El
estado de parálisis y de completa incoherencia del régimen
político predominante en Líbano no es solamente debido a la
calidad de la clase política dirigente, mas allá de ello, es
generado por la mala calidad del sistema libanés aun basado
en el acuerdo de Taif que convirtió el sistema político en
un sistema polifacético y escandaloso que conspira contra la
democracia en el País de los Cedros.
Desde 1.989, momento en que se promulgara, muy pocos y
escasos han sido los analistas políticos internacionales que
se han percatado de esta anomalía y de los peligros de este
acuerdo y su impacto negativo en la vida política libanesa.
Infortunadamente, muchos políticos insistieron en apoyarlo,
claro que desde el punto de vista de sus propios intereses.
Lo cierto es que hoy, el país se encuentra en un enorme
callejón del cual virtualmente es imposible salir airoso en
el fortalecimiento de las instituciones democráticas y las
libertades públicas.
La
clase política sobreviviente aun defiende ese vetusto
acuerdo bendecido por la –prehistórica- Liga Árabe en el año
1989 en la ciudad Saudita de Taif, particularmente los
diputados prosirios del parlamento sostienen que había
consenso y un marco propicio dentro del pueblo y la
dirigencia para que se genere el mencionado Acuerdo, y
continúan repitiendo esto en tanta ocasión como les resulta
posible. Lo cierto es que los hechos demostraron que el
pueblo libanés no tuvo opinión ni decisión alguna en este
acuerdo y el consenso estuvo en manos de un reducido circulo
de parlamentarios de ese tiempo, pero que habían perdido su
calidad representativa después de que una enmienda
constitucional que habían propuesto, fuera rechazada por el
50 % del pueblo y la clase política libanesa, por tanto, no
podían, y se encontraban deslegitimados en ese punto para
representar la voluntad de la gente.
El
Acuerdo de Taif no concluyo con ninguna Guerra Civil en El
Libano
Quienes defienden ese Acuerdo, sostienen que Taif termino
con la “guerra civil libanesa" y aun hoy repiten esta idea,
cuando en verdad es totalmente inexacta por varias razones,
entre ellas:
Primero:
La guerra no era una guerra civil, fue una guerra delegada
por Siria a manos de los grupos palestinos contra Israel, no
hay margen de error si comparamos a Hezbola y su guerra de
julio pasado contra el Estado de Israel, a la guerra de los
grupos palestinos apoyados por Siria a finales de los ‘70 y
principios de los ’80.
Segundo:
El final de la guerra se debió a la bárbara y aplastante
invasión Siria del 13 de Octubre de 1990 y a la eliminación
de los últimos focos de la resistencia libanesa, tomando
siria el completo control del Líbano en el Este del país y
en las únicas regiones en que la resistencia cristiana se
mantenía rechazando tanto a siria como a los palestinos y
demás grupos árabes prosirios.
Tercero:
También algunos analistas sostienen erróneamente, que este
acuerdo devolvió un frágil equilibrio a las deterioradas
instituciones constitucionales libanesas, cuando el hecho
real es que causó una profunda fractura en esas
instituciones, particularmente en el nivel de las tres
presidencias-Presidencia de la Nación ejercida por un
cristiano maronita; Primer Ministro: musulmán sunnita y la
Presidencia del Parlamento: musulmán chi’ita-; e inflamó y
acrecentó más lejos -más que atenuar- conflictos sectarios y
confesionales como vemos hoy, y creó un sistema oligárquico,
que sin temor al error podemos etiquetado como la troika
predominante, por no mencionar el hecho de que se estableció
formalmente la interferencia definitiva de Siria en los
asuntos internos libaneses.
Debe ser observado también que Siria fue en ese tiempo quien
apadrino ese acuerdo en la persona de su vicepresidente
Abdel K. Khadam –hoy refugiado en Paris luego de desertar
del régimen del Baath en 2005-, quien supervisó cada palabra
en el bosquejo previo de tal Acuerdo.
Esto confirma y ratifica que el acuerdo de Taif carece de
credibilidad desde lo fundacional puesto que la naturaleza
anexionista y hostil del régimen sirio hacia el Líbano
deslegitima y quita entidad legal a cualquier tratado en el
pasado y el presente promulgado con la influencia de ese
país, sencillamente porque nunca reconoció al Líbano como
Estado independiente y soberano, por lo cual, mal se puede
esperar que Siria vele por los intereses del Pueblo libanés.
Hoy, después de que el acuerdo de Taif ha fallado en su
letra y su espíritu algunos analistas políticos y también
varios gobernantes y funcionarios de la comunidad
internacional han comenzado a rever sus posiciones de 17
años atrás. Esto es saludable para la democracia libanesa y
la paz de la región, y conforma un paso muy positivo hacia
este objetivo de pacificación regional, es de esperar que
crezca y aumente el número de voces que se opongan al
acuerdo de Taif de modo que se lleven adelante las enmiendas
que inmediatamente requiere tal Acuerdo para poner salud
democrática y sentar las bases fundacionales para un sano
gobierno en el Líbano. Aunque a nadie escapa que la solución
ideal a la problemática libanesa de este tiempo, es
decidamente una vuelta a la constitución básica después de
separar del Estado a las sectas religiosas representativas
de las diferentes comunidades y establecer el Federalismo en
el sistema político libanés.
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Periodista y Analista Político para Medio Oriente.
Miembro del Consejo Mundial de la Revolución de los
Cedros e integrante del Comité Libanés Internacional.
Director General y Vocero del Bureau de Informaciones
Libanesas para América Latina. |