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La Guerra del Líbano y el Nuevo Orden Internacional
por George Chaya
martes, 26 septiembre 2006

 

Predominan dos ideas falsas o de mínima erróneas sobre la discusión pública sobre la guerra entre el Hezbollah e Israel y la actual crisis del Líbano. La primera, es que Hezbollah es una organización terrorista de las conocidas a través de la historia del terrorismo que opera clandestinamente fuera del marco del Derecho Internacional. La segunda idea refiere al cese de las hostilidades y a que el alto el fuego marco el final de la guerra en el Líbano. Ni la primera, ni  la segunda de estas opiniones son correctas o validas.  

Hezbollah, de hecho, es un satélite militar y teológico de Irán y actúa en Líbano en cumplimiento de sus directivas. Se rige por leyes propias y ha instalado una suerte de estado paralelo dentro del estado legal libanés. Dispone de un ejército propio, mucho más fuerte y por lejos mejor equipado que el ejército regular libanés, con el que ha desafiado por siempre las resoluciones de la ONU. que solicitan desde varios años su desarme.  

Hezbollah funciona financiada y entrenada por Irán, por lo que lucho esta ultima guerra con unidades bastante bien organizadas contra un adversario regional fuerte como es el ejercito de Israel. Como partido político representa gran parte de la comunidad chi’ita, tiene ministros en el gobierno del Líbano que no se encuentran limitados en la toma de decisiones. Hezbollah es una entidad que pretende instaurar un estado islámico, y por ello confronta, en el territorio de un estado que si reúne todas las cualidades de un Estado legalmente constituido, tal como es el Estado Libanés. Hezbollah lleva adelante sus acciones, movida por el apoyo de fuerzas regionales como Irán, Siria y otros sectores radicales islámicos menores y se ha convertido, sin lugar a dudas, en un nuevo fenómeno para abordar los asuntos de las relaciones internacionales. 

Desde su creación, Hezbollah ha estado casi permanentemente en guerra. La primera de las tres guerras de Hezbollah libro, se produjo en 1983, cuando con su ataque contra cuarteles de los EE.UU. asesino a 241 infantes de marina y convenció a América que retirara sus fuerzas pacificadoras de Beirut. 

La segunda guerra se centro sobre una campaña del hostigamiento que indujo a las fuerzas israelíes a que se retiren del Líbano Sur en el año 2000. La tercera fue la iniciada este año con el secuestro de los dos soldados israelíes dentro de territorio de Israel, hecho éste que origino la venganza y el ataque israelí. 

En este punto, estamos habando de un hecho que no fue menor, hablamos de un asalto cuidadosamente concebido contra el sistema internacional y el respecto por la soberanía e integridad territorial de un estado; no de un ataque terrorista aislado.  

La creación y proliferación de organizaciones como Hezbollah y Al Qaeda y sus modalidades operacionales dentro del campo del terror jihadista desprecian los aspectos de soberanía y territorialidad de los estados. En su cosmovisión, la batalla no se puede definir por las fronteras, sus principios del nuevo orden mundial que desean instaurar confrontan decididamente con las normas del derecho internacional, al que rechazan y desprecian, de allí que los jihadistas lleven adelante este tipo de actos terroristas para socavar y minar regimenes de estados legítimos.                                                                                                          

Un alto el fuego como el que se ha instaurado no termina con esta guerra; por el contrario abre una nueva fase en ella. Este asalto al orden global que amenaza también a otras regiones del globo por las recientes alianzas de estados islámicos radicales como Irán con gobiernos trans-regionales como el régimen chavista en Venezuela y con grupos transnacionales organizados a veces como milicias, a veces como estados dentro de otro estado, es un desafío particular en el Oriente Medio que ya adquiere dimensiones globales donde las fronteras denotan pocas tradiciones nacionales.  

La crisis en el Líbano es un caso clásico que nos muestra ese patrón. Para las reglas del viejo Orden Internacional, la guerra, técnicamente ocurrió entre dos Estados - Líbano e Israel - que, de hecho, tienen muy poco interés en el conflicto. El único conflicto territorial se refiere a una  pequeña porción de territorio libanés que son las Granjas de Shebaa, ocupadas por Israel desde su guerra con Siria en 1967 y erróneamente sindicadas por la Comunidad Internacional como que no son parte del Líbano, lo cual fue certificado “en el error” por la ONU en el año 2000. La resolución del alto el fuego de la O.N.U afirma que la crisis fue provocada por Hezbollah, que había impedido que las fuerzas armadas libanesas se desplazaran en la región del Líbano Sur y a lo largo de la frontera con Israel por los últimos 6 años. 

