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Ese mágico número 12
por José Alberto Medina Molero
sábado, 25 noviembre 2006

 

(A su eterna memoria y obra)

“Ese dinamismo propio de su personalidad, el juego agresivo,
 la picardía, la viveza, el estudio constante del contrario para
 descubrir sus fallas, llevó a Tovar a ganar muchos juegos y lo
 llevó a destruir cinco joyas de pitcheo”

Dr. Braulio  Arteaga 

Ibsen Martínez, en una (por demás) amena crónica de hace algunos años, escribió acerca del albur de ser caraquista, a través de una anécdota muy personal.  Sucede que, cuando el talentoso articulista y narrador,  contaba unos once ó doce años, se encontraba junto a sus compañeros, jugando “chapita” en plena calle. En eso, se bajó de un carro un personaje de leyenda. Lentes oscuros.  Con los mejore zapatos deportivos, que Ibsen hubiese visto. Le invitaron a jugar, el recién llegado aceptó, y enviaron a Ibsen (imagino que, por ser el menor del grupo) al abasto a buscar más chapitas. Cuando regresó con el cargamento de improvisadas pelotas, ya el jugador extra había consumido turno al bate (provisto del acostumbrado “palo de escoba”), y se había despedido. El extraordinario invitado, no era otro que César Tovar, quien regresaba de una de sus campañas con los Mellizos de Minnesota. Desde ese día, Ibsen supo que sería toda su vida caraquista. Así de fácil.  Así de extraordinaria era (y sigue siendo) la figura de este excelente jugador, bujía natural de los Leones del Caracas (divisa con la que debuta con apenas diecinueve años), junto a otro singularísimo jugador:  “Vitico” Davalillo. 

Tovar, como preferíamos llamarlo, nació en la Caracas gobernada por el Gral. Isaías Medina Angarita (1944), y falleció (bien prematuramente) el 14 de Julio de 1994, con apenas 50 años y mucho que dar todavía como técnico en el béisbol. Recientemente, el hombre-record del momento, Robert Pérez, recordaba los valiosísimos consejos y secretos que le transfirió (como a muchos otros) el gran César. 

Si deseamos tener una idea (sobre todo a nivel de las nuevas generaciones que, no tuvieron el privilegio de ver en plena actividad, a este inmortal del béisbol), se tienen los siguientes elementos que, dibujan su excelencia, pundonor y entrega e este exigente y gratificante deporte: 

o       Fue César Tovar, el noveno criollo en llegar a la gran carpa.

o       Estuvo con Los Mellizos, Filis, Texas y, se convirtió hace 30 años exactos, en el primer venezolano en vestir la camiseta de los Yanquis (la misma que usa hoy el gran Bob).

o       En 1969, se convirtió César en el primer venezolano en jugar una serie de postemporada.

o       Fue líder de la liga Americana en: Juegos jugados (164 en 1967), Hits (204 en 1971), turnos al bate (649 en 1967), dobles (36 en 1970), triples (13 en 1970).

o       En 1972, se convirtió en el primer venezolano en batear la escalera. Carlos Guillén, en la temporada que acaba de terminar logró emular a César.

o       A nivel de la LBPV. es tercero en hits de por vida con un registro de 1254.

o       Entre los criollos en las grandes Ligas, ostenta los lideratos de hits y triples en una temporada, y comparte con Andrés Galarraga el de anotadas (120) en una zafra. Igualmente es tercero de todos los tiempos en estafadas (en una temporada) con 45, escoltando a Roger Cedeño (66) y a Luis Aparicio (57).

o       Tovar, fue apenas el segundo pelotero en la historia de la grandes Ligas, en jugar las nueve posiciones en un juego.

o       Para Billy Martin, considerado por muchos, uno de los grandes estrategas de la pelota, no había jugador más útil: buscaba los pelotazos para embasarse, en más de una ocasión abanicó el tercer strike (si el lanzamiento venía “wild”) con tal de poder llegar a la almohadilla y ayudar a su equipo.

o       Bateador selectivo (podría poncharse para avanzar por un “wild” a la primera base), pero en serio era difícil de ponchar, prueba de ello es que, de por vida en las mayores, se ponchó en el 7,36% de los turnos (solo superado a nivel de criollos por Luis Aparicio, quien acumuló un registro de 7.25%).

o       Después de 30 largos años de su retiro (y de tantos peloteros criollos que los han seguido en la gran carpa) mantiene aún un quinto lugar “de todos los tiempos” en extrabases (2B+3B) con un registro de 308. 

Los fanáticos, siempre le recordaremos (con su número 12, adornándole la espalda) avanzando hacia el plato, a tomar turno, serio, adusto (sin su ancha sonrisa, la cual dejaba para saludar). Al fondo los gritos: ¡Tovar! ¡Tovar! El sonido de la madera haciendo contacto, y como diría El Musiú: “Allá va una línea corta, que se arrastra por la media luna y sigue de hit hacia el Left”. 

Tovar, el inmortal. ¡Ese mágico número 12!

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