Los
festejos por la "bendita y divina victoria estratégica que
Allah" envió a Hezbollah de no hace mas de dos semanas atrás
han empezado a transitar el camino de un grosero error en
las tácticas de Hassan Nasrallah. Y, lo que era presentado
como victoria ya no es más que un indisimulable desbarajuste
en la dirigencia y los cuadros medios del partido de Dios.
El mismo líder “por estas horas, ya no tan carismático” que
originalmente sentencio en su discurso la declaración de la
victoria mas absoluta: el jeque Hassán Nasrallah; días
pasados, en una entrevista televisiva en Beirut dejo
entrever -dubitativamente- hasta que lo admitió de forma
clara, el error de su milicia al capturar a los dos soldados
israelíes e ingresar en territorio de Israel. Es imposible
soslayar, que tal incidente desato la guerra, y que a través
de los combates que se extendieron por treinta y cuatro
días, se destruyo la estructura del Líbano y se
contabilizaron mas de 1300 civiles libaneses muertos.
Nasrallah, sostuvo en la entrevista, que "nadie en la más
alta dirigencia de su partido, nunca espero que la respuesta
de Israel se desatara en la escala y la magnitud en que se
produjo".
El indico que: "De haber sabido hasta donde llegarian los
eventos y desde luego los resultados trágicos y
destructivos, con toda certeza no nos habríamos lanzado en
esta aventura”.
¿Qué llevo a Hassan Nasrallah a modificar su rotundo y
terminante discurso de victoria de días atrás por un
reconocimiento indirecto de derrota?
Son dos los aspectos fundamentales e indisimulables que
ratifican, el siempre errático y doble discurso populista y
teocrático de Nasrallah.
El primer aspecto remite y se relaciona indefectiblemente a
los hechos sobre el terreno:
Hezbollah perdió alrededor de seiscientos de sus
guerrilleros, casi un veinticinco por ciento de sus comandos
de élite y de choque. Muchos de sus familiares le piden
ahora, a Nasrallah, que de explicaciones de "los errores de
cálculo" que llevaron a sus familiares a la muerte en
combate.
Por todo el sur del Líbano, alguna vez plaza fuerte de
Hezbollah, las imágenes de "los mártires" adornan muchas
fachadas de casas y tiendas, esto muestra muy claro el hecho
de que murieron muchos más guerrilleros de Hezbollah de los
ciento cuatro que inicialmente anuncio Nasrallah. Lo que ha
generado mucha ira en las familias de "los mártires" es que
a los guerrilleros de Hezbollah, el jeque no les había dicho
que iniciaba una guerra para complacer a sus “patrones” de
Teherán, y que debían prepararse para esa guerra.
Muchos de los hombres de Nasrallah se enteraron que había
comenzado una guerra después de que los israelíes comenzaran
a disparar sobre el sur del Líbano y que los aviones
bombardearan con dureza el aeropuerto y los suburbios del
sur de Beirut. Muy pocos, por no decir nadie -con excepción
de los coordinadores militares iraníes que se hallan en
Líbano para brindar soporte a Hezbollah, y un circulo menor
de funcionarios de la seguridad personal del Jeque Nasrallah
vinculados a Irán y a Siria- sabían que Nasrallah estaba
comenzando una guerra. Ni siquiera los dos ministros de
Hezbollah en el gobierno libanés fueron consultados, tampoco
los 12 miembros de Hezbollah en el Parlamento. Así mismo El
más alto Consejo de gestión del Partido,
la Shura (que hace las veces de Asamblea Consultora),
no celebra una Sesión Plenaria desde el mes de octubre de
2001.
El “líder carismático”, a quien muchos medios de prensa
occidentales y del Medio Oriente habían convertido en
paladín de la dignidad de los árabes y los oprimidos, en lo
que además muchos colaboraron los progresismos europeos y
latinoamericanos, perdió la mayor parte de sus misiles de
mediano alcance sin dañar seriamente a Israel durante el mes
que se extendiera la guerra y la mayor cantidad de sus
plataformas de lanzamiento de misiles al sur del Río Litani
han sido destruidas, desactivadas o desmanteladas en los
últimos días.
A ello debe sumarse -en detrimento de la imagen de Nasrallah-
que los israelíes capturaron una cifra indeterminada de
funcionarios y cuadros políticos, como así también de
guerrilleros de Hezbollah, incluyendo muchos líderes locales
en las ciudades de Khiam y Tyro.
El segundo motivo por el que Nasrallah ha tenido que
retractarse de su versión de victoria:
Este remite al fracaso de la maquinaria propagandística para
convencer a la mayoría de los libaneses. Por lo que hoy,
está siendo objeto de una importante crítica que crece en
todos las sectores políticos, incluyendo el propio Hezbollah.
