Si
Pedro Carmona adquirió notoriedad mundial como el mandatario que
ejerciera el más breve de los períodos presidenciales de nuestra
historia, Danilo Anderson pasará al anecdotario nacional como el
héroe más efímero de cuantas revoluciones ha tenido Venezuela. Y
conste que ésta no es la primera ni será la última. Hay quien
ha contado varias docenas. Todas terminaron en la ruina, la
disolución, la corruptela. Ya lo dijo hace más de un siglo Luis
Level de Goda: “las revoluciones no han producido en Venezuela
sino el caudillaje más vulgar, gobiernos personales y de
caciques, grandes desordenes y desafueros, corrupción, y una
larga y horrenda tiranía, la ruina moral del país y la
degradación de un gran número de venezolanos”. Santa palabra.
Por lo visto y al
parecer, si a alguien le cabría esta última afirmación escrita
por ese olvidado historiador venezolano en 1893, es al joven
fiscal Danilo Anderson. Según comienzan a señalar todos los
indicios, citados casi sotto voce por el Ministro
de Interior y Justicia y el Fiscal General de la República,
Danilo Anderson pareciera ser uno de los exponentes arquetípicos
de “la degradación de un gran número de venezolanos” producidos
por esta revolución, la bolivariana o chavista. ¿Por qué habría
de ser ella una excepción a esa regla, descrita con insólita
lucidez en los albores de la revolución restauradora y el
establecimiento de la más horrible tiranía que conociera nuestra
historia, la de Gómez?
Anderson habría
cumplido así en un tiempo insólitamente breve el periplo que en
Venezuela lleva de la glorificación a la condena, de la
inmortalización o la basura. Lo que tampoco es novedoso. Se ha
venido cumpliendo desde los tiempos de Miranda y Bolívar,
Monagas y Falcón, Páez y Guzmán Blanco. El último exponente de
esta genética nacional del héroe-granuja fue Carlos Andrés
Pérez. Y con absoluta seguridad el próximo candidato a pasar del
altar de la adoración al patíbulo del desprecio será el propio
presidente de la república. ¿O cree Chávez acaso que el ADN de
la venezolanidad se cambia de la noche a la mañana? Si Miranda y
Bolívar fueron convertidos en excrecencias miserables por la
cultura dominante, ¿quién habría de salvar al teniente coronel,
que ya es santificado por una mitad del país y maldecido por la
otra?
Así, de arquetipo
heroico, mito de canciones protestatarias brotadas como hongos y
glorificación onomástica – de fiscal Anderson a Danilo mártir,
el hombre que se sacrificara por la patria, el ejemplo moral de
todos los boinas rojas, el venerado por el presidente de la
república, Lina Ron, Isaías Rodríguez, el Diario de Caracas y
Vea, Nicolás Maduro, Juan Barreto, Lilia Vera, Cecilia Todd y
los intelectuales marxistas del mundo – ya corre por los
mentideros nacionales como un granuja, un pìllo, un
extorsionador, un agalludo, un gangster, un mafioso. Sin
mencionar otras intimidades, que mejor dejar en la trastienda.
La patria es
implacable. La verdad también. “Danilo” prefigura el destino de
esta revolución bonita. Cuando llegue el momento, que el último
de los chavistas en salir nos haga el favor y apague la luz.
sanchez2000@cantv.net

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