentra que las actividades más
importantes siguen estando en manos del gobierno y que la
socialización de los medios de producción es un artificio
para enmascarar la estatización de la economía. Ello remite
al tema de la cogestión, lo que no significa la propiedad de
los trabajadores sobre las empresas. De esta manera, la
cogestión se está empleando como un instrumento adicional
para imponer el modelo socialista, cuya expresión concreta
es la reducción de la economía privada a su mínima
expresión`, principalmente la de origen nacional, para
amplificar así el papel del Estado en la economía.
La prueba más evidente de ello es que en la principal
industria de Venezuela, PDVSA, no se aplica la cogestión ni
se ha transformado en una empresa de producción social. Si
el modelo cogestionario es tan bueno o las EPS tienen tantas
virtudes, habría que esperar que el ensayo socialista
comenzara por PDVSA. Contrariamente, esta empresa se maneja
como un cuartel al ser una compañía absolutamente vertical
donde no se admite la disidencia y ni criterios técnicos
diferentes a los establecidos por la cúpula de privilegiados
que se hizo con el mando de la industria. ¿Por
qué si el gobierno cree sinceramente en la socialización de
los medios de producción no transforma a PDVSA en una
empresa de producción social? Porque el gobierno en realidad
no cree en la propiedad social, la de los ciudadanos como
dueños de los bienes, sino en la propiedad estatal. Las
medidas que ha adoptado PDVSA, las cuales procuran que sus
contratistas sean EPS seguramente no se aplican a los
suplidores internacionales de la industria petrolera, sino a
los criollos. Allí se observa claramente la naturaleza
discriminatoria de esa política. Mientras las EPS y las
cooperativas se limitan a la recolección de basura,
escombros, a la prestación de servicios de vigilancia, al
ornato y a intentos fallidos de fabricar camisas y
cuadernos, entre otras actividades, el Estado no suelta ni
un milímetro el control ni abre la participación de los
venezolanos a la industria petrolera. De esta manera, en
Venezuela el socialismo del siglo XXI degeneró tempranamente
en lo que fue el sello de origen de lo que se denominó el
socialismo real: el estatismo, es decir, el dominio del
Estado sobre la economía y sobre la vida y destino de la
gente.
¿Se sigue corrompiendo el Seniat?
Hizo bien el capitán Vielma Mora en solicitar un derecho a
replica sobre nuestro comentario sobre la corrupción en el
Seniat y mejor hizo Descifrado en la calle en
concedérselo. Para la gente vinculada al mundo de la
actividad económica es un secreto a voces que ciertos
funcionarios del Seniat se presentan a los establecimientos
para negociar y presionar con el cierre. El superintendente
pide pruebas para poder actuar. Aquí tiene este dato: debido
al atraso en la devolución de impuestos (drawback), hay
varios reclamos entablados ante la administración
tributaria. Funcionarios han propuesto arreglos por debajo
de la mesa para resolver la disputa. ¿Quién se atrevería a
denunciar un caso como este? El que esté dispuesto a no
cobrar lo adeudado. ¿Por qué? Debido a que existe
desconfianza en evidenciar los hechos porque
desafortunadamente el Seniat se percibe como un instrumento
político de este gobierno. Pruebas, dos por ahora: primera,
la campaña abierta del Seniat en el referendo revocatorio,
segunda, cuando el accidente de Jorge Rodríguez, la
actuación envolvente del ente tributario y otros organismos
del Estado contra la Clínica El Ávila. Por ello, ahora
nadie se atreve a concurrir para denunciar extorsión y abuso
de autoridad. Es altamente valioso el esfuerzo del capitán
Vielma Mora para reestablecer la credibilidad del organismo,
pero debe dar testimonios de independencia institucional
como un órgano del Estado y no al servicio del jefe de un
gobierno, quién amenaza con enviar al Seniat cada vez que se
desea intimidar al sector privado.
¿Dólares o bolívares?
El presidente Chávez dictaminó que el dólar estadounidense
es una moneda débil, en decadencia, que se va a devaluar,
que no tiene respaldo y que por tanto los venezolanos ni los
ciudadanos del mundo, a quienes él representa, no deberían
invertir sus haberes en esa moneda. Veamos: en enero de 1999
la paridad estaba en Bs./US$ 568,84 mientras que al cerrar
agosto de 2006, el tipo de cambio del dólar fue Bs./US$
2.700, lo que implica que nuestra moneda se ha devaluado
374%. Es decir, quien no logró tener un rendimiento
acumulado equivalente por su dinero mantenido en los bancos,
acusó una pérdida. Además, fue el gobierno venezolano quien
forzó una reforma de la Ley del BCV para quitarle respaldo a
la moneda. Considérese esta situación: un venezolano que
tiene sus fondos en una cuenta de ahorro gana 6,5% anual,
mientras que quien los coloca en un depósito a plazo devenga
10%. Ese mismo venezolano puede comprar un título en dólares
y ganar 6,0% anual. Si se espera que el bolívar se vuelva a
devaluar frente al dólar en 2007, alguien que cuide su
plata, ¿seguirá manteniendo bolívares? El gobierno ha
propiciado una baja considerable de la tasa de interés para
financiarse con dinero barato, al hacerlo está destruyendo
el ahorro de los venezolanos.