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El malvado método
de Hondt
- por Lucy Gómez         
sábado, 19 marzo 2005
 

En el precámbrico anterior, cuando me tocó ser reportera en el desaparecido Consejo Supremo Electoral, topé como muchos otros periodistas con las dificultades intelectuales del malvado método D’ Hondt. (1)

Todo el mundo estaba convencido entonces, de que es la panacea para dirimir en democracia  las diferencias que se  producen  en las elecciones parlamentarias o municipales  entre  partidos,   cuando no está  claro cual es la voluntad de los votantes, pues  a veces  la diferencia entre  los candidatos es de apenas un voto.

Es decir, ese método según sus partidarios, acaba con aquellos cargos de elección popular ganados por una nariz, que produjeron tanta sangre en el pasado. 

La solución es de lo más intelectual, pues se trata de la aplicación a la vida real de  un algoritmo que fue propuesto  nada menos que por Thomas Jefferson, casi un siglo antes de que  el belga Víctor D’ Hondt lo redescubriese y popularizase. (2)

Se trata de lograr justicia aplicando la representación proporcional de las minorías. Era asunto muy importante en los principios de nuestra democracia representativa, cuando dominaban dos grandes partidos, AD y Copei y se necesitaba una representación formal de toda la amplia gama de organizaciones políticas del país, a fin de balancear visiblemente a aquellos dos monstruos electorales. Los partidos pequeños no hubiesen podido tener voz nunca, si se hubiese aprobado un mecanismo de todo o nada.

A los dos grandes partidos también les convenía, porque se trataba de obtener piso político mediante alianzas y dar impresión de democracia verdadera, no de pacto de alternabilidad pactada a la colombiana o de monarquía   mexicana tipo PRI. 

No sé si alguno de ustedes es aficionado a las novelas de crímenes o a las rimas infantiles inglesas, pero hay una autora que combina ambos elementos, Agatha Christie. Ella escribió varias novelas que se basan en canciones para niños y una de ella es La casa torcida (3). La rima que le insufla su clima a la obra habla de una casita torcida, donde vivían juntos un hombre torcido, un ratón torcido y un gato torcido que luego se comió al ratón. (Esto sí que es una versión libre).

 

Bueno, algo así pasa en Venezuela.

 

En aquella cuarta república de mis tormentos, había un club político que se llamaba el club del CNE, donde sus dignísimos representantes  agarraban el grandioso  método de Hondt y lo torcían según sus requerimientos,  se repartían los cocientes electorales y se negociaban los porcentajes  para que con medio diputado en Lara, un cuarto  de diputado en el delta y  otro cuarto en Distrito Federal, AD, Copei o el MAS  obtuviesen un puesto  más, bajo el criollísimo método, de uno  para ti, otro para mí, otro para mí, otro para ti y otro para ti (el MAS)

Y cuando alguien que no era del club venía a reclamar, seguían repitiendo uno para ti, otro para mí, otro para mí y otro para ti. Al peticionario, que mandase una carta a la directiva. Es decir, lo pasaban por bolas.

Por eso fue que empezó mi afición abstencionista de la que he hablado en otras ocasiones. Un amigo mío, organizador histórico de la sociedad civil que estaba empeñado en que todo el mundo votara y me quería convertir, me preguntó una vez porqué yo me abstenía y le conté que nadie me podía obligar a hacer cola, para entregarle mi voto a unos traficantes como esos, con el perdón.

Me aseguró entonces   que eso se iba a arreglar, pero vean que ha pasado: Quince años después estamos muy cerca de practicar de nuevo nuestra versión torcida del método d’ Hondt.

Tras la trasquilada que le echó el Movimiento Quinta República a los partidos de la cuarta en las elecciones sucesivas a la presidencial del 98, quedándose con la mayoría casi absoluta de la Asamblea Nacional, lo que ha quedado allí es una representación simbólica de las minorías. 

Seis años mas tarde, aplacado el panorama opositor, la torta hay que repartirla ahora con los aliados, léase Podemos, PPT, Lina Ron, MEP, PCV, etc., etc.

 

¿Y que ocurre hoy?

 

Que el método debe entrar en acción para normar los comicios internos del gobierno donde elegirán a los concejales y parlamentarios de Chávez.

Vamos a estar claros. El método es indiscutible. El problema es quién lo aplica. William Lara no es Thomas Jefferson, ni Francisco Ameliach se parece a Víctor d’ Hondt. 

Como en los viejos tiempos, quién tienen la sartén por el mango, es decir el partido que controla Chávez en género, número y caso, Quinta República, invoca la representación proporcional de las minorías y empieza: uno para ti, uno para mí, otro para ti, cuatro para mí y si me da la gana le dejo alguito a tu primo.  Si no les gusta, pueden dirigir una carta al presidente del partido y máximo líder. Así que los del MVR, como los demás venezolanos en las elecciones de agosto próximo terminaremos votando con nuestros deditos torcidos, en   máquinas de votación torcidas, elegiremos a nuestros líderes torcidos y todos viviremos juntos en nuestra democracia torcida.


Notas 

 

1) El método  d’Hondt es el mejor algoritmo conocido para  repartir el número de escaños que forman el Parlamento, de manera que cada formación política reciba un número entero de escaños, aproximadamente proporcional al porcentaje de votos válidos que ha obtenido. El método consigue esta aproximación entera mediante el uso de cocientes sucesivos. Se calcula la matriz de los cocientes, se seleccionan sus mayores elementos y se asigna a cada partido un número de escaños igual al número de los elementos que corresponden a sus propios cocientes. (enredadito, ¿no?) 

2) Hondt, Victor d'

(Gante, 1841- id., 1901) Jurisconsulto belga. Fue profesor de la Universidad de Gante y creó (1878) un sistema de representación proporcional muy usado en los sistemas electorales para asignar escaños en sus variantes de mayor resto o media. 

3) La casa torcida (Crooked House).  Agatha Christie. Primera edición de William Collins Sons & Co. London.  1949 

3) La canción en la que se basó Agatha Christie para escribir su novela, se llama  There was a crooked man, y en inglés es así:

There was a crooked man and he walked a crooked mile,

He found a crooked sixpence upon a crooked stile.

He bought a crooked cat, which caught a crooked mouse.

And they all lived together in a little crooked house

lucgomnt@yahoo.es      

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