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Un hombre llamado Alberto Adriani
por José Alberto Medina Molero
martes, 5 septiembre 2006

 

“¡Los Cobardes mueren varias veces antes de expirar!
¡El valiente nunca saborea la muerte sino una sola vez¡
¡De todas las maravillas que he leído, la que mayor asombro
me causa es que los hombres tengan miedo¡
¡Visto que la muerte es un fin necesario, cuando haya de venir, vendrá ¡“

William Shakespeare 

      

Con Proverbial y sentida lucidez (mucho de su afinidad de ideas y, bastante de su “coterraneidad “), Simón Alberto Consalvi pinta un rápido (pero no por eso impreciso) boceto, de la fugaz existencia de Alberto Adriani (“El Nacional”, Pág. D-4. Domingo 13-08-06). Hace 70 años exactos, se cortaba la fulgurante carrera de Adriani, un ser excepcional, tanto en lo intelectual, como en esa clara voluntad de servicio a su nación. Porque no de otra manera, puede calificarse al funcionario que, sentó las bases del estado moderno en Venezuela, fruto rampante,  de esa pasión venezolanista, que al decir de muchos, le animó paso a paso, durante los treinta y ocho años que estuvo sobre la tierra. Su gesta, contrasta en demasía con la ausencia de compromiso que, se nota de un buen tiempo para acá entre la clase intelectual y el país. 

Pertenecía Adriani, a esa estirpe de políticos de estados, de estadistas, cuya característica primordial, es la de explorar con ahínco los problemas nacionales, escrutarlos. Desvelarse con ellos, hasta discurrir en diagnósticos, soluciones, planes, medidas, esquemas de superación. Supo este gran merideño, gentil y estudioso, analizar con seriedad de entomólogo, las precariedades de la agricultura de su tierra, sus falencias, oportunidades y fortalezas. De hecho, estuvo estudiándolas in situ, internado por cinco largos años en Zea (Edo. Mérida, lugar de su nacimiento, trabajando tierras en el Alto Escalante). De allí, en contacto directo con la tierra y sus pobladores, surgen como volcán de incontenible fuerza, sus ideas para la creación del Banco Central (proyecto que queda sobre su escritorio de Ministro, al morir tan prematuramente de un fulminante ataque cardíaco).  

Pero no solo del contacto directo con la realidad (y su aciaga circunstancia), se nutría ese incisivo intelecto de hombre de bien. Alberto Adriani, estuvo diez años en el exterior. Aprendiendo de cerca, técnicas, criterios, pareceres, enfoques de desarrollo. Toda esa amalgama, de experiencia, formación teórica, afán de proyectar una benéfica influencia, y el contacto enriquecedor con grandes y valiosos compatriotas, de la talla de Mariano Picón Salas , Esteban Gil Borges, Manuel R. Egaña, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri (afirman algunos estudioso que, fue el creador de la famosa frase de sembrar el petróleo, la cual propagara Uslar, en su igualmente afamado artículo ) , propiciaron la plataforma de ideas y ejecutorias de Alberto Adraini , quien además fue cofundador  de ORVE, antecesor de los partidos democráticos nacionales (de ese tiempo ido en los que los intelectuales participaban en política de manera directa, para transformar con su sapiencia la realidad y no dejársela a los “sargentones” del momento )  . Cuando alguien  hojea una revista sobre el agro venezolano, (por mencionar sólo una de sus ejecutorias,) ignora no pocas veces, que la misma fue una de las ideas que, impulsó este notable hijo de los andes merideños.  

Contra la fatalidad es poco o nada lo que puede hacerse. Queda pedir que, entre nosotros, los connacionales, surjan servidores tan visionarios ( y comprometidos), arriesgados,  estudiosos, honestos y desinteresados, como fue ese hombre que se llamó Alberto Adriani, aquel que dijo con severa claridad: “ Ha vuelto a cundir la peste de los ideólogos tropicales …que persisten en mirar atrás como la mujer de Lot, y sobre todo que se afanan en transmitirnos los morbos que van asociados con la Rusia de Stalin, con la Alemania de Hitler y la Francia de Herriot.”. 

jamedina11@gmail.com

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