Inicio | Editor | Contáctenos 
 

 Webarticulistas

Manuel Malaver

 

Eli Bravo

 

Luis  DE LION

 

Roberto Palmitesta

 

Lucy Gómez

 

Alexis Márquez Rodríguez

 

Ted Córdova-Claure

 

Antonio Sánchez García

 

Aníbal Romero

 

Charles Cholaleesa

 

Agustín Blanco Muñoz

 

 

 

 

¿En vísperas del entierro oficial?
por Juan F. Benemelis
jueves, 3 agosto 2006

 

Hace apenas un par de meses se anunció en Cuba la reorganización del Secretariado, el órgano administrativo del Partido Comunista (PCC) que fuera desmantelado por Fidel Castro en los albores del Período Especial para poder asumir el mando absoluto de su revolución en crisis a través de su Grupo de Apoyo.

Ese Secretariado, desde las estructuras del PCC, significaba un nuevo orden ungido por el Comandante en Jefe. Cuando Raúl Castro habló hace poco, en irrefutable discrepancia con Felipe Pérez Roque y Ricardo Alarcón, sobre el protagonismo y la misión histórica del Partido de preservar el legado del máximo líder y continuar su labor, confirmó al Secretariado como una especie de Consejo de Estado en ciernes. Dentro del Partido, todo; fuera del Partido, nada.

Ahora se le presenta al pueblo de Cuba, en el último segmento de la novela brasilera de turno, un cambio de mando temporal en boca de un insignificante Carlos Valenciaga, y con formato de arenga política. Los organismos que están para eso —el Buró Político y la Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano designado en la Constitución de Cuba para la ratificación de cualquier cambio de gobierno— brillan por su ausencia. No se anuncia que son el Buró Político y el Secretariado quienes llevarán estas riendas temporales del país, sino una mínima lista de raulistas que han de apoyar al Número Dos.

El anuncio sería innecesario si no hubiera una crisis real dentro de la élite de poder. La noticia de un grupo provisional de mando carece de todo sentido, ya que las estructuras para un pase de mando están diseñadas de antemano. La lectura de un documento de nombramientos provisionales supuestamente firmado por el Comandante tiene todos los símbolos de la permanencia, por mucha temporalidad que quieran haberle dado.

¿Dónde está el equipo quirúrgico para ofrecerle al pueblo ánimo y confianza en la recuperación del Comandante? ¿Por qué no hay un parte médico oficial? ¿Dónde está la reafirmación de "estoy entero" como hubo cuando la operación de la rodilla? ¿Por qué la súplica de que no se lleven a cabo los festejos de su 80 cumpleaños el próximo día 13 de agosto?

Si notable es la ausencia de Ricardo Alarcón —la figura de la constitucionalidad, de la legalidad—, lo es aún más la de los comandantes de la revolución, la jerarquía histórico-militar más alta del país: Ramiro Valdés, Juan Almeida y Guillermo García. Ninguno es gente de Raúl.

En un momento de sustituciones provisionales, hay que tener en cuenta que la ausencia de Almeida carece de explicación, ya que es la tercera figura del país, por jerarquía. Cuando el desmayo en El Cotorro hace unos años, los tres asumieron presencia inmediata en la tribuna para dar una imagen de estabilidad y confianza. Lo que nos lleva de nuevo al anuncio en sí, y al portador del mensaje: Fidel Castro no cometería ese desliz.

No obstante, hay otros detalles que tampoco permiten decir que este escenario haya sido elaborado por Raúl Castro. La composición del grupo provisional no es del todo "Raúl": Esteban Lazo y Carlos Lage no son gente de su confianza. Valenciaga —el comunicador— viene del Grupo de Apoyo del Comandante, a quien Raúl verdaderamente no traga.

Claro, que podríamos estar ante una simulación de lo que haría Fidel, orquestada por el sucesor. No está claro si estamos o no ante un maquiavélico ensayo aprobado por Fidel, o una estrategia de Raúl para ganar tiempo mientras consolida su mando. Lo que es obvio es que según la composición del nuevo equipo, el Grupo de Apoyo parece no tener a quién apoyar.

Algunos pronósticos

Los generales que fueron destituidos a razón de la Causa 1 y 2, que fueron vejados por Raúl Castro, serán objeto de una mayor vigilancia a partir de este momento. Entre los fieles de Arnaldo Ochoa y el poder raulista, hay odios literalmente africanos.

Más allá de la situación interna del país, y las obvias repercusiones domésticas, de ser éste un cambio permanente —sea ahora, o dentro de seis meses—, los más afectados han de ser los líderes que han estado concertando con la figura de Fidel Castro una estrategia para América Latina. Cuando cese Fidel, los destinos de Evo Morales y Hugo Chávez cambiarán radicalmente, a pesar del "pase de responsabilidad provisional" para la continuación de la política energética y de colaboración continental.

En cuanto a la próxima conferencia de los No Alineados, programada para septiembre, auguro que no tendrá quórum, ni contará con la presencia de muchos jefes de Estado en ausencia del padre virtual del movimiento.

Lo que sí puede esperarse es un hermetismo mayor. No será fácil saber lo que transcurre detrás de esta cortina de humo si las cosas se mantienen como están. Un zarpazo contra la oposición —algo que el liderazgo de la disidencia siempre ha dado por sentado— será la confirmación de que hay crisis irreversible, que el cambio de mando es definitivo, no provisional, que la sucesión de Raúl Castro ha comenzado no sabemos exactamente en qué condiciones, y que estamos en vísperas del entierro oficial.

 *

  Artículo publicado originalmente en el portal cubaencuentro.com

 
 
© Copyright 2006 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.