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Impuestos
para
perseguir
por José Guerra
jueves, 3
agosto
2006
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Ya
se había anunciado desde estas páginas que el gobierno de
Venezuela preparaba un paquete tributario con el objeto de
recaudar más impuestos para de esa manera seguir financiando
la vorágine de gasto que ejecuta la administración de Hugo
Chávez. Se conoce que el SENIAT remitió a la Procuraduría
General de la República para las observaciones legales
correspondiente, el proyecto de Ley de impuesto sobre bienes
y derechos patrimoniales de las personas naturales. Ahora
ese proyecto está siendo analizado en el Ministerio de
Finanzas con el objeto de afinarlo para posteriormente ser
presentado ante la Asamblea Nacional para su aprobación.
Sin embargo, el propósito del impuesto que piensa instituir
el gobierno no es para obtener más ingresos exclusivamente.
En la exposición se prevé que el objeto de este nuevo
impuesto es gravar todos los activos de los particulares no
incorporados a las actividades económicas o profesionales,
con la excepción de la vivienda principal. Es decir, el
Estado pecharía la totalidad de los bienes de una persona
que no se utilicen como un medio para producir otro bien. De
esta manera tendrán que pagar impuesto los bienes inmuebles,
las cuentas bancarias en Venezuela y en exterior, los
vehículos, naves y aeronaves, lanchas, las acciones en
empresas, los semovientes, las joyas, cuadros y otros
objetos de valor, entre otros bienes. Aunque se habla de
distintas formas de valoración de los productos objeto del
impuesto, al final privará el criterio del SENIAT y sobre
ese monto se impondría una tasa de 1,0% de acuerdo con el
valor estimado al 31 de diciembre de cada año. En el caso de
que el monto total de los bienes de una persona sobrepase
las quince mil (15.000) unidades tributarias, el equivalente
a Bs. 504.000.000, se deberá cancelar el impuesto
estipulado, el cual será pagado por los venezolanos aunque
residan en el exterior o los extranjeros que residan en
Venezuela.
Sin embargo, ese impuesto puede ser deducido del impuesto
sobre la renta con lo cual su efecto en la recaudación total
sería literalmente nulo. Además, como no se pecha la
vivienda principal, la gran mayoría de los venezolanos
estaría exceptuada de pagar el impuesto. Por tanto, otra
debe ser la razón que motiva al Gobierno a establecer un
nuevo tributo. En la teoría de las finanzas públicas, son
varias las cualidades que debe tener un impuesto. En primer
lugar, su poder recaudatorio, en segundo término debe
minimizar la distorsión que en la economía se produce cuando
se cobra un impuesto, el tercer aspecto hace referencia a la
simplicidad burocrática y finalmente, el bajo costo de su
administración. Ninguna de estas virtudes caracterizan al
impuesto que propone el Gobierno toda vez que el monto a
recaudar es menguado y su administración sería complicada y
costosa, a parte del hecho de que sería una invitación a
quienes puedan pagarlo para que trasladen una parte de su
patrimonio al exterior.
La verdadera razón y motivación es ampliar el registro que
tiene el Gobierno sobre la vida de los venezolanos: dónde
viven, qué hacen, dónde trabajan, dónde compran, cuáles son
sus preferencias políticas y ahora qué bienes poseen. Se
trata entonces de un Estado que pretende controlar la
existencia de sus ciudadanos, para lo cual utiliza las bases
de datos que ha venido construyendo la administración
tributaria. Nadie debe dejar engañarse con la consigna que
podría esgrimir el Gobierno de que se intenta hacer que los
ricos que quedan en Venezuela contribuyan más y paguen los
impuestos, porque la política tributaria del gobierno desde
1999 se ha orientado justamente a castigar a quienes menos
tienen toda vez que el principal instrumento de recaudación
ha sido el impuesto al valor agregado (IVA), como se muestra
en el cuadro adjunto. Es notorio que mientras el impuesto
más equitativo, el impuesto sobre la renta, no ha
experimentado aumento, el IVA, el tributo más regresivo,
prácticamente representa la mitad de los impuestos no
petroleros obtenidos por el Gobierno. Por esa razón, entre
otras, es que se ha deteriorado la distribución del ingreso
en Venezuela.