Con todo, las normas internacionales existentes obligaron a las Naciones Unidas a negociar el alto el fuego con el gobierno libanés, quien no controló nunca ninguna acción de Hezbollah, ni antes, ni durante las acciones y los combates. Esto, más allá de la intervención del estado libanés legitimo, en los arreglos para el alto el fuego con Israel y su claro papel en el final de las acciones militares, nos muestra indubitablemente que los objetivos verdaderos de la guerra libanesa fueron transnacionales y no libaneses.  

¿Que se pretendió entonces con esta guerra trasnacional llevada adelante por el jihadismo radical?  

Factores Primarios

I) Contemporizar las  milenarias  y viejas fracturas y odios  entre sunnies y chies  en base al odio a Israel y a EE.UU. 

II) Dispersar la presión diplomática en el programa nuclear a favor de Irán. 

III) Establecer a Irán como factor de importante equilibrio en cualquier negociación regional. 

Factores Secundarios: 

IV) Bloquear y llevar a fojas “Cero” el Proceso de Paz Palestino. 

V) Fortalecer a Siria -el segundo patrocinador principal de Hezbollah- en su posición para regresar al Líbano.  

Estas son las razones por las cuales el balance de la guerra en el Líbano se debe determinar en gran parte en términos psicológicos y políticos.  

No hay duda que la guerra infligió grandes perdidas a la estructura operativa de Hezbollah como así también, gran cantidad de bajas dentro de sus cuadros militares y políticos. La realidad psicológica, sin embargo, es que Hezbollah sigue intacto y que Israel fue incapaz de evitar o neutralizar los ataques con cohetes y misiles contra su territorio como también para alcanzar, por medio de su fuerza militar, objetivos políticos capaces de proporcionar mejores posiciones después del cese de hostilidades.                                                                                             

Mucha de la observancia excesiva sobre la discusión del alto el fuego aplica verdades tradicionales a una situación sin precedente. Uno de los principales actores en la guerra, Hezbollah, no es partidario del alto el fuego y ha rechazado desarmarse y liberar a los dos prisioneros israelíes que secuestró. Según la resolución de la ONU. ambos actores en esta guerra han sido ambivalentes debido a la importancia que dan a las relaciones con Irán, sus temores a los ataques terroristas contra su propio territorio (para el caso Israelí), y, en un grado menor, por su interés en mejorar las relaciones con Siria (en el caso Libanés). El mandato para la fuerza de la ONU en el Líbano Sur y en la zona de la frontera libanesa-siria refleja claramente estas vacilaciones. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha declarado que la misión de la fuerza de la ONU no es desarmar a Hezbollah, sino ayudar a establecer un proceso político que, en sus palabras, "debe ser alcanzado a través de un consenso libanés interno, un proceso político para el cual el nuevo contingente FINUL (fuerzas interinas de Naciones Unidas en Líbano) no es y no puede ser un substituto". Siria ha declarado que consideraría el despliegue de las fuerzas de FINUL a lo largo de sus fronteras como acto hostil, y la ONU ha consentido ello con su silencio.  

¿Cómo el Proceso político al que refiere Kofi Annan va a prosperar favorablemente cuando las fuerzas de la ONU se hallan imposibilitadas de ocuparse de las cuestiones más importantes, condicionadas por Siria y amenazadas por Nasrallah según su ultimo discurso del día 22 de septiembre?  

El ejército libanés -integrado en gran parte por chiítas y armado de manera vetusta y antigua – no está en posición bajo ningún concepto para desarmar a Hezbollah o para controlar la con frontera Siria. Para “maquillar” estas complejidades, Hezbollah, como partido político, participa en el parlamento libanés y a nivel ministerial dispone de dos de sus hombres, en el gobierno central. Ambas instituciones toman generalmente decisiones por consenso. Hezbollah tiene así por lo menos un veto de bloqueo en esas situaciones en las cuales el gobierno de Beirut necesita de su cooperación para la necesaria aplicación de cualquier medida de gobierno.  

Sin lugar a dudas, el movimiento futuro de Hezbollah será una tentativa por dominar el gobierno de Beirut usando la intimidación y la violencia como así el prestigio ganado en la guerra por medio de la  manipulación de los procedimientos democráticos. En tal situación, Irán y Siria estarán en una posición más fuerte para controlar las reglas del alto el fuego de las fuerzas de la ONU y para imponer su voluntad y sus políticas dentro del Líbano. El desafío para la política de occidente y todo el mundo libre debe centrarse en un objetivo principal debe ser prevenir y evitar el rearme de Hezbollah a través de la frontera Siria junto con su dominio del proceso político libanés. De no ser así, la presencia de las fuerzas de la ONU proporcionarán un nuevo argumento que generara las condiciones para otra explosión aún más peligrosa y letal.                                                                              

Por otra parte, la guerra en Líbano ha transformado dramáticamente la posición de Israel. La situación Palestina ahora tiene toda su intensidad centrada sobre los principios tradicionales para la creación de un estado palestino, la legitimidad de Israel; el trazado de fronteras entre ambos Estados; el arreglo y las normas de seguridad para la coexistencia pacífica, son ahora temas centrales en la comunidad internacional.  

