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Hassan Nasrallah: la victoria de la muerte
por George Chaya
martes, 19 septiembre 2006

 

Los festejos por la "bendita y divina victoria estratégica que Allah" envió a Hezbollah de no hace mas de dos semanas atrás han empezado a transitar el camino de un grosero error en las tácticas de Hassan Nasrallah. Y, lo que era presentado como victoria ya no es más que un indisimulable desbarajuste en la dirigencia y los cuadros medios del partido de Dios.  

El mismo líder “por estas horas, ya no tan carismático” que originalmente sentencio en su discurso la declaración de la victoria mas absoluta: el jeque Hassán Nasrallah; días pasados, en una entrevista televisiva en Beirut dejo entrever -dubitativamente- hasta que lo admitió de forma clara, el error de su milicia al capturar a los dos soldados israelíes e ingresar en territorio de Israel. Es imposible soslayar, que tal incidente desato la guerra, y que a través de los combates que se extendieron por treinta y cuatro días, se destruyo la estructura del Líbano y se contabilizaron mas de 1300 civiles libaneses muertos. 

Nasrallah, sostuvo en la entrevista, que "nadie en la más alta dirigencia de su partido, nunca espero que la respuesta de Israel se desatara en la escala y la magnitud en que se produjo".

El indico que: "De haber sabido hasta donde llegarian los eventos y desde luego los resultados trágicos y destructivos, con toda certeza no nos habríamos lanzado en esta aventura”.  

¿Qué llevo a Hassan Nasrallah a modificar su rotundo y terminante discurso de victoria de días atrás por un reconocimiento indirecto de derrota? 

Son dos los aspectos fundamentales e indisimulables que ratifican, el siempre errático y doble discurso populista y teocrático de Nasrallah. 

El primer aspecto remite y se relaciona indefectiblemente a los hechos sobre el terreno:  

Hezbollah perdió alrededor de seiscientos de sus guerrilleros, casi un veinticinco por ciento de sus comandos de élite y de choque. Muchos de sus familiares le piden ahora, a Nasrallah, que de explicaciones de "los errores de cálculo" que llevaron a sus familiares a la muerte en combate. 

Por todo el sur del Líbano, alguna vez plaza fuerte de Hezbollah, las imágenes de "los mártires" adornan muchas fachadas de casas y tiendas, esto muestra muy claro el hecho de que murieron muchos más guerrilleros de Hezbollah de los ciento cuatro que inicialmente anuncio Nasrallah. Lo que ha generado mucha ira en las familias de "los mártires" es que a los guerrilleros de Hezbollah, el jeque no les había dicho que iniciaba una guerra para complacer a sus “patrones” de Teherán, y que debían prepararse para esa guerra. 

Muchos de los hombres de Nasrallah se enteraron que había comenzado una guerra después de que los israelíes comenzaran a disparar sobre el sur del Líbano y que los aviones bombardearan con dureza el aeropuerto y los suburbios del sur de Beirut. Muy pocos, por no decir nadie -con excepción de los coordinadores militares iraníes que se hallan en Líbano para brindar soporte a Hezbollah, y un circulo menor de funcionarios de la seguridad personal del Jeque Nasrallah vinculados a Irán y a Siria- sabían que Nasrallah estaba comenzando una guerra. Ni siquiera los dos ministros de Hezbollah en el gobierno libanés fueron consultados, tampoco los 12 miembros de Hezbollah en el Parlamento. Así mismo El más alto Consejo de gestión del Partido, la Shura (que hace las veces de Asamblea Consultora), no celebra una Sesión Plenaria desde el mes de octubre de 2001. 

El “líder carismático”, a quien muchos medios de prensa occidentales y del Medio Oriente habían convertido en paladín de la dignidad de los árabes y los oprimidos, en lo que además muchos colaboraron los progresismos europeos y latinoamericanos, perdió la mayor parte de sus misiles de mediano alcance sin dañar seriamente a Israel durante el mes que se extendiera la guerra y la mayor cantidad de sus plataformas de lanzamiento de misiles al sur del Río Litani han sido destruidas, desactivadas o desmanteladas en los últimos días. 

A ello debe sumarse -en detrimento de la imagen de Nasrallah- que los israelíes capturaron una cifra indeterminada de funcionarios y cuadros políticos, como así también de guerrilleros de Hezbollah, incluyendo muchos líderes locales en las ciudades de Khiam y Tyro.  

El segundo motivo por el que Nasrallah ha tenido que retractarse de su versión de victoria: 

Este remite al fracaso de la maquinaria propagandística para convencer a la mayoría de los libaneses. Por lo que hoy, está siendo objeto de una importante crítica que crece en todos las sectores políticos, incluyendo el propio Hezbollah. 