Desde el punto de vista fiscal, el Estado no debe seguir
creando tributos sino más bien simplificar la base
impositiva y afianzar su esfuerzo por incrementar el
impuesto sobre la renta. De todos modos, en Venezuela, el
problema de las cuentas públicas no reside exclusivamente en
los ingresos sino también en niveles de gasto público que
están propiciando en una parte de los venezolanos la
sensación de que se puede vivir recostado de las arcas del
Estado sin realizar un esfuerzo por conseguir un trabajo
productivo por que el Gobierno está creando los incentivos
para que la gente más pobre no trabaje sino que dependa de
una beca o una subvención que conceda el Presidente de la
República.
Ingresos no petroleros:
porcentaje (%) del total
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Ingresos no petroleros
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Como % de los ingresos no petroleros
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ISLR
|
IVA
|
Utilidades BCV
|
IDB
|
2000 |
48,3 |
17,4 |
36,4 |
10,5 |
3,8 |
2001 |
52,9 |
19,2 |
33,0 |
18,5 |
0,0 |
2002 |
51,2 |
19,2 |
31,3 |
14,4 |
12,2 |
2003 |
50,8 |
17,8 |
36,7 |
14,3 |
12,6 |
2004 |
52,2 |
18,2 |
48,6 |
9,5 |
7,1 |
2005 |
50,6 |
17,4 |
46,3 |
12,0 |
0,1 |
Fuente: Ministerio de Finanzas y
BCV
La crisis del Medio Oriente (I)
La división en el mundo musulmán y la posición que juega
Irán ayudan a entender, en buena parte, lo que ocurre
actualmente en el Medio Oriente. Las dos grandes ramas del
islamismo se enfrentan por el dominio se esa región, para lo
cual la posición estratégica del Líbano es factor
fundamental. Los chiítas, seguidores del califa Alí, quien
fue primo y yerno de Mahoma, se enfrentan a los sunníes,
defensores de la suna, la tradición oral dejada por el
profeta. Sin embargo, el radicalismo político lo profesan
los chiítas. Aproximadamente, 85% del mundo islámico sigue a
la corriente sunní. Sin embargo, el 15% restante controla el
gobierno de Irán y mantiene las posiciones en el sur del
Líbano a través del Partido de Dios (Hezbolá), quien actúa
con una milicia, apoyada por Irán. En el momento en que las
Naciones Unidas habían arribado a un acuerdo, con el apoyo
de Rusia y China, para negociar con el gobierno iraní sobre
el enriquecimiento del uranio y la imposición de límites a
la fabricación de armamento nuclear, se produce el secuestro
de dos soldados hebreos por parte del Hezbolá, lo cual
desencadenó el conflicto actual. Esa no es la causa sino el
mecanismo de propagación de las hostilidades. Es evidente a
que al Estado de Israel no le interesa ahora un conflicto
armado, tanto por el costo humano y material como por el
deterioro de su imagen a nivel internacional. Así, parece
claro que se trata de una maniobra distraccionista para que
la disputa sobre las armas atómicas pasen a segundo plano,
con sus efectos devastadores para el sufrido pueblo libanés.
La crisis del Medio Oriente (II)
Cuando en 1918 cayó derrotado de manos del Ejército
británico el sultanato Otomano, último bastión del poderío
musulmán, el dominio de la actual Turquía se desmoronó e
incubó un conflicto futuro. No se trata de una lucha por
petróleo porque para esa fecha el Medio Oriente no explotaba
ese mineral. Británicos y franceses seccionaron los dominios
del Imperio Otomano y se crearon nuevos países. Dos de
ellos, Irak y Palestina quedaron bajo dominio inglés
mientras que Francia ejercía dominio sobre Siria. Con un
pedazo de Siria se formó el Líbano. Por su parte, a partir
del territorio de Palestina se estableció el reino de
Jordania y el resto conservó el nombre de Palestina. Los
judíos que habían sufrido la diáspora no entraron en el
juego y por tanto se quedaron sin un hogar aunque muchos de
ellos ocupaban territorios y tenían sus comunidades en esa
región. Después de largas luchas, se creó el Estado de
Israel, por parte de las Naciones Unidas en 1948, pero se
dejó sin resolver el problema de los palestinos, quienes,
con razón, reclaman que se haga justicia con ellos y se cree
un Estado palestino. Sin esa condición y el reconocimiento
de Israel como entidad soberana no habrá una paz duradera en
la región. Ello encara el escollo que representa la
influencia del Gobierno de Irán en la política de los grupos
armados cuyo objetivo reside en la liquidación del Estado
israelita y dispersar por el mundo a los judíos. Es evidente
que esas posiciones tienden a agravar aún más el conflicto.
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