Por presiones y criticas de importantes clérigos y figuras
políticas chi’itas, Nasrallah debió cancelar la semana
pasada tres desfiles de victoria que había decidido llevar
adelante en el sector sur de Beirut –predominantemente chi’ita-
luego que sus preparativos fueran calificados como "indecentes
y falta de respeto a los muertos". Y no es un tema
menor, que cada pueblo y cada aldea, celebraron ceremonias
fúnebres chi'itas, incluyendo el tarhym (pedido
por clemencia para sus difuntos) en honor a los
muertos.
A pesar de todo, Nasrallah ha hecho intentos por reconstruir
su imagen movilizando sus cuadros operativos y distribuyendo
gran cantidad de dinero proveniente de Irán, a través de su
red, alrededor de 14 millones de dólares en efectivo fueron
entregados a las personas cuyos hogares y bienes fueron
destruidos o se perdieron en la guerra.
Pero, si Nasrallah pretendía comprar el silencio, o la
paciencia y la dispensa a sus errores de calculo, ha quedado
palmariamente demostrado que se equivocó. Algunos chi'itas
libaneses están sumamente enfadados y fastidiados hasta el
escándalo por ser tratados como mercenarios por parte de los
mulah iraníes, e interpretan las entregas de dineros de
Nasrallah como diyah (dinero sucio de sangre) a
cambio de sus mártires. Esto es una falta de respeto y ética
en la concepción chi’ita, toda vez que quien recibe una
diyah, no puede reclamar la posición de "mártir" ni
gozar de lo previsto por las escrituras en el Paraíso para
sus muertos.
Con el transcurrir de los días y cuando con mas clara se
observa la destrucción del sur chi’ita, la euforia y el
apoyo incondicional pro-Hezbollah (generalmente propiciada
por los medios occidentales) se está diluyendo. La realidad
avanza y muestra su rostro más crudo quienes regresan a sus
hogares.
Claro que ello podrían ser muy buenas nuevas para el Líbano,
para su pueblo, su soberanía, libertad e independencia, y
básicamente para consolidarse como Nación democrática. Es
muy poco probable que Hezbollah vuelva a posicionarse alguna
vez en los sitiales que ha perdido. El Pueblo Libanés y la
gran mayoría de los sectores políticos tienen la oportunidad
histórica de consolidar su determinación de “no permitir a
ningún grupo terrorista armado realizar funciones como un
estado” dentro del Estado legal y jurídicamente
constituido.
Lo mas razonable para Nasrallah y su futuro, sería
renunciar, y permitir democráticamente que su partido elija
un nuevo líder, también debería tomar distancia rápidamente
de Irán y Siria, desmantelar su milicia -que bien pudiera
ser asimilada por el ejército libanés- y reinventarse
políticamente como parte de la corriente democrática de la
nación, alejado de milicias armadas bajo sus ordenes.
En las elecciones del mes de junio de 2005, Hezbollah logro
12 diputados en un Parlamento de 128 bancas, esto, merced a
una serie de acuerdos y alianzas con otros grupos chi'itas y
con algunos políticos cristianos y drusos. En consideración
a la gravedad del error de Nasrallah, no cabe duda alguna,
que es por demás de improbable que Hezbollah tenga la misma
cintura política para tejer este tipo de alianzas de cara al
futuro.
Hassan Nasrallah, no obstante, cuenta aun con alguna cuota
de poder. El dispone de cientos de elementos armados, de
dinero y recursos de Irán, y el apoyo logístico de Siria. Es
claro que Nasrallah, puede hacer que se elimine físicamente
a sus opositores políticos en el Líbano, ya sea por medio de
sus guerrilleros o por los hombres de Damasco y Teherán.
Pero las posibilidades que evalúo en este escenario actual,
luego de los últimos acontecimientos, hacen poco probable
que el se haga dueño del poder a través de un golpe de
estado o provocando una guerra civil, afortunadamente se
esto se diluye tanto como la confianza de la que gozaba en
el sur del Líbano dentro de la comunidad chi’ita y su
proyección de poder disminuye día tras día.
No hay antecedentes en la historia de dimisiones en el mundo
árabe; los líderes árabes nunca renuncian, ninguno lo ha
hecho jamás, aun cuando muchos reconocieron la comisión de
errores tremendos y trágicos para los pueblos. Nasrallah, no
es ninguna excepción. No obstante, y a pesar suyo; el Líbano
ya transita por la era post-Nasrallah. Y ello puede que en
el futuro, revierta en democracia, libertad y victoria esa
orgía de sangre inocente que se derramo recientemente por la
irresponsabilidad y los errores de la derrota de Nasrallah.
De ser así, ésa es la única buena nueva emergente de la
absurda guerra que él provocó.
* |
Periodista y Analista Político para Medio Oriente.
Miembro del Consejo Mundial de la Revolución de los
Cedros e integrante del Comité Libanés Internacional.
Director General y Vocero del Bureau de Informaciones
Libanesas para América Latina. |