Por presiones y criticas de importantes clérigos y figuras políticas chi’itas, Nasrallah debió cancelar la semana pasada tres desfiles de victoria que había decidido llevar adelante en el sector sur de Beirut –predominantemente chi’ita- luego que sus preparativos fueran calificados como "indecentes y falta de respeto a los muertos". Y no es un tema menor, que cada pueblo y cada aldea, celebraron ceremonias fúnebres chi'itas, incluyendo el tarhym (pedido por clemencia para sus difuntos) en honor a los muertos. 

A pesar de todo, Nasrallah ha hecho intentos por reconstruir su imagen movilizando sus cuadros operativos y distribuyendo gran cantidad de dinero proveniente de Irán, a través de su red, alrededor de 14 millones de dólares en efectivo fueron entregados a las personas cuyos hogares y bienes fueron destruidos o se perdieron en la guerra.  

Pero, si Nasrallah pretendía comprar el silencio, o la paciencia y la dispensa a sus errores de calculo, ha quedado palmariamente demostrado que se equivocó. Algunos chi'itas libaneses están sumamente enfadados y fastidiados hasta el escándalo por ser tratados como mercenarios por parte de los mulah iraníes, e interpretan las entregas de dineros de Nasrallah como diyah (dinero sucio de sangre) a cambio de sus mártires. Esto es una falta de respeto y ética en la concepción chi’ita, toda vez que quien recibe una diyah, no puede reclamar la posición de "mártir" ni gozar de lo previsto por las escrituras en el Paraíso para sus muertos. 

Con el transcurrir de los días y cuando con mas clara se observa la destrucción del sur chi’ita, la euforia y el apoyo incondicional pro-Hezbollah (generalmente propiciada por los medios occidentales) se está diluyendo. La realidad avanza y muestra su rostro más crudo quienes regresan a sus hogares. 

Claro que ello podrían ser muy buenas nuevas para el Líbano, para su pueblo, su soberanía, libertad e independencia, y básicamente para consolidarse como Nación democrática. Es muy poco probable que Hezbollah vuelva a posicionarse alguna vez en los sitiales que ha perdido. El Pueblo Libanés y la gran mayoría de los sectores políticos tienen la oportunidad histórica de consolidar su determinación de “no permitir a ningún grupo terrorista armado realizar funciones como un estado” dentro del Estado legal y jurídicamente constituido. 

Lo mas razonable para Nasrallah y su futuro, sería renunciar, y permitir democráticamente que su partido elija un nuevo líder, también debería tomar distancia rápidamente de Irán y Siria, desmantelar su milicia -que bien pudiera ser asimilada por el ejército libanés- y reinventarse políticamente como parte de la corriente democrática de la nación, alejado de milicias armadas bajo sus ordenes. 

En las elecciones del mes de junio de 2005, Hezbollah logro 12 diputados en un Parlamento de 128 bancas, esto, merced a una serie de acuerdos y alianzas con otros grupos chi'itas y con algunos políticos cristianos y drusos. En consideración a la gravedad del error de Nasrallah, no cabe duda alguna, que es por demás de improbable que Hezbollah tenga la misma cintura política para tejer este tipo de alianzas de cara al futuro. 

Hassan Nasrallah, no obstante, cuenta aun con alguna cuota de poder. El dispone de cientos de elementos armados, de dinero y recursos de Irán, y el apoyo logístico de Siria. Es claro que Nasrallah, puede hacer que se elimine físicamente a sus opositores políticos en el Líbano, ya sea por medio de sus guerrilleros o por los hombres de Damasco y Teherán. Pero las posibilidades que evalúo en este escenario actual, luego de los últimos acontecimientos, hacen poco probable que el se haga dueño del poder a través de un golpe de estado o provocando una guerra civil, afortunadamente se esto se diluye tanto como la confianza de la que gozaba en el sur del Líbano dentro de la comunidad chi’ita y su proyección de poder disminuye día tras día. 

No hay antecedentes en la historia de dimisiones en el mundo árabe; los líderes árabes nunca renuncian, ninguno lo ha hecho jamás, aun cuando muchos reconocieron la comisión de errores tremendos y trágicos para los pueblos. Nasrallah, no es ninguna excepción. No obstante, y a pesar suyo; el Líbano ya transita por la era post-Nasrallah. Y ello puede que en el futuro, revierta en democracia, libertad y victoria esa orgía de sangre inocente que se derramo recientemente por la irresponsabilidad y los errores de la derrota de Nasrallah. De ser así, ésa es la única buena nueva emergente de la absurda guerra que él provocó.  

*

Periodista y Analista Político para Medio Oriente.  Miembro del Consejo Mundial de la Revolución de los Cedros e integrante del Comité Libanés Internacional.  Director General y Vocero del Bureau de Informaciones Libanesas para América Latina. 

 
 
 
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