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Nota de despedida al General Jorge García Carneiro.
por Gustavo Coronel - PetroleumWorld.com
martes, 05 julio 2005

 

            Parece ser que Usted se retira, mañana u hoy. Vemos su partida con
beneplácito porque, bajo su ministerio, las fuerzas armadas de Venezuela han
sufrido grandes descalabros. Quizás el primero ha sido el de tenerlo a usted
como ministro, un alférez sin lustre llevado al generalato de tres soles por
obra y gracia de la voluntad de Hugo Chávez. Tendríamos que comenzar por
preguntarle a Chávez cuales fueron sus razones para otorgarle esta distinción, apenas la tercera vez que tal rango se otorga en Venezuela ( la
segunda, también de manera inexplicable, al igualmente mediocre Lucas Rincón Romero, la cuál aceptó).

Durante su gestión las fuerzas armadas venezolanas han asistido en silencio
a la creación de una fuerza paramilitar que se sustrae a la dirección del
ministerio para estar controlada directamente por el hombre fuerte. Ha sido
usted, pues, factor importante en el proceso de desintegración de estas
fuerzas. Durante su gestión, el tirano cubano Fidel Castro ha sido nombrado
padrino de una promoción de oficiales venezolanos, sin que usted protestara
contra ese exabrupto. Castro ha sido asesino de venezolanos, invasor de
nuestra patria, sanguinario dictador en su isla y ha logrado convertir a Chávez en su amanuense, sin que usted dijera ni pío. Durante su gestión fue encontrado en Caracas Rodrigo Granda, guerrillero, terrorista y secuestrador
colombiano, viviendo en nuestro país tranquilamente, bajo la protección del
gobierno del cuál usted forma parte importante, con documentos venezolanos, votando a favor de Chávez en Agosto 2004, sin que usted protestara contra estos actos de complicidad oficial con un criminal internacional. Los oficiales de la fuerza armada que colaboraron en la detención de este criminal están hoy reducidos a prisión por órdenes del régimen que usted representa.

Durante su gestión la Guardia Nacional se ha visto en acelerado proceso de
desmoralización. Los narcotraficantes colombianos se han fugado de las cárceles con pasmosa facilidad. Los estudiantes venezolanos son objeto de
vil asesinato en las calles de nuestras ciudades. Todo esto ocurre bajo la mirada impotente o indiferente de las fuerza armada que usted preside.
Durante su gestión altos oficiales de la fuerza armada, como es el caso de
Luis Felipe Acosta Carlez, han abusado de su fuerza bruta para vejar a ciudadanos y ciudadanas venezolanas, sin que este tratamiento merezca sanción alguna y, por el contrario, haya sido objeto de encomios públicos por parte del hombre fuerte. Miembros de la fuerza armada han arrastrado por el suelo a mujeres indefensas, bajo la mirada somnolienta y complacida de sangrientos dictadores como Robert Mugabe, sin que usted condene esos actos de salvajismo.

Durante su gestión se han firmado jugosos contratos por armas con Rusia, los
cuáles han carecido de la debida transparencia. La cuantía de estas armas
excede en mucho a los requerimientos normales de la fuerza armada venezolana, por lo cuál se presume que una porción de esos equipos están
destinados a fines no institucionales.

En líneas “generales” su actuación ha estado signada por la lealtad a un hombre, no a la institución y menos aún al país. Usted no ha perdido ocasión
de expresar publicamente su adhesión y obediencia a su jefe Hugo Chávez.
Ello le ha permitido lograr posiciones y obtener beneficios personales imposibles de obtener bajo un sistema meritocrático. No es usted el primero
ni será el último de los oficiales de nuestro ejército que hayan desmejorado
grandemente el prestigio de su institución.

No lo olvidaremos, Sr. Carneiro.
 

 
 
 
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