Después de ser atacado por los misiles de los jihadistas desde Gaza y el Líbano, Israel encontrará serias dificultades para llevar las futuras negociaciones de paz, ni podrá, bajo las condiciones actuales, encontrar un socio para garantizar seguridad si no se acerca al Presidente Palestino Mahmud Abbas, Israel no debe bajo ningún concepto aislar a Abbas, pues el presidente ya esta debilitado, y, acentuar su aislamiento seria estimular y favorecer a los jihadistas que boicotearan cualquier proceso de paz en cumplimiento de ordenes de Irán  y Siria quienes no tienen ningún interés en la creación de un estado palestino democrático. 

Finalmente, de las consecuencias de la guerra del Líbano, el gobierno israelí actual deberá fortalecer su autoridad y disponer de ayuda de fondos públicos para retirar a los 73.000 colonos de la franja de Gaza si es que desea continuar con los antiguos planes de Sharon. La indefinición de la situación en este tópico y una continuidad indefinida del tema hará insostenible el status quo. Un nuevo mapa de ruta debe emerger en Medio Oriente para sostener la política en la región. Esta nueva alternativa es indispensable para ocuparse de la crisis producida por la combinación de la política fanática de los grupos que se han erigido en estados dentro de los estados, un proyecto común entre América, Europa, y los estados árabes moderados es necesario para un acercamiento común que aporte la definitiva resolución. Solamente de este modo se encontrara la coexistencia pacífica en los territorios ocupados.  

Así se comenzara a neutralizar las políticas desafiantes de Irán quien entrena, financia, y equipa a Hezbollah, estimulándolo a establecerse dentro del estado Libanés y hace lo propio; financiando y apoyando las milicias chiíes de Al Sadr para que este también establezca un estado dentro del estado en Irak. Al tiempo que continua trabajando en un programa de armas nucleares, que conduciría a la proliferación nuclear y proporciona una red de seguridad para la destrucción sistemática de por lo menos del orden regional. El desafío ahora es sobre el orden del mundial más que sobre los ajustes dentro de un marco regional aceptable.               

Una política atlántica y global común debe llevarse adelante e incluir a los estados árabes moderados esta debe ser la prioridad inmediata. Ambos lados del Atlántico deben poner sus mejores esfuerzos, ideas y hombres para ocuparse del peligro común de una guerra más amplia que se convierta en una guerra de civilizaciones ante la perspectiva de un Medio Oriente armado y con poder nuclear. Esto no se puede hacer con meras resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU; las resoluciones del CSONU deben emerger de una estrategia convenida, consensuada y compartida en sus fines y objetivos. Se debe estar atento a estas preocupaciones y ser preparados para llevar adelante una exploración seria de las perspectivas que eviten la confrontación.  

En la crisis del Líbano, Europa compartió bastante de la opinión americana, y América prestó bastante atención a las preocupaciones europeas, para producir una diplomacia coordinada en el consejo de seguridad y para proveer una fuerza pacificadora significativa para Líbano meridional y el Líbano Sur. Esta cooperación debe sostenerse y continuar en la próxima fase, específicamente, si el esfuerzo de la ONU en Líbano puede llegar a ser el medio para resolver los peligros que se han generado en esta ultima guerra. Desde el derrumbe de la Unión Soviética, los observadores y analistas políticos internacionales se han preguntado si las alianzas y los lazos atlánticos se podían mantener en ausencia de un peligro reconocido como común.

Con la última guerra del Líbano, queda muy en claro, que debe hacerse a futuro frente al imperativo de construir un nuevo orden mundial para evitar una catástrofe global potencial. Y ello no puede ser realizado solamente por un solo lado del Atlántico, eso es lo que debe comprender el mundo.   

    georgechaya@velocom.com.ar                                                                                                           

*

Periodista y Analista Político para Medio Oriente.  Miembro del Consejo Mundial de la Revolución de los Cedros e integrante del Comité Libanés Internacional.  Director General y Vocero del Bureau de Informaciones Libanesas para América Latina. 

 
 
 
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