En el
precámbrico anterior, cuando me tocó ser reportera en el
desaparecido Consejo Supremo Electoral, topé como muchos otros
periodistas con las dificultades intelectuales del malvado
método D’ Hondt.
(1)
Todo
el mundo estaba convencido entonces, de que es la panacea para
dirimir en democracia las diferencias que se producen en las
elecciones parlamentarias o municipales entre partidos,
cuando no está claro cual es la voluntad de los votantes, pues
a veces la diferencia entre los candidatos es de apenas un
voto.
Es
decir, ese método según sus partidarios, acaba con aquellos
cargos de elección popular ganados por una nariz, que produjeron
tanta sangre en el pasado.
La
solución es de lo más intelectual, pues se trata de la
aplicación a la vida real de un algoritmo que fue propuesto
nada menos que por Thomas Jefferson, casi un siglo antes de que
el belga Víctor D’ Hondt lo redescubriese y popularizase.
(2)
Se
trata de lograr justicia aplicando la representación
proporcional de las minorías. Era asunto muy importante en los
principios de nuestra democracia representativa, cuando
dominaban dos grandes partidos, AD y Copei y se necesitaba una
representación formal de toda la amplia gama de organizaciones
políticas del país, a fin de balancear visiblemente a aquellos
dos monstruos electorales. Los partidos pequeños no hubiesen
podido tener voz nunca, si se hubiese aprobado un mecanismo de
todo o nada.
A los
dos grandes partidos también les convenía, porque se trataba de
obtener piso político mediante alianzas y dar impresión de
democracia verdadera, no de pacto de alternabilidad pactada a la
colombiana o de monarquía mexicana tipo PRI.
No sé
si alguno de ustedes es aficionado a las novelas de crímenes o a
las rimas infantiles inglesas, pero hay una autora que combina
ambos elementos, Agatha Christie. Ella escribió varias novelas
que se basan en canciones para niños y una de ella es La casa
torcida (3).
La rima que le insufla su clima a la obra habla de una casita
torcida, donde vivían juntos un hombre torcido, un ratón torcido
y un gato torcido que luego se comió al ratón. (Esto sí que es
una versión libre).
Bueno,
algo así pasa en Venezuela.
En
aquella cuarta república de mis tormentos, había un club
político que se llamaba el club del CNE, donde sus dignísimos
representantes agarraban el grandioso método de Hondt y lo
torcían según sus requerimientos, se repartían los cocientes
electorales y se negociaban los porcentajes para que con medio
diputado en Lara, un cuarto de diputado en el delta y otro
cuarto en Distrito Federal, AD, Copei o el MAS obtuviesen un
puesto más, bajo el criollísimo método, de uno para ti, otro
para mí, otro para mí, otro para ti y otro para ti (el MAS)
Y
cuando alguien que no era del club venía a reclamar, seguían
repitiendo uno para ti, otro para mí, otro para mí y otro para
ti. Al peticionario, que mandase una carta a la directiva. Es
decir, lo pasaban por bolas.
Por
eso fue que empezó mi afición abstencionista de la que he
hablado en otras ocasiones. Un amigo mío, organizador histórico
de la sociedad civil que estaba empeñado en que todo el mundo
votara y me quería convertir, me preguntó una vez porqué yo me
abstenía y le conté que nadie me podía obligar a hacer cola,
para entregarle mi voto a unos traficantes como esos, con el
perdón.
Me
aseguró entonces que eso se iba a arreglar, pero vean que ha
pasado: Quince años después estamos muy cerca de practicar de
nuevo nuestra versión torcida del método d’ Hondt.
Tras
la trasquilada que le echó el Movimiento Quinta República a los
partidos de la cuarta en las elecciones sucesivas a la
presidencial del 98, quedándose con la mayoría casi absoluta de
la Asamblea Nacional, lo que ha quedado allí es una
representación simbólica de las minorías.
Seis
años mas tarde, aplacado el panorama opositor, la torta hay que
repartirla ahora con los aliados, léase Podemos, PPT, Lina Ron,
MEP, PCV, etc., etc.
¿Y que
ocurre hoy?
Que
el método debe entrar en acción para normar los comicios
internos del gobierno donde elegirán a los concejales y
parlamentarios de Chávez.
Vamos
a estar claros. El método es indiscutible. El problema es quién
lo aplica. William Lara no es Thomas Jefferson, ni Francisco
Ameliach se parece a Víctor d’ Hondt.
Como
en los viejos tiempos, quién tienen la sartén por el mango, es
decir el partido que controla Chávez en género, número y caso,
Quinta República, invoca la representación proporcional de las
minorías y empieza: uno para ti, uno para mí, otro para ti,
cuatro para mí y si me da la gana le dejo alguito a tu primo.
Si no les gusta, pueden dirigir una carta al presidente del
partido y máximo líder. Así que los del MVR, como los demás
venezolanos en las elecciones de agosto próximo terminaremos
votando con nuestros deditos torcidos, en máquinas de votación
torcidas, elegiremos a nuestros líderes torcidos y todos
viviremos juntos en nuestra democracia torcida.
Notas
1) El método
d’Hondt es el mejor algoritmo conocido para repartir el
número de escaños que forman el Parlamento, de manera que cada
formación política reciba un número entero de escaños,
aproximadamente proporcional al porcentaje de votos válidos
que ha obtenido. El método consigue esta aproximación entera
mediante el uso de cocientes sucesivos. Se calcula la matriz
de los cocientes, se seleccionan sus mayores elementos y se
asigna a cada partido un número de escaños igual al número de
los elementos que corresponden a sus propios cocientes.
(enredadito, ¿no?)
2) Hondt, Victor d'
(Gante, 1841- id., 1901)
Jurisconsulto belga. Fue profesor de la Universidad de Gante y
creó (1878) un sistema de representación proporcional muy
usado en los sistemas electorales para asignar escaños en sus
variantes de mayor resto o media.
3) La casa torcida (Crooked House).
Agatha
Christie. Primera edición de William Collins Sons & Co.
London. 1949
3) La canción en la que se basó Agatha Christie
para escribir su novela, se llama There was a crooked man,
y en inglés es así:
There was
a crooked man and he walked a crooked mile,
He found a
crooked sixpence upon a crooked stile.
He bought
a crooked cat, which caught a crooked mouse.
And they
all lived together in a little crooked house
lucgomnt@yahoo.es

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